Teléfono rojo/José Ureña
La frustración, el desánimo, la desesperanza, el miedo o sus contrapartes como el optimismo, la alegría, la esperanza tienen poca referencia entre politólogos, sociólogos, médicos, intelectuales o analistas del comportamiento social.
Por ejemplo, sería muy interesante y quizá oportuno que los encuestadores midieran el índice de frustración o desesperanza que producen las campañas electorales, el desinterés que, minuto a minuto, producen spots repetitivos, superficiales o agresivos entre los contendientes.
Un analista del comportamiento humano señala que lo mas sobresaliente, vacuo e inútil de los debates (los ejemplos sobran, se comprobará mañana y en los que ocurran) son las acusaciones mutuas entre los candidatos y sus partidos respecto al pasado. Ninguno, prácticamente, está ubicado en el presente y menos en el futuro. Importan los culpables, porque tienen los candidatos a cualquier puesto de elección popular la creencia de que la gente, al censurar, responsabilizar y culpar al otro resulta benéfico.
El comportamiento de los candidatos es, en esencia, neurótico. Corren de un lado para otro seguidos de corrillos de adulación que los mantienen cercados y a raya para que se sientan a gusto, mucho menos para que conozcan la realidad que está más allá de las cifras frías de las encuestas.
La preocupación toral de los llamados “cuartos de guerra”, instrumentos de análisis y respuesta inmediata a los medios de comunicación social, especialmente, es la valoración de puntos que suban o desciendan. Es decir, la realidad se achica y se aleja para los aspirantes.
La neurosis se refiere a una afección que tiene como principal rasgo una alteración en las emociones del sujeto, quien cae en situaciones de desequilibrio en este sentido. Esta enfermedad, por lo tanto, afecta al sistema nervioso. William Cullen, un químico y médico nacido en Lanarkshire (Escocia), acuñó este término en el siglo XVIII. Lo habitual es que la neurosis se considere como un síntoma de distintas alteraciones de la psiquis relacionadas con la ansiedad.
Obvio es, en este enfoque, analizar el comportamiento de casi todos los candidatos. Dentro de la psicología, se califica a la neurosis como un desequilibrio de la mente que se produce sin que exista un daño orgánico. El paciente se muestra muy angustiado y no logra que su estructura psíquica compense dicha angustia desmedida. Por lo tanto, para reducir el estrés, el neurótico tiende a repetir ciertas conductas de manera constante. Aunque el concepto de neurosis ha caído en desuso tanto en la psicología clínica como en la psiquiatría, hoy los expertos prefieren referirse a distintos tipos de trastornos (de ansiedad, disociativos, depresivos, etc.) que engloban problemas como las fobias, la personalidad múltiple, la ciclotimia y el insomnio, entre muchos otros. Los especialistas explican que los seres humanos se protegen de la angustia a través de varios mecanismos de defensa, entre los que se encuentran la negación, el desplazamiento y la represión.
Esto es lo que han provocado unas campañas electorales de frases repetitivas, superficiales y aburridas, sin dejar de reconocer el esfuerzo de los candidatos y sus equipos por crear la percepción o creencia de mucho trabajo, movimiento aunque no haya avance. Muchas palabras aunque sin contenido y sin ideas.
Este lunes, varios medios de circulación nacional publicaron que el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, permanece inamovible. El priista tiene el 43.6 por ciento de las preferencias electorales y sólo bajó 0.2 puntos, según la encuesta publicada por El Universal y The Dallas Morning News/Buendía &Laredo. López Obrador tiene 27.7 por ciento, y Vázquez Mota 25.1 por ciento. En igual tono aparece la del periódico Excélsior bajo la firma BGC. Ubica al candidato del PRI en primer lugar, con 42 puntos porcentuales, los mismos que obtuvo la primera quincena de junio. Según el diario, Vázquez Mota ascendió al segundo lugar con 29 puntos porcentuales. En tercer lugar ubican a López Obrador, con 27 puntos.
Los llamados a la recuperación del sentido común, el buen juicio, la calma y la tranquilidad caen como semillas en el desierto, pues ni candidatos ni ciudadanos pueden escuchar en la estridencia electoral de acusaciones, agravios y ofensas con carácter neurótico, acusatorio.
En tanto, encuestadores, articulistas, académicos y escritores exigen a los candidatos presidenciales respetar los resultados electorales del próximo primero de julio. Se supone que no solo ellos, sino todos los ciudadanos están obligados a un comportamiento cívico, maduro, democrático. Porque si no, también sin quererlo se contribuye a un ambiente neurotizado, lleno de odio, de enojo, de rabia como la que se expresan candidatos y partidos. “Convocamos a todos los partidos políticos y candidatos, así como a los medios de comunicación, actores económicos y todas aquellas organizaciones y sectores de la sociedad que quieran sumarse a suscribir el compromiso de respetar las reglas y las instituciones electorales así como los resultados que emanen del recuento de votos del Instituto Federal Electoral, y, una vez desahogadas, las quejas e impugnaciones de los partidos, su ratificación por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación”, cita la publicación.
Es decir, ni más ni menos lo que dice la ley, lo que establece el comportamiento ciudadano, pero se trata de caer y reproducir la inercia neurótica desquiciante, eso si con tono docto, transparente y solemne. Al fin que ya falta poco.