DINTEL: Sangre llama sangre

08 de octubre de 2012
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Abelardo Martín

Nadie en sus cabales puede pensar en dar tregua, tolerancia, permiso ni amnistía al crimen organizado, al narcotráfico y al delito o transgresión de la ley.
El problema es el cómo y esta visto que no es únicamente el camino de la fuerza, ni el de la violencia, el que da mejores resultados. Cuando desde el gobierno se crea un clima de agresión, violencia e inseguridad, pagan los platos rotos muchos inocentes, a veces hasta con el precio de sus propias vidas. Este es el caso de José Eduardo Moreira, quien fue abatido por manos criminales, sin tener, aparentemente, nada que ver con la violencia en Coahuila o en el resto del país.
El equipo especializado del presidente electo sabe que la seguridad y el combate (o guerra, como la definió el presidente saliente Felipe Calderón) no se suspenderá. El problema radica en el cómo y, hasta ahora, son más  las mentes (no solo voces) que creen en los caminos de la paz, que en los de la violencia.
La muerte del hijo del ex dirigente priista y ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, es la prueba fehaciente de que es urgente modificar estrategia y acciones. Ayer fueron otras las víctimas, hoy el joven hijo del ex gobernador y sobrino del actual mandatario estatal.
Para empezar, el regreso del ejército a sus cuarteles serïa el mejor mensaje, pues solo en los países retrasados y tercermundistas se acude a la fórmula de la militarización para enfrentar los problemas políticos, económicos y sociales
Es comprensible la actitud y el enojo, la impotencia de Lucero Davis, esposa de José Eduardo Moreira Rodríguez, quien culpó al gobernador de Coahuila, Rubén Moreira, por el asesinato de su esposo, José Eduardo Moreira, quien era director regional de Programas Sociales de la Secretaría de Desarrollo Social en Ciudad Acuña, así como primogénito del ex gobernador Moreira.
Por su parte, el ex dirigente priista también tronó: “He aguantado calumnias, he aguantado engaños, he aguantado que la gente hable sin saber, he aguantado muchas cosas, pero esto no se puede aguantar mataron a mi hijo, le dieron dos balazos en la cabeza, unos desgraciados”, declaró el ex presidente nacional del PRI.
“Ya hablé con el secretario de Gobernación y quedé de reunirme con él. Mi hijo viene a ser uno de los muertos de esta guerra, de los miles de muertos, es muy triste se lo digo ahora que lo vivo en carne propia. Un hijo, un muchacho que, ustedes le pueden preguntar a quien sea, en el pueblo quería ayudar a los pobres con su trabajo social. Yo vivo un momento muy triste. Habrá momento de hablar, yo espero que se concrete la justicia y se dé con los responsables y los castiguen severamente. No traía camioneta blindada, era un hombre que tenía un ingreso que le permitía vivir con decoro”, añadió el ex gobernador de Coahuila.  “Tienen que investigar con todas las balaceras y matazones que ha habido en los últimos meses aquí en el Norte. Le mandé un mensaje 15 minutos antes y quedamos de vernos el sábado en Saltillo, y bueno, 15 minutos después lo mataron”, concluyó Moreira.

Es el momento de detener lo que puede denominarse “carnicería”, en la que 80 mil personas, según afirmación del ex presidente panista Vicente Fox, han muerto en este sexenio.
Sangre llama sangre y violencia genera violencia. Llegó la hora de actuar pero en busca de la paz, llegó la hora de superar el resentimiento, el encono, el deseo de la venganza, llego el plazo de que los soldados regresen a los cuarteles, de replantear el cómo combatir a la delincuencia, como impedir las violaciones a las leyes, no solo en el crimen organizado y el narcotráfico, sino en todos los ámbitos de la vida nacional. Ahí está el verdadero desafío.

abelardo.martin@solucionescomunicacion.com

QMX/am

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