
Escenario político/Daniel Adame Osorio
zación Mundial del Comercio. En la actualidad destacan por su posición internacional Alicia Bárcenas, al frente de la CELAM y José Angel Gurría en la OCDE.
Sin embargo, en la iglesia católica también se alberga la esperanza de que cualquiera de los obispos mexicanos miembros del Colegio Cardenalicio de Roma, pudiera ser papable, es decir, posible nominado para suceder a Benedicto XVI, a quien le queda una semana al frente del Estado Vaticano, pero más relevante aún, al asiento de la silla de San Pedro.
Los prelados mexicanos, muy a pesar de la feligresía católica, no gozan de buen prestigio, como cualquier otro político de partido, tienen mala fama, aunque no se den cuenta y si acaso, lo reconozcan.
A la mayoría de sus eminencias, cardenales y obispos, se les identifica y vincula con la clase gobernante y, más aún, al servicio y alianza de la oligarquía mexicana.
No nada más el ex obispo de Ecatepec, Onésimo Zepeda, logró con su comportamiento exhibicionista, lograr que se le percibiera con un cura locuaz, poco respetable y servil al dinero y a la política. Otros de sus colegas, sin caer en sus excesos, caminan la misma ruta. Más al servicio del César que de Dios, más al servicio del dinero que del pueblo cristiano. Problemas de imagen o de fondo, pero es la realidad.
Los medios se hicieron eco de las posibilidades mexicanas: Norberto Rivera es papable, pero no tiene interés, según Hugo Valdemar, vocero de la Arquidiócesis Primada de México quien, también, señaló que el cardenal mexicano será uno de los 117 que elegirán al sucesor de Benedicto XVI.
En principio todos los cardenales menores de 80 años son papables, pero entre los tres jerarcas eclesiásticos mexicanos, Norberto Rivera sería el candidato más fuerte, pero se ha dicho que él no tiene interés en eso y que prefiere quedarse en México para cumplir con sus objetivos, dice la información publicada.
Los tres cardenales mexicanos, Juan Sandoval Iñiguez, Francisco Suárez y Rivera viajarán a Roma y estarán en el Vaticano para despedir al papa Benedicto XVI. “Hay 204 cardenales de los cuales tienen derecho a voto 117 y de aquí a la fecha de que se lleve a cabo el cónclave pueda haber también otros cardenales que cumplan 80 años y ya no participarán”, dijo.
Si resultara electo cualquiera de sus eminencias mexicanos tendrían que cambiar no solo residencia, sino hábitos de vida y comportamiento. Por ejemplo el cardenal Rivera no podría presenciar, desde el mismísimo callejón, en el palco del ganadero, las corridas de toros, ni el lugar de privilegio que tiene en fiestas y convites de empresarios y altos funcionarios de gobierno. Lo mismo ocurriría al ex cardenal de Guadalajara, quien suspendería sus descansos de playa.
No tienen posibilidades, pero como dice el dicho popular: la esperanza es lo último que muere.
QMX/am