
Visión financiera
Vicente Fox y de Felipe Calderón
En diversos rituales a lo largo del año, los representantes de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial se reúnen y reafirman sus respectivos límites. No solamente cuando son representados como convidados de piedra, sino cuando se hace un acto de fe en que, la existencia y funcionalidad de los tres poderes ratifican el equilibrio y contribuyen a la gobernabilidad.
En primer lugar se reafirma el valor de la ley, la que garantiza esta división, en la que cada uno goza de autonomía respecto de los otros dos. En la época del presidencialismo absoluto, el Legislativo y el Judicial procuraban, en la superficie, hacer notar su “independencia y autonomía”, aunque el resultado era exactamente el contrario porque nadie creía en ello.
Primero, el Legislativo inició la emancipación y lo siguió el Judicial, ayudados (obviamente) por el Ejecutivo que, para sobrevivir “cedió” su centralismo.
Durante el panismo, el desgaste institucional se aceleró y profundizó, bien por el carácter y estilo de Vicente Fox y de Felipe Calderón o porque el concepto de gobierno se diluyó, desgastó y pareció esfumarse en más de un sentido.
Por eso, ahora es relevante el propósito del presidente Enrique Peña Nieto, de devolver institucionalidad a la función gubernamental. Nada fácil en el caso del Poder Judicial, en donde se sabe de su disposición a coincidir con el Ejecutivo, el origen y la fuente de los máximos nombramientos de ministros de la Suprema Corte.
Ahora, el presidente Peña Nieto tuvo un encuentro con los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, encabezados por el Ministro Presidente, Juan Silva Meza, en Palacio Nacional, durante una comida “de cortesía”, por el inicio del año.
La reunión entre el Jefe del Ejecutivo y los ministros se da en el marco de la impugnación que los diputados del PRI anunciaron por la modificación a la Ley de la Administración Pública Federal, en la que se obliga a la ratificación de los mandos policiacos.
El cordial encuentro se da después de un periodo de luces y sombras, de amor y odio, de dimes y diretes, pues en el anterior sexenio, la relación entre el ex presidente Felipe Calderón fue de señalamientos constantes contra la labor de los juzgadores federales, a los cuales incluso responsabilizó y culpó de liberaciones nocivas de delincuentes que resurgieron con mayor resistencia y potencia.
Hace apenas unos días, durante el II Informe de actividades del Ministro Presidente de la Corte, Juan Silva Meza, éste ofreció una relación institucional armónica, sin aspavientos y sin reclamos, a los Poderes Ejecutivo y Legislativo, sin que ello represente subordinación del Judicial.
El ministro Silva Meza dijo que han vigilado la labor de los jueces y se les ha fiscalizado, lo cual permitió destituir a cuatro jueces de distrito, inhabilitar a un magistrado y suspender a otros cinco magistrados de circuito.
“No toleraremos que, por unos cuantos se desprestigie el trabajo de todo el Poder Judicial. Nosotros, la inmensa mayoría, no somos así y no los queremos entre nosotros”, condenó.
“No toleraremos que se denigre el trabajo de los mexicanos honestos y limpios, que también ponen en riesgo su vida, algunos la han perdido al trabajar en beneficio de todos.”, subrayó.
Lo anterior lo dijo en relación a las agresiones, ataques y amenazas que han sufrido los juzgadores federales y personal de juzgados. De acuerdo con datos de la Judicatura, 103 jueces y magistrados tienen medidas de seguridad extraordinaria para resguardar su integridad.
Es menester recordar el llamado que el ministro lanzó recientemente para sacar adelante una nueva Ley de Amparo, a propósito de que los juzgadores puedan aplicar de mejor manera la Reforma en la materia: “la nueva legislación será congruente con la reforma que se hizo en esa materia”.
Respeto es equilibrio y, eso, es gobernabilidad.
QMX/am