Visión financiera
En las líneas de emergencias ninguna llamada en falso, de broma o insultos resulta inofensiva. Representan una pérdida de tiempo y el riesgo de retrasar la atención de una verdadera urgencia.
La eficacia del 911 en la provisión de seguridad y servicios de emergencia depende no solo de la capacidad institucional, también de la responsabilidad ciudadana en su uso.
Cada día en promedio desde este número operado por el Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5), se atienden 21 mil llamadas, de las cuales el 58 por ciento están son improcedentes, ya sea porque el usuario no contestó, colgó, bromeó o insultó.
En ese dato hay una gran oportunidad de fortalecer la cultura cívica e impulsar el buen uso del servicio telefónico. El 911 es también una construcción social que refleja la interacción entre ciudadanos e instituciones.
Este 9 de enero se celebra el octavo aniversario de la implementación del 911 como el primer servicio integrado de atención a emergencias en la Ciudad de México, que se consolidó durante la administración local de la ahora Presidenta Claudia Sheinbaum y que con Clara Brugada como Jefa de Gobierno comienza con una agenda actualizada y distintiva para optimizar aún más las atenciones.
Una comprensión deficiente de los valores colectivos y falta de educación cívica son factores clave detrás de las llamadas improcedentes, que ponen en riesgo la capacidad operativa de unidades policiales, prehospitalarias o de atención de siniestros.
Y esa es una situación prevalente en diferentes ciudades. En Portugal representan el 72 por ciento, el 70 en Perú, más del 50 en la India, el 40 en Argentina y el 38 por ciento en Nueva York.
Cada llamada improcedente ocupa tiempo y recursos que podrían destinarse a emergencias reales. En ciudades con alta densidad poblacional puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. Además, el mal uso implica costos directos, como el tiempo perdido por los operadores, y costos indirectos, como la movilización innecesaria de recursos materiales y humanos.
La responsabilidad ciudadana en el uso de las líneas de emergencia como el 911 no es solo cuestión de civismo, sino un indicador de la salud social de una comunidad. Las llamadas improcedentes o en falso no son inofensivas ni a primera vista.