DINTEL: La gran industria electoral

14 de junio de 2012
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8:47
Abelardo Martín

Las encuestadoras coinciden en ubicar al candidato priista Enrique Peña Nieto a la cabeza, seguido en algunas por el perredista Andrés Manuel López Obrador, y en otras por la panista Josefina Vázquez Mota, quien endureció sus ataques contra sus adversarios, convertidos ya en enemigos. El candidato de Nueva Alianza, Gabriel Quadri, se mantiene en la cola, con un extraordinario crecimiento que, aparentemente, le permitirá mantener el registro para su partido.

Desaparecieron en el último debate dominical las sonrisas, inclusive las que los candidatos dirigían al anónimo ciudadano que creen identificar cuando hablan a la cámara de televisión y sí mostraron el enojo y el coraje a sus adversarios. Forma es fondo, se dice y aquellas desaparecieron pues hasta interrupciones se dieron en un “debate light” diseñado para los partidos más que para los ciudadanos.

Salvo la beligerancia partidista, la política se vuelve cada vez menos asunto público. Desde los códigos, la forma, todo está hecho para la clase gobernante. Las elecciones con todo y candidatos han caído y han sido atrapados en las redes de la industria electoral, actividad más apegada al espectáculo y el entretenimiento y cada vez menos en el civismo y las obligaciones ciudadanas.

Los 4 candidatos exhiben su impreparación jurídica cuando que la ley (y su obvio cumplimiento) es la base de la convivencia humana y social. Repetición de frases huecas que ya se han difundido en la democracia del spot, hasta cargos repetitivos entre unos y otros.

Imágenes de despersonalización y la pérdida de rasgos humanos individuales que son valorados brillan por su ausencia. Cada candidato, unos más que otros, fueron al descontón, a la rudeza, dejando de lado la eficacia de la delicadeza florentina. La guerra sucia en vivo y a todo color y en una cadena nacional de facto.

En el segundo y último debate presidencial organizado por el Instituto Federal Electoral no ocurrió el previsto choque de trenes entre Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador.

Primero y segundo lugar en las encuestas, respectivamente, Peña y López Obrador no se hicieron daño, y apenas contestaron los cuestionamientos de Vázquez Mota, que les igualó diciendo que el priista representa el “retorno del autoritarismo, de la rendición frente al crimen organizado y el abuso del poder”, y el izquierdista es el rostro del “populismo y las crisis económicas”. Lo cierto es que quien pega primero, pega más fuere y, Josefina Vázquez Mota, se lanzó fuerte para generar la percepción de que ganó el segundo debate de la elección presidencial en México. Resta comprobar si este debate será suficiente para repuntarla del tercer sitio en las encuestas y la intención del voto.

Por su parte, el candidato del PRI puede darse por satisfecho porque sobrevivió al encuentro sin apenas fatigarse.  Quadri confirmó que es elocuente al exponer y original en sus planteamientos, pero no sobrevivió al cuestionamiento que lastra su candidatura “ciudadana”: este académico que fue candidato de último minuto

Participante no previsto en el debate, apareció el presidente Felipe Calderón, quien mediante su cuenta de Twitter, desmintió los cálculos de López Obrador, que fue su rival hace seis años. “Si el Gobierno despidiera a todos los altos funcionarios, de director a Presidente, ahorraría 2 000 mdp, no 300 000 mdp. ? sueldo: 1 000 mdp“, escribió. Le enmendó la plana y lo exhibió, acto que ya los abogados perredistas buscan convertir en delito electoral, como los que aceptó haber cometido (sin violar la ley) el ex presidente Fox en las elecciones del 2006 cuando ayudó a su correligionario Felipe Calderón. Nobleza obliga y hoy ocurrió algo parecido.

Candidatos, partidos, sistema y ciudadanos se ven hoy atrapados en las redes de la gran industria electoral que nadie puede evitar y mucho menos salirse. Un negocio de muchos, pero muchos cientos de millones de dólares que construyen una democracia de spots, caras, y basura física. Con la desventaja de que ésta ni siquiera puede reciclarse.

El debate fue un espectáculo más y ya solo falta el acto definitivo y verdadero, el del voto el día de la elección, que demostrará la verdad y no nada más lo que parece. Pero ya para entonces se habrán gastado muchos recursos, quizá más útiles en escuelas, hospitales o infraestructura

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