Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Unas gelatinas tiradas en el piso pueden detonar la solidaridad ciudadana, así como ser reveladoras de los riesgos de explotación infantil.
En redes sociales se ha viralizado el video de un niño de unos 10 años quien aparentemente vende estos postres en la Avenida Insurgentes cerca de una estación del Metrobús.
Ante un presumible accidente, la mercancía que lleva en una cubeta queda regada en el piso mientras varias personas en un acto de empatía le entregan billetes de diferentes cantidades ante lo que suponen la pérdida de ingresos del día.
Una primera impresión de esa estampa citadina es la ejemplar solidaridad frente a la desgracia de otras personas. Reaccionamos ante su tragedia y siempre estamos dispuestos para apoyarles.
Ocurre ante los desastres naturales, momentos en los cuales desinteresadamente la ciudadanía aporta donativos económicos o en especie a través de diferentes instituciones u organismos. Las y los mexicanos sabemos responder cuando se trata de tender la mano.
Aunque algunas personas han advertido que el caso de las gelatinas puede ser una estafa, hay otro aspecto indicativo, con mucha probabilidad, de explotación laboral o trabajo forzoso, dos de las 11 modalidades previstas en la ley respecto a la Trata de Personas.
Más de la mitad de las víctimas de este delito son, generalmente, niñas, niños y adolescentes, en su mayoría provenientes de espacios rurales o semi rurales, quienes llegan a las ciudades solos o acompañados de algún familiar en busca de mejores condiciones de vida.
Ha sido común observarles en la venta de productos en cruceros, participar de algunos malabares o simplemente pidiendo dinero; en otros casos venden en el transporte público u ofrecen cerca de mercados su servicio para cargar.
Ellas y ellos son víctimas, quienes entregan el dinero ganado durante el día a personas adultas.
En la ciudadanía hay una oportunidad para romper con esa cadena de explotación, a través del reporte.
El número de emergencias 911 o los botones de auxilio ubicados en los postes con cámaras de la Ciudad de México permiten recabar datos relacionados con aquello que ocurre, en dónde y a quién le sucede. El 089, para la denuncia anónima, permite canalizar los reportes a las autoridades correspondientes para las investigaciones necesarias.
La solidaridad es tan destacable como lo es un aviso a tiempo.