Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
Steven Erlanger, editorialista del New York Times, abordó hace dos días un tema que viene siendo fundamental en el debate político electoral y poselectoral de los Estados Unidos, que es la participación e injerencia de los medios de comunicación y las redes sociales en las campañas políticas y su influencia en la decisión del voto ciudadano.
El editorialista advierte que desde el mes de enero pasado, el gobierno de Obama y las agencias de inteligencia estadounidenses señalaron con un “alto grado de certeza” que el Presidente ruso Vladimir Putin había ordenado una campaña para “debilitar la fe del público en el proceso democrático de Estados Unidos” con el hackeo de correos electrónicos internos del Partido Demócrata y del equipo de Hillary Clinton, con el fin de desacreditarla y brindar apoyo a Donald Trump, quien desde que era candidato dijo que quería mejorar las relaciones con Rusia.
“El informe de las agencias mencionaba que esa campaña se realizó por medio del uso de información real –obtenida a partir de los ataques informáticos– y con la creación de “noticias falsas” que se transmitieron en medios de comunicación financiados por Moscú, como Russia Today y la agencia de noticias por internet Sputnik”, apunta el editorialista del NYT.
Sin embargo, los analistas están divididos respecto a la influencia del medio. Debido a su bajo índice de audiencia, hay muchos que piensan que es una exageración sobre su impacto.
Pero hay otros analistas que piensan que enfocarse solamente a los índices de audiencia ignora lo más relevante. Peter Pomerantsev, quien hace tres años publicó un libro (Nothing is True and Everything is Possible) en el que describe el uso que da Rusia a la televisión como medio propagandístico.
“Los índices de audiencia no son lo más importante para ellos”, señaló. “Son campañas para influir en los medios de comunicación, en la política y en las finanzas”.
Es decir, dichas campañas ayudan a prender la chispa para miles de propagadores de noticias falsas y a darle vuelo a material hackeado que puede servir a los intereses de Rusia, en este caso.
Cualquiera que sea su impacto, concluye el editorialista neoyorkino, “Russia Today definitivamente es un caso de estudio acerca de la complejidad de la propaganda moderna, que a través de una hábil televisora –que cuenta con gráficos geniales y conductores elegantes– como una granja de contenido que proporciona alimento a la extrema derecha de Europa. A los televidentes les cuesta trabajo discernir exactamente qué partes son periodismo y cuáles propaganda, al igual que entre los elementos que son “noticias falsas” y los que son verdaderos, aunque presentados con una tendencia pronunciada”.
Sin duda, este debate de los medios norteamericanos está ya presente en el escenario político nacional, particularmente en la etapa previa de las campañas de los comicios federales de 2018.
La apertura de las telecomunicaciones con la participación de más jugadores y la tendencia creciente de las redes sociales están modificando la estructura y la oferta de medios, y muchos de los tradicionales irán a formarán parte del museo de la radio y la televisión tradicionales y de algunos diarios que no invirtieron a tiempo en las nuevas plataformas tecnológicas.
El desarrollo de nuevas tecnología y plataformas en la comunicación rompió los cotos y las parcelas que tenían los grandes monopolios es una realidad, a pesar de los resabios que aún persisten en la estructura del rancio establishment mexicano, que podría sucederle lo mismo a lo que le pasó a nuestro vecino del norte, en las pasadas elecciones.
Por lo pronto, si usted es un lector cotidiano de medios tradicionales y sobre todo de columnas periodísticas, y, por supuesto de noticiarios de radio y televisión, la mayoría de sus contenidos tienen una carga muy alta de promoción y propaganda de las facciones políticas de los diferentes signos ideológicos del país.
La duda que salta a la vista es cómo los partidos y sus contendientes de 2018 van a utilizar las poderosas y más populares redes sociales para difundir las campañas electorales y la imagen de sus candidatos, si las van a saturar con libelos, mentiras y noticias falsas, como lo hizo con éxito el equipo de campaña del actual Presidente norteamericano, o con plataformas tecnológicas creativas y atractivas para un electorado desencantado de las organizaciones políticas.