Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Sonia Rojas Castro
El pasado 11 de noviembre la Suprema Corte de Justicia publicó en el Diario Oficial de la Federación los nombres de los juzgadores federales que, por parte del Poder Judicial de la Federación, pueden ser designados para integrar un espacio en el Consejo de la Judicatura Federal, el órgano de vigilancia del quehacer de los propios administradores de justicia en el ámbito federal. Se trata de un universo de 14 hombres y tres mujeres. Para el foro jurídico y para los gobernados se trata de un asunto de la mayor importancia por su incidencia en la calidad de la actuación de los impartidores de justicia en la sede federal.
Sin demérito de las prendas profesionales y morales de quienes forman parte de ese grupo, es de destacar el nombre de Sonia Rojas Castro en esa lista, ahora magistrada del Tribunal Colegiado en Materia de Trabajo en Mazatlán, Sinaloa, egresada de la Facultad de Derecho de la UNAM con estudios de posgrado en Inglaterra en derechos humanos.
Casi por nadie pondría las manos al fuego, como se dice en la jerga popular, pero sin la menor duda lo haría por Sonia a quien tengo el gusto de conocer de primera mano desde las épocas juveniles, es de esas ausencias ausentes que perduran al paso de los años. Es –y lo ha sido siempre– una mujer con un gran compromiso con los derechos humanos y la aplicación recta de la ley.
Hay muchos puntos en los que no he estado de acuerdo con ella, como el relativo a los topes salariales previstos en la Constitución teniendo como eje el sueldo del presidente de la República que para mí es correcto. Ella, por el contrario, lo ve como una intromisión en el Poder Judicial y un atentado a su independencia. De esta suerte, Sonia está alejada de la 4T con cuyos elementos esenciales coincido con diferencias en lo accesorio y en partes procedimentales que son indefendibles, pero en esa diferencia hay un punto en lo fundamental: la preservación y defensa del Estado de derecho. Me queda claro que si Sonia fuera candidata para integrar el Consejo de la Judicatura Federal por el Senado de la República no tendría mayores posibilidades por sus diferendos con Morena, pero sí las tiene al estar en la lista corta cuya decisión recaerá en el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que tiene un espacio que debe renovarse en los próximos días.
La presencia de Sonia en ese órgano colegiado haría, con toda seguridad, diferencia para aplicar la ley sin distinciones y con una pulcra vigilancia, además, del uso de los recursos del erario. A Sonia, aunque parezca difícil de creer en estos tiempos, no la mueve el dinero ni el afán de poder, sino de servicio público, más allá de una expresión retórica que se suele ocupar en estas valoraciones, pero que en el caso concreto describe su proyecto de vida como un sello distintivo de pensar, decir y hacer.
El Consejo de la Judicatura Federal no ha estado al margen de señalamientos de corrupción y algunos de sus altos servidores públicos están siendo procesados por presuntos actos de corrupción. Es precisamente ahora que hay una coyuntura de cambio que, por el propio bien de la permanencia de ese órgano colegiado en su actual factura normativa, debe estar blindado con gente incorruptible y ahí es donde la magistrada Sonia Rojas Castro sería garantía de comportamiento y actitud que combina honestidad y capacidad, que tanto se requiere en las instituciones públicas para bien del país y que sigue, en muchas partes, como asignatura pendiente.
@evillanuevamx