Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
El factor Barrales
Después de una tregua de dos semanas, el Consejo Nacional del PRD definió la elección de la senadora con licencia y ex secretaria de Educación de la CDMX, Alejandra Barrales Magdaleno, como su nueva presidenta nacional de ese partido, lo cual es una noticia por lo menos alentadora para el que fuera el partido de izquierda más grande de la historia política nacional.
La llegada de la ex sindicalista a la dirigencia nacional del PRD, podría representar la oportunidad para frenar la caída que ha tenido el partido en los últimos procesos electorales para tener una mejor capacidad de negociación y modificar la cuestionada política de alianzas que determinó la pasada dirigencia como la única alternativa de sobrevivencia electoral, que a muchos perredistas pareció más una hipótesis académica, que un diagnóstico político objetivo.
Las primeras expresiones de Alejandra Barrales al frente de la presidencia del PRD, van en ese sentido, las cuales no son buenas noticias para el PAN del estado de México, que ya éste partido vislumbraba una alianza con el PRD para derrotar al PRI en los comicios estatales del 2017, en el territorio del grupo político asentado en Los Pinos.
La derrota electoral del PRI en siete entidades el pasado 5 de junio modificó la perspectiva electoral para el PRD, Morena, Movimiento Ciudadano y el PT, pues muchos de los ciudadanos simpatizantes con el PRI migrarán hacia alguna de las organizaciones de izquierda, PRD y Morena, principalmente, y no hacia al PAN. La historia electoral del país en las últimas décadas avala esta tendencia.
Es decir, la crisis electoral del PRI provocada por la derrota en siete de 12 gubernaturas en los pasados comicios estatales, abrió las expectativas para un reposicionamiento de los partidos de izquierda, principalmente del PRD y Morena, que, de lograr una alianza electoral entre ellos, sería el verdadero contendiente del partido de la derecha histórica y de su candidata, Margarita Zavala, para competir por Los Pinos en diciembre del 2018. El PRI quedaría rezagado en una tercera posición como sucedió en los comicios presidenciales de 2006, salvo que la nueva dirigencia del ex director de la CFE, Enrique Ochoa Reza, hiciera una labor extraordinaria en menos de dos años de gestión.
Por ello, la agenda de Alejandra Barrales al frente del PRD está orientada a trabajar de manera ardua en resolver la crisis interna del partido, que incluye la financiera, replantear las alianzas electorales tendiendo los puentes con las demás organizaciones de izquierda, incluida Morena, para conformar un gran frente para los comicios presidenciales del 2018, teniendo seguramente como su candidato por tercera ocasión a Andrés Manuel López Obrador, presidente de Morena.
La pregunta que surge en el aire, es qué pasará con el actual jefe de gobierno de la CDMX y promotor central del arribo de Alejandra Barrales a la dirigencia del PRD, la respuesta se encuentra en la estrategia de reposicionamiento electoral de ese partido que anuncia la nueva dirigente, está concebida para beneficiar a Miguel Mancera en sus aspiraciones de la candidatura presidencial, pero solo lo suficiente para realizar una negociación equitativa con el virtual candidato presidencial de la alianza de la izquierda del 2018. El actual 7 por ciento de las preferencias que registra Mancera en las encuestas presidenciales no espanta a nadie, ni representa un atractivo para la apuesta de una candidatura independiente.
Con todo y su limitada reforma constitucional, la Ciudad de México sigue siendo la joya de la corona de la República en términos económico-financieros y, por lo tanto, seguirá siendo la locomotora del desarrollo nacional y el centro de los poderes federales, y con todos sus “siete pecados capitales”, que decían los ex regentes priistas, es el bastión más importante que los grupos de izquierda no van a dejar quitarse fácilmente y harán lo necesario para mantenerlo.