Teléfono Roja/José Ureña
Al pleno de ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación le fue como al cuetero: si negaba el amparo a la ciudadana francesa Florence Marie Louise Cassez Crepin y se ratificaba su sentencia le iba a ir mal y si, como ocurrió, la exoneró de toda culpa y ordenó su libertad inmediata, también.
De una u otra manera, a los responsables de impartir justicia pronta y expedita les ha ido como en feria y, a la institución, peor. No es posible que se acepten irregularidades en el proceso, de fondo o de forma, sin que los responsables de abusos u omisiones paguen sus culpas. Si se acepta la hipótesis de que los delitos que se le atribuyeron fue un montaje mediático encabezado por el ex secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, tendría que abrírseles proceso a los involucrados o ejecutores.
Al país, de una forma o de otra, no le va nada bien porque si se reconocen las presiones diplomáticas para liberar a un reo culpable, malo, pero si se acepta la culpabilidad de los captores, peor. No hay de otra.
Para la francesa terminó la pesadilla que, seguro, comenzó como un cuento de hadas en el que todo parecía fácil hasta que se encontró tras las rejas, en una cárcel de un país tercermundista.
Florence Marie Louise nació el 17 de noviembre de 1974 en Francia. Es soltera, atea y fumadora, no tiene tatuajes y la ficha con que se inicia el expediente de su caso destaca un rasgo único: el lunar redondo de un centímetro de diámetro sobre su mejilla derecha.
Hija de Bernard Cassez, fabricante de bolsas, cortinas, manteles y cojines y de Charlotte Crepin, empleada de una notaría. Florence Marie Louise, se independizó a los 16 años, estudió la licenciatura en Técnicas de Venta y Comercialización y, se empleó en la tienda departamental Eurodiv.
Su ingrata pero muy rica experiencia mexicana se inició cuando llegó a México en marzo de 2003, invitada por su hermano Sebastien, residente desde 1996, y casado con una mexicana, Vanessa Mercado, entonces asentados en Toluca. Sebastien presentó a Florence con un amigo suyo, Israel Vallarta Cisneros, a quien conoció en una exposición de cosméticos. La coincidencia se debió a que la esposa de Israel tenía una clínica de belleza en Guadalajara, Jalisco. El 22 de octubre de 2004 se inició el noviazgo con Israel, quien le explicó que vivía de comprar flotillas de autos chocados que reparaba y vendía. En ocasiones llevaba los carros al rancho Las Chinitas, donde los arreglaban sus hermanos René y Mario, y su amigo Carlos.
Así comenzó el sueño que se convirtió pesadilla.
Se le involucró con una banda de secuestradores y permaneció varios años en prisión en el asunto judicial más manoseado de las últimas décadas y que daña al ya de por si cascado prestigio o imagen de México y los mexicanos.
El 23 de enero de 2013 le es otorgado un amparo liso y llano y su inmediata liberación por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación al encontrar evidentes inconsistencias en las declaraciones de los testigos. Florence ese mismo día salió de México y regresó a su país, en calidad de víctima y casi heroína de los medios
Los jueces de la SCJ fallaron en el sentido de que se violaron los derechos humanos de Florence Cassez al momento de su arresto y en su proceso judicial. Nunca fallaron respecto a su inocencia o culpabilidad y mencionaron su solidaridad con las víctimas de secuestro.
La ministra Olga Sánchez Cordero presentó en la Primera Sala de la Suprema Corte un proyecto en el que proponía invalidar los testimonios que acusaban a Florence de pertenecer a la banda de secuestradores “Los Zodiaco”, para que se le dictara una nueva sentencia. “No, nunca nos pronunciamos sobre su inocencia o culpabilidad eso quedó totalmente ajeno a lo que nosotros revisamos, que fue la interpretación directa de la Constitución en relación concreta a los derechos fundamentales de esta quejosa”.
“Hasta ahí se acabó nuestra labor como jueces constitucionales de este país”, indicó. De las víctimas, Sánchez Cordero reiteró que éstas “tienen derecho a la verdad, a la justicia y a la reparación de los daños”, pero ese es otro tema.
Como el de Florence Marie hay cientos de casos de mexicanos que purgan injustas condenas pero que no tienen el efecto mediático ni diplomático de este asunto. Ahora resulta que, como ocurría siempre que la policía o los jueces se equivocaban y enviaban a prisión a un inocente y, a la salida, simple y también llanamente, se le tenía que decir “usted perdone”, solo que ahora se tuvo que decir lo mismo, pero en francés.
Otra papa caliente u otra mina o bomba que explota en las manos del nuevo gobierno.
QMX/am