
Después de Francisco: Abrazar las contradicciones/ Felipe de J. Monroy
Desde su elección en 2013, el Papa Francisco marcó un antes y un despuésen la Iglesia Católica y resonó profundamente en la escena global. Su pontificado, lejos de limitarse a los muros del Vaticano, se extendió a los ámbitos teológico, religioso, político, social, económico y cultural, dejando un legado distintivo que continuará moldeando el presente y el futuro.
En el corazón de su mensaje teológico y religioso, Francisco reinstauró la misericordia como el eje central de la fe cristiana. Su llamado a una Iglesia más acogedora y comprensiva, especialmente hacia aquellos que se sentían al margen, resonó con creyentes y no creyentes por igual. Esta insistencia en la compasión se tradujo en gestos concretos y en una invitación constante a la inclusión.
Su visión de una Iglesia más sinodal, donde la participación de laicos, religiosos y obispos en la toma de decisiones era fundamental, buscó revitalizar la colegialidad y la corresponsabilidad dentro de la institución. Paralelamente, la reforma de la Curia Romana, aunque un proceso complejo, evidenció su compromiso con la transparencia y la modernización de la administración vaticana.
En el ámbito político, Francisco trascendió su rol pastoral para convertirse en una voz influyente en la escena internacional. Su activa mediación en conflictos y su constante defensa de los derechos humanos, especialmente de los migrantes y refugiados, lo posicionaron como un líder moral que abogaba por la paz y la dignidad humana. Su llamado a la responsabilidad política interpeló a los líderes mundiales a priorizar el bien común por encima de intereses particulares.
Su impacto en la esfera social fue innegable. Su defensa apasionada de los pobres y marginados y su denuncia de la «cultura del descarte» pusieron de relieve las desigualdades y la necesidad de construir una sociedad más justa y equitativa. Su promoción de la «cultura del encuentro» invitó a superar divisiones y prejuicios, fomentando el diálogo y el reconocimiento mutuo.
En el terreno económico, Francisco desafió el paradigma actual con una crítica profunda al sistema global y sus consecuencias en términos de desigualdad y exclusión. Su llamado a una economía más justa y solidaria, que pusiera en el centro a la persona y al cuidado del planeta, abrió un debate necesario sobre el modelo de desarrollo.
Finalmente, en el ámbito cultural, su pontificado estuvo marcado por la promoción del diálogo intercultural y el respeto por la diversidad como una riqueza para la humanidad. Su encíclica «Laudato si’», publicada en 2015, se erigió como un documento fundamental que vinculó la crisis ecológica con la injusticia social, realizando un llamado urgente a la acción global para proteger nuestra «casa común».
En definitiva, el legado de Francisco se caracteriza por un pontificado valiente y profético que buscó llevar el Evangelio a las periferias, tanto geográficascomo existenciales. Su énfasis en la misericordia, la justicia social, el diálogoy el cuidado del planeta resuena como un llamado a la transformación personal y colectiva, dejando una huella imborrable en la Iglesia y en el mundo. Su pontificado continuará siendo un faro de esperanza y un desafío constante para construir un futuro más humano y sostenible.