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Especial para Quadratín México
CIUDAD DE MÉXICO, 28 de junio (Quadratín México).- Barbara Arrowsmith-Young se dio cuenta que una parte de su cerebro no estaba funcionando correctamente, así que llevó a cabo una serie de ejercicios para desarrollar su cerebro. Los resultados cambiaron su vida y ahora ella ha ayudado a miles de niños con problemas de atención.
Es el tipo de recuerdo que se queda contigo. Cuando Bárbara Arrowsmith-Young estaba en primero de primaria su maestra le dijo a su madre – en presencia de Bárbara – que ella tenía una especie de ¨bloqueo mental¨, y que ella nunca sería capaz de aprender. Ahora que Bárbara ha ayudado a más de 4,000 niños con problemas de atención a superar tales diagnósticos, una sonrisa se dibuja en su rostro, sin embargo en su niñez no fue tan grato.
Arrowsmith-Young, ahora de 61 años, habla fluida y apasionadamente, con gran erudición. Cuenta con una maestría en psicología, también acaba de publicar un reconocido y apasionante libro llamado “A la mujer que cambió su cerebro¨. Pero en su juventud, ella estaba desesperada, atormentada y muy seguido en depresión. No sabía que era lo que estaba mal. Por otro lado, ella era brillante.
Tenía muy buena memoria visual y auditiva, ¨Podía escuchar las noticias de las seis de la tarde y repetir palabra por palabra a las once de la noche; abrir un libro, leer la primera oración, la segunda, la tercera, y visualizarlas, podía memorizar libros completos de ejercicios¨. Por el otro lado ella se quedaba en ceros, ¨No entendía nada, en el sentido de que nada de lo que leía lo comprendía, todo estaba fragmentado, desconectado¨.
Ella podía recitar guiones de películas, pero no entender las manecillas del reloj para determinar la hora. En los exámenes casi siempre completaba el 100%, otras veces completaba solamente el 10% cuando la tarea incluía razonamiento, lógica, conexión, interpretación, o cuando ella simplemente usaba la información errónea en su memoria. ¨Los maestros no lo entendían, me castigaban por no estudiar, ellos creían que yo realmente no lo intentaba¨.
Su madre, una maestra, desarrolló una serie de tarjetas con números y letras, y sólo con un gran esfuerzo ella pudo aprender a leer, a sumar y a restar, en cierto sentido. ¨Por un buen tiempo escribía al revés casi cada número y letra, casi no ligaba el significado de los símbolos¨. En secundaria y preparatoria ella disimulaba sus problemas de aprendizaje trabajando 20 horas diarias, ¨Me escondía en el baño de la biblioteca cuando los guardias de seguridad pasaban, posteriormente continuaba con mi tarea¨.
El descubrimiento vino cuando ella contaba con 26 años, un compañero de la escuela le regaló el libro de un neuro psicólogo llamado Aleksandr Luria, ¨El hombre del mundo al revés¨. El libro contenía las investigaciones del Dr. Luria en torno a las reflexiones y escritos del soldado ruso Lyova Zazetsky, reconocido por su inteligencia, herido en la cabeza de un balazo en la guerra, el cual registró posteriormente sus subsecuentes incapacidades.
Por primera vez – dice Arrowsmith – reconocí a alguien describir exactamente lo que me estaba pasando. Sus expresiones eran las mismas: viviendo en la niebla; sus dificultades eran las mismas: él no podía describir la hora de un reloj, no podía entender lo más grande o lo más pequeño sin tener que hacer un dibujo. No podía decir la diferencia entre: ¨El niño persigue al perro¨ y ¨El perro persigue al niño¨. Bárbara comenzó a creer que posiblemente una parte de su cerebro no estaba funcionando.
Leyendo el estudio del Dr. Luria, Bárbara Arrowsmith comprendió que la bala que había penetrado el cerebro de Zazetsky se había incrustado en la región occipital-temporal izquierda, dónde en principio toda la información entrante de los lóbulos responsables de la vista, el sonido, el lenguaje y tacto es sintetizada, analizada y asimilada. Ella se dio cuenta que probablemente ésta era la región de su cerebro que había estado atrofiada desde su nacimiento.
