Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
La guerra electoral mexiquense
El descafeinado primer debate entre los contendientes a la gubernatura del estado de México parecería que los comicios del primer domingo de junio será una proceso relativamente pacífico y civilizado políticamente, cuando en realidad a nivel de piso se está llevando una lucha encarnizada entre las maquinarias electorales, en la cual participan desde expertos en marketing y propaganda, pero fundamentalmente un ejército de “operadores electorales” que desplegarán su talento, trucos y “mañas” para llevarle a su candidato sus votos necesarios.
Por supuesto en esta guerra electoral mexiquense las casas encuestadoras son protagonistas fundamentales, a pesar del descrédito que sufren después de sus pronósticos fallidos de los últimos comicios.
No obstante y al margen de que se han reducido los márgenes de los porcentajes de votos entre los partidos contendientes en el estado de México, la realidad es que la maquinaria electoral priísta conserva una presencia que lo hace competitivo, conserva los mayores niveles de identificación ciudadana, gobierna el mayor número de municipios y desde luego, aprovecha mejor que cualquier otro partido los espacios de poder como son la administración pública, las corporaciones, los sectores, los poderes fácticos y una estructura paralela importante con las asociaciones civiles.
Otro elemento relevante que tiene los comicios del estado de México, sin duda resulta la injerencia del gobernador que se verá claramente reflejado en los resultados electorales y confirma que, a pesar de la andanada judicial contra algunos ex mandatarios estatales, éstos siguen siendo los jefes reales del partido. Los recursos económicos, sus operadores políticos y el activismo del gobernador priísta, es uno de los factores reales y de los principales elementos para explicar sus triunfos.
Hay que recordar que desde la pérdida del poder presidencial en el año 2000, los gobernadores priístas se convirtieron en los virreyes de sus estados, que controlan los otros poderes constitucionales, los medios de comunicación regionales y hasta los organismos supuestamente autónomos.
No obstante, los excesos y la corrupción en sus administraciones de esta nueva “camada” de gobernadores que ascendieron con la Restauración de la República priista en el año 2012, generó un proceso de debilitamiento de la estructura partidaria que lo ha puesto en capilla con miras al proceso de la sucesión presidencial del 2018, pero sobre todo a la presencia amenazante de los grupos delictivos ligados al narcotráfico que podrían afectar las votaciones de junio.
Un ingrediente adicional que veremos en los próximos comicios del estado de México fundamentalmente, será cómo las rencillas y las fracturas internas de los dos principales partidos nacionales de oposición (PAN y PRD) se verán reflejadas en los resultados en las urnas, a pesar de las circunstancias económicas adversas para el gobierno priísta.
Las encuestas electorales muestran una cerrada lucha entre PRI, Morena y PAN, en las preferencias, ante la agudización de la violencia en algunas entidades como Tamaulipas y Guerrero, pero este “desencanto ciudadano” que aparecen en los sondeos de opinión, difícilmente serán un obstáculo suficiente para la aceitada maquinaria electoral que tiene el priísmo en el Estado de México.