Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Las agresiones verbales, las acusaciones, amenazas y advertencias que se lanzan los candidatos a los puestos de elección popular tensan, dividen, enfrentan a los ciudadanos y resuelven poco las dudas acerca de quién es el que ofrece la mejor opción, el mejor proyecto.
En su afán por ganar la simpatía de los electores, candidatos y candidatas cometen frecuentes deslices, imprecisiones y falsedades. Eso no importa, lo que buscan es el descrédito de sus adversarios y no el posicionamiento de su propuesta.
El mejor ejemplo de descrédito es, sin duda, el candidato perredista a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, a quien se llegó a identificar con la frase: “es un peligro para México”. Sin embargo, si se utiliza el lenguaje de las encuestadoras, “sus negativos” se han neutralizado en la actual campaña electoral, puesto que colocó su estrategia encima del concepto “amor”.
Ubicado en el segundo lugar de la mayoría de las encuestadoras de prestigio y solvencia, López Obrador asegura que “tiene el triunfo asegurado”, frase que utilizan también con una seguridad que pasma. Si por frases fuera, hasta el candidato del Partido Nueva Alianza, Gabriel Quadri, se colocaría la banda presidencial el próximo primero de diciembre.
Violencia verbal, estridencia, muchas agresiones y ruido excesivo caracteriza la oferta de los candidatos. Faltan dos semanas exactas para que los ciudadanos, quienes no estén hastiados de la hiperactividad electorera, acudan a votar y definan quien ha de ser el jefe del Ejecutivo durante 6 años.
Hacen falta, sin duda, voces que devuelvan la calma, la serenidad a los ciudadanos y éstos puedan votar sin sentir el acoso, la presión y la insistencia de partidos y candidatos. Esto es lo que, finalmente, dará certeza al proceso, que la jornada electoral ocurra como casi siempre con incidentes pero predominantemente con civismo, certeza y confiabilidad.
Llama la atención por eso que el líder histórico de la izquierda mexicana, Cuauhtémoc Cárdenas, no vea señales de fraude en las elecciones del 1 de julio y confió en que habría un “buen conteo de los votos y que el resultado sea aceptado por todo el país”.
Se ha dejado correr o alimentado la hipótesis del fraude electoral. Si uno observa las actitudes de los cuatro contendientes ninguno, hasta este momento, está no solo dispuesto ni siquiera preparado para aceptar la derrota. Sus expresiones y conductas triunfalistas permiten afirmar que no están dispuestos a reconocer al ganador. Habrá que esperar a comprobar si, ya con un ganador, los otros aceptan la realidad o, como se suele reaccionar, buscarán recovecos legales y extralegales para pelear en los tribunales electorales lo que no hayan podido obtener en la votación.
“Un fraude solo puede cometerse si el Estado da los pasos para hacerlo, no sé si se ha detectado algo, pero yo no lo veo”, afirmó Cuauhtémoc Cárdenas en una entrevista con la agencia española EFE. Incluso el propio candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, “no está viendo señales de que se va a proceder indebidamente” en los comicios del 1 de julio, aseguró el fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Cárdenas también confía no haya brotes de violencia y el país tenga “un proceso tranquilo”. “Espero que la mayoría finalmente se alinee con Andrés Manuel, es mi deseo y creo que hay que estar empujando en ese sentido. Espero que ese sea el resultado de la elección”, aseguró.
Aunque las encuestas señalan casi con unanimidad un solo ganador, lo cierto es que la moneda está en el aire y no hay nada escrito. El carácter, la fortaleza y el equilibrio emocional y mental de los aspirantes se probarán el día de la elección, cuando las autoridades electorales den a conocer los resultados definitivos de los comicios.
Antes todo es especulación, versiones, opiniones, faltan los hechos ante los que todo el mundo tendrá que aceptar, adaptarse.