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La investigadora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, Gabriela Armas Castañeda alertó sobre la existencia de drogas virtuales, estímulos auditivos que se convierten en un nuevo tipo de adicción entre los adolescentes.
De no atenderse a los jóvenes con esta adicción a esta nueva droga, los puede llevar al descuido de sus relaciones interpersonales, e incluso, en individuos susceptibles a estados alterados de conciencia.
Esos estimulantes, también conocidos como drogas digitales o auditivas, actúan a través de un mecanismo que fue descubierto en 1939 por el investigador alemán H.W Dove, quien identificó algunos sonidos llamados biaurales capaces de provocar ciertos cambios conductuales.
Los estímulos auditivos, consisten en colocar sonidos a diferentes niveles, quienes los escuchan capta uno con cada oído; el cerebro al identificarlos por separado, trata de procesarlos y crea la onda biaural, lo que no ocurre si en general se oye cualquier ruido.
Ese tipo de música o los sonidos que se escuchan con audífonos, se produce por medio digitales o por efecto de algunas máquinas y provoca reacciones diferentes al llegar al oído con distintas frecuencias.
La especialista en adicciones aclaró que aun cuando los biaurales no son propiamente drogas, últimamente hay quienes se dedican a diseñar “música” o sonidos con esas características y agregan cualidades que tratan de imitar el efecto de estimulantes, es el caso de páginas como I-Doser que se pueden instalar de forma gratuita y descargar ese tipo de grabaciones con un costo de 20 a 200 pesos.
Los sectores que más pueden ocupar este tipo de estímulos son los jóvenes, por estar más en contacto con Internet, o porque quieren experimentar con alguna sustancia sin ser descubiertos, comentó la doctora Armas Castañeda en un comunicado emitido por la UNAM.
La experta reconoció que hasta ahora se tiene poca investigación al respecto, y lo que se conoce es porque la gente sube sus experiencias a blogs, Facebook o Twitter. Algunos aseguran que se consiguen esos efectos después de escuchar los sonidos durante 15 ó 30 minutos, pero otros mencionan que no sienten nada, incluso los perciben como algo molesto.
Para que se provoque adicción, explicó, debe haber dos condiciones: que la persona tenga el comportamiento compulsivo de bajar música y sentir la necesidad física o psicológica de escucharla la mayor parte del día.
Aunque se piensa que estos sonidos llevados a una forma extrema al parecer provocan efectos de intoxicación similares al de las drogas, aún es complicado saber qué tanto tiempo tiene que pasar, cuántas administraciones, o qué tan vulnerable debe ser un cerebro para que se provoque daño.
Lo que sí se infiere, señaló, es que puede dañar, porque quienes se los administran son muy jóvenes, de entre 13 y 17 años, y no tienen la madurez cerebral que se adquiere en la etapa adulta.
Sobre los efectos de este tipo de estimulantes, explicó que los riesgos al imitar los efectos agudos de las drogas, pueden provocar alucinaciones y crisis convulsivas en individuos susceptibles, lo que sería peligroso pues se puede desencadenar un estado epiléptico, una convulsión muy prolongada con consecuencias severas.
Como en todos los problemas de estupefacientes, el comportamiento de los jóvenes que usan las drogas virtuales empieza a modificarse. Tienen actitudes compulsivas, es constante que bajen este tipo de música, incluso empiezan a pagar para conseguirla.
Los jóvenes también comienzan a aislarse, porque para conseguir un mejor efecto deben estar en un ambiente relajado, acostados, con los audífonos puestos y los ojos cubiertos.
“Escuchar este tipo de estímulos les quita mucho tiempo y por lo mismo descuidan la escuela, las amistades, las relaciones familiares y de pareja. Además, quienes ya tienen algún trastorno de tipo psiquiátrico como esquizofrenia o bipolaridad, son más vulnerables”.
La especialista en neuropsiquiatría recomendó tener comunicación con los hijos, explicarles que ese tipo de música puede generar problemas de adicción.
También es recomendable, dijo, el apoyo psicológico y psiquiátrico, pues por lo regular en este tipo de conductas hay otro conflicto de fondo, como personalidad dependiente, depresión o dificultades familiares, entre otros.
Qmex/mmv/arm