Después Bárbara Arrowsmith leyó el trabajo del Dr. Mark Rosenzweig, un investigador norteamericano que descubrió que ciertas ratas de laboratorio a las cuales se les había estimulado con rodillos para correr así como diversos juguetes, habían desarrollado cerebros más grandes que el de aquellas ratas que habían sido confinadas a una simple jaula. Las conclusiones del doctor Rosenzweig determinaban que el cerebro continúa desarrollándose, reconformándose en base a experiencias de vida, contrario a la creencia de que el cerebro permanece intacto desde el nacimiento; a este concepto se le conoce como neuroplasticidad.
Bárbara Arrowsmith decidió que si las ratas podían desarrollar cerebros más grandes, ella también podría hacerlo.
Así que decidió llevar a cabo ejercicios de estimulación que ejercitaran las partes de su cerebro que no estaban funcionando correctamente. Ella creó 100 tarjetas con dibujos de relojes por un lado y sus diferentes horas estimada al otro lado de las tarjetas. Después empezó a ejercitarse determinando la hora en los dibujos y verificando el anverso de las tarjetas, repitiendo este ejercicio hasta por 8 horas al día, gradualmente se hizo más rápida y más precisa.
Después le puso más horas y segundos a sus tarjetas, incluyendo días de la semana y meses. ¨Yo estaba mentalmente exhausta”, después de 3 o 4 meses de ejercicio empezó a sentir que mi cerebro estaba cambiando, permitiéndole procesar y entender información. ¨Vi un documental en televisión y me pude dar cuenta que lo había entendido todo Leí páginas de diez libros diferentes y entendí cada uno, estaba verdaderamente feliz, estaba saliendo de la oscuridad hacia la luz”.
Bárbara Arrowsmith desarrolló más ejercicios, para diferentes partes de su cerebro, y descubrió que también daban resultados positivos. Casi al cumplir los 30 años empezaba a funcionar normalmente, era un trabajo revolucionario, no sólo para ella.
En aquel entonces, todo partía de la premisa de que el estudiante no cambiaría, pero ella estaba viendo y probando que era posible cambiar a un estudiante. Sin embargo Bárbara se vio con poca recepción a sus ideas, así que decidió invertir en su propia experiencia, creando su primera escuela en Toronto en 1980; ahora cuenta con 35 escuelas en Canadá y Estados Unidos, todas funcionando con las acreditaciones correspondientes. Ella y su equipo han desarrollado ejercicios de cognición que han probado ser espectacularmente efectivos en 19 diferentes funciones de aprendizaje esenciales para la lectura, escritura, matemáticas, comprensión general, razonamiento lógico, memoria visual y proceso auditivo.
Miles de niños con diagnosticados con TDAH o TDA, dislexia o disgrafía, y clasificados como incapaces de aprender, han asistido a las escuelas de Arrowsmith por tres o cuatro años y regresado a escuelas convencionales siendo capaces de alcanzar el éxito profesional. ¨Se debe a que no padecen ninguno de esos diagnósticos”, dice Bárbara ellos realmente no tienen TDAH o dislexia, ellos sólo tienen un par de piezas cognitivas que no están funcionando como deberían, es ir más allá del simple diagnostico”.
A lo largo de los últimos cinco o seis años los especialistas en psicología de la educación han empezado a seguir los estudios de Arrowsmith, grandes psiquiatras e investigadores como Norman Doidge y Oliver Sacks la han reconocido como una pionera en el joven pero prometedor campo de la neuroplasticidad. El sueño de Arrowsmith es que cada niño lleve a cabo algún ejercicio cognitivo para corregir y/o mejorar alguna dificultad potencial.
¨Hay tanto sufrimiento causado la disfunción cognitiva, diagnósticos equivocados, niños mal calificados, tanta gente que toma malas decisiones. Gente que termina en carreras y estilos de vida que no escogieron por ellos mismos, que fueron escogidas por sus limitaciones cognitivas, mismas que pueden ser corregidas y superadas; por que el cerebro puede ser modificado¨.
Traducción/Abelardo Martín Gómez
Qmx/amg