Abanico
Aceptación y comprensión. Se requiere para entender este fenómeno o esta caracterología del ser mexicano. Como entender que el IFE, el importante organizador de las elecciones, concluyó el cómputo de los 300 distritos electorales y todavía no hay certeza respecto de quién conducirá al país como presidente de la república a partir de diciembre próximo.
El candidato perredista perdedor, Andrés Manuel López Obrador, dice que se compraron cinco millones de votos, lo que incumbe a esos mismos, más los funcionarios de casilla, los operadores de la adquisición de los sufragios más el aparato administrativo que todo esto implica. Es decir, entre delincuentes, cómplices, beneficiarios y operadores, la cifra de mexicanos involucrados en este delito electoral (más allá de valores éticos o morales) suma muchos millones más de los conocidos hasta ahora.
A estas alturas, en algunas democracias más antiguas o maduras, el ganador ya tendría que estar desquitando. Aquí no. Enrique Peña Nieto es el puntero del conteo, pero no es todavía el ganador. Faltan semanas para que eso ocurra. Mientras tanto los golpes continúan, hasta lograr que el priismo quede suficientemente acorralado para negociar nombramientos, prebendas, canonjías y hasta protección para los adversarios políticos.
La consagración de Enrique Peña Nieto, del PRI, como próximo presidente de México fue ratificada al concluir el escrutinio oficial de las elecciones del domingo pasado, lo que incluyó el recuento de más de 45 millones de votos, anunció hoy la autoridad electoral. Sin embargo, no puede arrancar la fiesta por las impugnaciones que se han encauzado. De acuerdo con el resultado, Peña Nieto reunió 19.226.784 votos (38,21%), seguido por Andrés Manuel López Obrador con 15.896.999 votos (31,59%), panista y o Josefina Vázquez Mota con 12.786.647 votos (25,41%), y el ambientalista Gabriel Quadri con 1.150.662 votos (2,29%). El IFE, dio a conocer que para completar el recuento debieron abrirse 78.469 paquetes electorales (equivalentes a urnas, pues en México se vota mediante sistema electrónico). También concluyó el recuento de votos para senadores y diputados federales en los 300 distritos del país, para los que fue necesario abrir 82 mil 288 y 81 mil 655 paquetes electorales, respectivamente. El presidente del IFE, Leonardo Valdés, aclaró que a partir de ahora, “los resultados definitivos del cómputo de esta elección corresponden exclusivamente a la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial”. El recuento, que no modificó en general los resultados anunciados inmediatamente después de los comicios, se llevó a cabo luego de as denuncias de fraude del PRD.
Esta fue la primera elección presidencial en que se emplea el nuevo modelo de apertura de paquetes electorales para el recuento “voto por voto” y “casilla por casilla”. Pero tras 96 horas continuas de cómputo y recuento en los distritos, su principal impulsor, el candidato López Obrador, no incrementó su votación y, en cambio, subieron ligeramente los del ahora candidato ganador de la contienda, Peña Nieto.
Sin embargo, el país sigue en ascuas y así seguirá porque no solo López Obrador sino los mexicanos en general desconfiamos hasta de nuestra sombra y es parte del carácter no creer en nada. Un profesor decía que la incredulidad hace que muchos, al ver un partido de futbol, necesitan que el locutor o cronista les confirme lo que están viendo los ojos, porque desconfiamos hasta de lo que vemos. Como Santo Tomás, pues, que necesitó que Jesús mismo metiera su mano en el costado herido.
QMex/am