Mujeres mexicanas memorables (6)
Resulta altamente preocupante que aún no digerimos los primeros impactos en el país de la elección de un presidente como Donald Trump, principalmente en los mercados, el peso depreciado drásticamente, la tasas de interés internas a la alza, y una amenazante política migratoria xenófoba, altamente discriminatoria y violatoria de los derechos humanos de miles o millones de migrantes, y ya nuestra clase política, empresarial, religiosa y en general de las élites mexicanas, están tratando de aprovechar esta coyuntura para sacar raja política y defender sus intereses de grupo.
La independencia y el futuro soberano de la República, que debería ser el interés fundamental de todos los partidos políticos nacionales, pareciera no existir en la plataforma electoral o ideológica de sus documentos básicos, o por lo menos nadie de sus dirigentes se acordaba de ellos.
Más bien aparecieron manifestaciones patrioteras y muchas de ellas de dientes para afuera, ante las primeras bofetadas del autócrata norteamericano que arribó a la Casa Blanca, que evidencia la realidad de una parte importante de la sociedad nacional que ha sido trasculturizada silenciosamente por un sistema de vida impuesto por el pensamiento neoliberal desde los inicios de la década de los 80s, y su enojo surge por el endurecimiento de una política migratoria racista y clasista que le impone la plutocracia del nuevo gobierno norteamericano.
El presidente electo de nuestro país vecino del norte inicia a tambor batiente mandando señales a sus votantes de que cumplirá con sus banderas de campaña desde el inicio de su gestión como Presidente de los EU, revisando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte para modificar todo aquello que haya perjudicado a sectores y regiones industriales norteamericanas, aplicar una política antiinmigrante severa para expulsar del país a millones de mexicanos ilegales y a inmigrantes de naciones supuestamente que cobijan a grupos terroristas, de siete países fundamentalmente musulmanes y la construcción de un muro a lo largo de la frontera mexicana–americana.
Las protestas en contra de las “acciones ejecutivas” de Donald Trump a solo dos semanas de haber entrado a la Casa Blanca seguramente irán subiendo de tono por las agresiones flagrantes que podrían sufrir muchos ciudadanos residentes o visitantes en territorio norteamericano, principalmente a los millones de paisanos de varias generaciones que salieron de su país para buscar un empleo y medios de vida que no encontraban en el suyo y que han creado la cultura mxicoamericana que ha enriquecido enormemente a ese país.
La “unidad nacional” que generó el repudio a las primeras acciones de un gobierno abiertamente agresivo, hasta ahora parece haber matizado aparentemente el encono social que había generado los incrementos de precios de los combustibles en México, de movilizaciones de ciudadanos de un importante número de regiones, algunas espontáneas, otras no tanto, con brotes de vandalismo y revuelta callejera.
Las amenazas, protestas y hasta asomos de “rebelión popular” en contra del gobierno de la República por los aumentos de precios de los energéticos , algunos de ellos representados por auténticos demagogos que a través de las redes sociales pensaron sorprender a los consumidores de mensajes y “cadenas” de las redes más populares, ahora son abanderadas por prácticamente todos los partidos políticos y organizaciones civiles afines a ellos, lo cual refleja el oportunismo y la pobreza de una clase política nacional ajena a la defensa de los grandes intereses nacionales y solo buscando aprovechar los momentos de crispación y enojo por acciones gubernamentales poco sensibles y peor comunicadas.
Empero, lo más lamentable de la primera quincena de agresiones del nuevo gobierno norteamericano a su vecino del sur, es la evidente ausencia de liderazgos políticos y sociales que tengan el talante de generar una organización que promueva una estrategia y agenda que busque la unidad nacional y obligue a las instituciones gubernamentales a defender los derechos e intereses del país y de sus ciudadanos emigrados.
De no suceder lo anterior, el “torbellino Trump” causará muchos daños y desastres en nuestro país, que podría representar enormes riesgos para su desarrollo independiente y soberano.