DINTEL: Institucionalidad frente a la provocación de cada día

04 de diciembre de 2012
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9:57
Abelardo Martín

En la teoría política y de Estado está prevista la acción de los llamados “grupos de presión” con fines desestabilizadores o, cuando menos, para provocar una respuesta iracunda. Con más audacia que inteligencia, se intenta “medir” al gobierno entrante, calcular qué tanto aguanta, provocarlo, pues.

Con los gobiernos panistas, inventar escenarios de catástrofe no solo en lo económico dio buen resultado, porque aisló a los presidentes y, el último, tomó decisiones de miedo. Hoy las cosas tienden a ser diferentes y más pronto que tarde, las evidencias serán contundentes.

Esa es la lectura que se dio en el recién formado círculo de inteligencia del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, cuya protesta constitucional para ejercer legalmente el cargo, pretendió enturbiarse con las violentas agresiones ocurridas en la avenida Juárez.

El objetivo era crear, como funcionó con los presidentes panistas, escenarios de ilegalidad y desestabilidad que provocaran la reacción del gobierno federal. Por supuesto, no puede acusarse al gobierno local saliente de Marcelo Ebrard Casaubón, de estar detrás de esos grupos agresores, pero si de que los tolera impasiblemente, aunque ofrezca conferencias de prensa en las que intente justificar su inactividad.

El gobierno de Peña Nieto evitó la provocación y sorteó con habilidad la provocación, ni la omitió ni la magnificó, le dio, simplemente, su justa medida.

Lo que el nuevo secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, tiene como prioridad es el establecimiento de un sistema de inteligencia que vaya más allá de las intervenciones telefónicas, sino que sea garante o pilote de un gobierno institucional basado en la ley. Todo gobierno para respetar y ser respetado cuenta con ese instrumento, con esa herramienta basada en la información.

La mejor respuesta a la provocación del sábado fue el pacto de los partidos políticos con el gobierno federal, con lo que se fincó el Pacto por México. Lo acordado con los tres principales institutos políticos será el proyecto de país, “es un logro de madurez y seriedad política”, afirmó el presidente, en un discurso antes de la firma del acuerdo, fruto de las negociaciones que se lograron. Este pacto blinda de cualquier coyuntura política las alianzas a las que se deba llegar para mejorar la condición del país.

En los discursos, tanto del Presidente como del secretario de Gobernación, se reveló que los acuerdos y reuniones con las dirigencias de oposición se efectuaron desde el periodo de transición y se acordó mantenerlas en reserva hasta que no se lograra un documento firme, pero los ejes de trabajo fueron fincados sobre éste.

El presidente Peña lo calificó de “inédito y trascendente”, y demuestra que los mexicanos “sí podemos ponernos de acuerdo”. Confió en que a la firma se sumen otras fuerzas políticas, como lo hizo el Partido Verde Ecologista, en calidad de observador, pues por primera vez, el acuerdo surge de una verdadera voluntad y no de una situación de emergencia. En el acontecimiento estuvieron ausentes los representantes de los partidos del Trabajo, Movimiento Ciudadano y Nueva Alianza. Peña urgió a pasar de una democracia de elecciones a una que verdaderamente se traduzca en resultados. Remarcó que el acuerdo no limita, ni sustituye el proceso legislativo, sino que lo fortalece. El documento incluye 95 de los más de 200 compromisos de campaña. Los operadores para la concreción del mismo, fueron: Santiago Creel y Juan Molinar, por el PAN; Jesús Ortega y Carlos Navarrete, por el PRD; José Murat, por el PRI, y Luis Videgaray y Aurelio Nuño, por el gobierno federal, fueron los operadores para la firma del Pacto.

Hasta ahora, las provocaciones han sido esquivadas con buenos reflejos e institucionalidad y, se confunden quienes piensen que, con acciones violentas, obtendrán iguales resultados que en el pasado. Simple y sencillamente, los operadores son otros, al tiempo.

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QMX/am

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