Abanico
Afirmar que la guerra del gobierno de Felipe Calderón contra el crimen organizado y el narcotráfico no puede calificarse de fracaso o éxito equivale a señalar, por decir lo menos, que fue inútil.
De sobra está insistir que cerca de 100 mil muertos, la cifra más redondeada en la que coinciden optimistas o pesimistas, representan la prueba contundente de una equivocación en las políticas de un gobierno obsesionado por su propia fragilidad o debilidad.
Por eso el actual gobierno de Enrique Peña Nieto ha hecho bien, hasta ahora, en no callar el tema, pero si no convertirse en su rehén, actuar más, decir menos y poner en las prioridades los asuntos que permitan alentar la vida y alejar la muerte de los mexicanos.
La secretaria de Estado adjunta para el Hemisferio Occidental de los Estados Unidos, Roberta Jacobson, señaló que, con la cantidad de muertos en México por la lucha contra el narco, “jamás podemos decir que es un éxito”.
El gobierno de estadounidense, afirmó, continuará apoyando los esfuerzos de México y la estrategia que defina el presidente Enrique Peña Nieto, empero, es vital México fortalezca sus instituciones democráticas para “resistir y confrontar este tipo de crimen y proteger a la gente”.
En Madrid la funcionaria estadounidense admitió que la lucha contra el narco en México durante el sexenio de Felipe Calderón no puede calificarse de éxito y consideró necesario redefinir la estrategia. “Yo no voy a decir que la política del presidente Calderón fue un fracaso, pero tampoco puedo decir que esa cantidad, esa cifra de muertes durante esos años, jamás podemos decir que es un éxito”, dijo durante una conferencia en Madrid. “Lo que nosotros tenemos que continuar es tratando de ajustar nuestra estrategia en el terreno y apoyar a un gobierno democrático en confrontar ese problema”, agregó la funcionaria en español.
El presidente Barack Obama apoyó reiteradamente la batalla de Calderón contra el narco y el crimen organizado. Incluso la calificó de “valiente”. Ahora, su gobierno apoyará al presidente Peña, de acuerdo a sus prioridades entre las que la guerra se sustituye por la paz, por supuesto sin tregua con delincuentes o el delito. Cuestión de enfoques y, por supuesto, de personalidades, que son totalmente distintas.
QMX/am