Teléfono rojo
La toma de la Rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México es un agravio a todos los mexicanos, especialmente a las clases marginadas que ven en la institución su única posibilidad o esperanza para superar sus condiciones, no solo económicas, sino especialmente sociales y culturales.
La exigencia de impunidad ante actos de barbarie por parte del grupo que se apoderó violentamente del edificio que alberga a la autoridad y la administración universitaria, revela la verdadera intención de provocación y alteración del orden universitario que ha costado muchos años de trabajo y compromiso.
La respuesta y la actitud del rector, el doctor José Narro Robles, responde a su ética y experiencia: no negociar en condiciones de ilegalidad, sumisión o abyección y mucho menos con propósitos políticos. Si algo caracteriza a Narro es su trabajo y congruencia por la máxima casa de estudios durante varios lustros.
El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México advirtió que no habrá dialogo de “ninguna naturaleza” mientras el grupo de jóvenes que se encuentra en rectoría, mantengan tomadas las instalaciones y que deberán responder por sus actos ante la justicia.
Dijo que no habrá impunidad y que desde el viernes pasado se presentó la denuncia correspondiente ante la Procuraduría General de la República (PGR); en breve darán a conocer los nombres de los presuntos responsables de estos hechos.
La UNAM no está sola. Seguramente Narro sabe que el nuevo gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, está decidido a no tolerar más la tan intolerable y ofensiva impunidad de nadie, es decir que quien viole la ley o altere el orden debe asumir la responsabilidad de sus actos, trátese de vías de comunicación, de instalaciones educativas o de cualquier otro tipo. La gente está harta de que, con cualquier pretexto, intereses personales o de grupo, se impongan al de las auténticas mayorías.
La cobardía de los agresores llega al grado de delinquir con máscaras o tapabocas, a semejanza de los asaltantes de bancos o de caminos. Si su lucha fuera justa, seguro darían la cara o estarían dispuestos a defender posiciones o principios, pero como se saben delincuentes van encapuchados.
Narro Robles hizo un llamado a la comunidad universitaria y a la sociedad a manifestarse de manera pacífica en contra del grupo minoritario que ha paralizado las actividades administrativas de la máxima casa de estudios. También, diferentes grupos pertenecientes a la UNAM, como estudiantes, funcionarios, directores de facultades, escuelas, institutos y centros de investigación, cerraron filas con el rector Narro para exigir la devolución inmediata de la torre de rectoría, tomada de manera violenta por un grupo de encapuchados que se identifican como estudiantes del CCH.
Por medio de un comunicado, 74 académicos, investigadores y directores de facultades hicieron público un plan de acción que respalde al rector José Narro Robles en la conducción de la universidad y en la solución de este problema. En el documento, reconocen la labor de la UNAM en todo el conflicto protagonizado entre autoridades del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) y estudiantes que se oponen a la actualización del plan y programas de estudios, lo que derivó en la toma de la dirección del CCH por 14 días en febrero pasado.
Ojalá que, como ya lo han asegurado, tanto la autoridad universitaria como la nacional no negocie bajo amenazas o chantajes. Que la ley recupere su sitial y quien la viole pague las consecuencias. Se predica con el ejemplo y ya está aquí el momento para recuperar no el orden, sino la armonía indispensable para ir adelante, no seguir en la ingobernabilidad, la amenaza y el miedo.
QMX/ am