Doble rasero del populismo: Trump, AMLO y la manipulación de los nombres
Desde hace muchos años la economía mexicana tiene en los ingresos por la venta de petróleo y sus derivados, una fuente segura. Gracias a esos recursos, el fisco nacional ha sobrevivido a buenos y malos administradores.
Sin embargo, Pemex es criticado todos los días y se tiene la percepción de una entidad burocrática, ineficiente, onerosa y hasta improductiva. Eso no corresponde con la empresa que ha sido capaz, sin más calificativos, de sostener a México como país viable y competitivo.
No ha sido ningún otro rubro industrial el que ha mantenido a flote al país durante décadas, sino que, sin ambages, la industria petrolera, es la que ha sostenido contra viento y marea a gobiernos que sin los recursos del petróleo hubieran sucumbido.
Ni como recurso, menos como empresa, los mexicanos hemos dado su lugar al petróleo, fuente de la discordia internacional y recurso político de los partidos que lo han colocado en el centro del debate ideológico que acrecienta o mantiene clientelas electorales.
Para la llamada izquierda la amenaza de “la privatización de Pemex” es un eficiente lema de campaña y de afiliación y con él se ha construido un fantasma que asusta hasta al más neoliberal. Si con gobiernos de “bloque” no se les ocurrió semejante despropósito, menos cuando, desde hace varios sexenios, al gobierno le salen varias cabezas.
En el futuro de Pemex urge más la sensatez y menos discusión; reconocer que con todo y sus vicios, burocratismo e ineficacia es a Pemex a quien los mexicanos le debemos la manutención de los últimos 35 años.
Solo los insensatos o los perversos confunden modernización con privatización. Rigor y talento empresarial urgen en Pemex, pero no de quienes gustan de los monopolios y convierten el servicio privado en burocracias inexpugnables y en abusos permanentes.
El presidente Enrique Peña Nieto ve la modernización de Petróleos Mexicanos (Pemex) mediante una reforma energética integral que le devuelva la estima. Los cambios propuestos nos permitirán contar con la tecnología y la inversión necesarias para extraer y aprovechar los vastos recursos energéticos del país. Garantizó: Pemex no se vende ni se privatiza.
El director general de esa paraestatal, Emilio Lozoya Austin, sabe que para la llamada izquierda, el debate de Pemex representa el oxígeno y no cae en la provocación. Por eso afirma que no nos detengamos en el cálculo político de costos y beneficios de corto plazo para este o aquel actor político. El petróleo, desde el 18 de marzo de 1938, ha sido y seguirá siendo de los mexicanos.
La dirigencia nacional del PRD, sus grupos parlamentarios en el Congreso de la Unión y el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas expresaron, como les es costumbre, su rechazo a la privatización de la industria petrolera nacional, así como a una reforma fiscal que sólo se apoye en la aplicación del IVA en alimentos y medicinas. El símbolo de la izquierda, el primogénito del General Cárdenas expresó que la fuerza del PRD defenderá causas superiores, entre éstas que el petróleo fortalezca la industria nacional y genere más empleos. porque se trata sólo de un catálogo de buenas intenciones, y anticipa que el país continuará como está al menos hasta 2027.
Una de las peores perversiones políticas es el lucro con la ignorancia del pueblo, por eso quienes obtienen ganancia partidista con la supuesta amenaza de la privatización, hacen que se recuerde la forma como José Stalin mantuvo viva la conjura internacional contra su régimen a partir de la supuesta amenaza de Trosky, lo que le permitió acciones que muchos historiadores ubican en la demencia.
Con reforma o sin reforma energética Pemex exige un mejor futuro, el reconocimiento de que sin ella, sin su aportación el sostenimiento de México hubiera sido impensable a menos que se actúe al modo de esos hijos ingratos que gracias al esfuerzo y trabajo de doméstica de su madre o del oficio del padre obtienen título y éxito y escatiman el reconocimiento que corresponde.
No más demagogia ni fantasmas privatizadores. Pemex en manos del Estado debe ser eficiente y sus recursos seguir siendo útiles.
QMX/am