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LOS ÁNGELES, 3 de febrero (Quadratín México).- Más de 11 millones de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos empezaron el año con la esperanza de regularizar su situación legal en Estados Unidos y acceder a un mejor nivel de vida, además de descansar de la preocupante posibilidad diaria de ser deportados, pero aún muestran sentimientos mixtos ante la reforma migratoria que propone el Senado estadounidense.
Muchos mexicanos tienen expectativas positivas, pero otros ven con incredulidad la posibilidad de que su estatus migratorio cambie para bien.
Con un estimado de más de tres millones en California, el estado con el mayor número de inmigrantes en el país, la reacción de inmigrantes ha tenido abanico de expresiones que van desde emoción, esperanza hasta incredulidad.
“Por supuesto que nuestra vida cambiaría con una reforma”, expresó Raúl López, un inmigrante oaxaqueño con dos décadas de haber llegado aquí y quien ha tenido muchos empleos se dice cansado de vivir con miedo.
“Llegué aquí como todos por necesidad y lo que he conseguido ha sido con esfuerzos. Tuve que conseguir papeles falsos para trabajar y me han explotado por eso pero también he logrado ahorrar algo y lo he enviado a mi familia”, compartió.
La semana pasada un grupo bipartidista en el senado de Estados Unidos y el presidente Barack Obama reavivaron la llama de que este año podría concretarse una reforma migratoria que legalice a unos 11 millones de inmigrantes indocumentados en el país.
“Tengo muchas dudas porque sólo nos usan los políticos. Nos tratan como criminales nos persiguen y luego nos dicen que nos van a ayudar con los papeles y uno se emociona y luego no hay nada”, señaló Manuel Medina.
Originario del Distrito Federal y con 12 años de vivir en el sur de California, Medina apuntó que hace cuatro años cuando ganó el presidente Obama por primera vez se emocionó por los papeles pero no se hizo nada.
“Al contrario deportaron a mi hermano por manejar sin licencia y entre los dos nos ayudábamos. Ahora yo sigo aquí aguantando y le envió algo para ayudarle a mi familia y hasta ya me quiero regresar porque no hay trabajos”, destacó.
“Si hay una solución, deberían perdonar a los que deportaron en los últimos años porque separaron a muchas familias”, compartió Medina, quien fue uno entre los afectados por el más de millón y medio de deportados en cuatro años de la primera gestión de Obama.
De esa cifra la separación de familias llegó a un número dramático luego de que miles de niños nacidos en este país vieron cómo eran separados de sus padres al ser deportados.
La poblana Reyna Oliva, quien trabaja en un restaurante del Este de Los Ángeles mostró poco optimismo. “Ahora dicen que de hacerse (la reforma) nos tardaríamos años para ser legales”.
“Lo que deberían de hacer es que nos dejen trabajar legalmente y ya en lo que los americanos nunca han querido hacer y si no vean restaurantes y los que hacemos la limpieza”, dijo.
Roberto Muñoz, quien es un jornalero y ofrece su trabajo en Pico Rivera comentó que ojalá los políticos ahora si se pongan de acuerdo para que se acabe su explotación.
“Es de siempre que no nos quieren pagar. Después de trabajar 10 horas y por lo que ganaríamos 100 dólares, nos quieren dar la mitad en un abuso por no tener papeles”, refirió.
“Ojalá y que esa reforma ya acabe con la explotación de los jornaleros que hacemos reparaciones en casas. Ojalá y que nos den los papeles para que nos respeten”, apuntó.
En Bakersfield, en el central California en donde predominan campos agrícolas y la mayoría de los campesinos son indocumentados, la luz de esperanza también brillo.
“En los últimos años conseguir trabajadores que hagan éstas labores es más difícil”, señaló Guadalupe Cámara asistente de una empresa empacadora de almendras.
“En los últimos años en esta empresa contrataron a algunos estadunidenses lo que es bien raro, pero luego renunciaron cuando vieron que el trabajo no es nada fácil”, apuntó.
“Por eso deberían regularizar a los trabajadores campesinos porque de seguir así en unos años ya no habrá trabajadores para los campos porque ahora es más difícil que entren al país”, recomendó.
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