
Oaxaca, sede de la Junta Nacional de la colección Tesoros de México
CIUDAD DE MÉXICO, 13 de diciembre (Quadratín México).- Considerado “La voz de Dios” por describir el devenir de la humanidad, Michel de Nostradamus, quien nació el 14 de diciembre de 1503, fue un destacado astrólogo, alquimista y escritor francés, cuyos aportes permanecen vigentes en el imaginario colectivo, principalmente sus profecías.
Expertos aseguran que muchas de sus predicciones pueden interpretarse para futuros tiempos, de ahí que año con año las estudien para ubicarlas en un periodo determinado.
En su infancia recibió una educación católica y estuvo rodeado de sabios que muy pronto lo iniciaron en las profundidades de las matemáticas, lo que por aquel entonces significaba adentrarse en la astrología, y también en el arte de la medicina y la farmacia.
A temprana edad aprendió a manejar el astrolabio, a conocer las estrellas y a describir el destino de los hombres, cita el portal de Internet “biografiasyvidas.com”.
Estudió letras, además de medicina y filosofía, asombrando a compañeros y profesores por sus facultades e infalible memoria. Llamó la atención, luego de que inventó unos polvos preventivos durante una epidemia de peste en la ciudad de Montpellier.
También dedicó su ingenio a la elaboración de elixires, perfumes y filtros de amor en Marsella.
En este ámbito, “Nostradamus”, como se hizo llamar él mismo, inventó un mejunje con el que consiguió cortar el contagio de la epidemia llamada del “carbón provenzal”.
De acuerdo con su biógrafos, en el día atendía a sus clientes y en la noche permanecía encerrado en un observatorio que instaló en la parte alta de su casa.
En 1550 se trasladó a la villa de Salon, donde se dedicó a atender a una nutrida clientela, ansiosa de adquirir sus aceites, pócimas y bebedizos contra todo tipo de males, entre ellos, la infertilidad.
Por aquella época comenzó a redactar sus famosas “Centurias astrológicas”, profecías apocalípticas escritas en cuartetos rimados y dotadas de un lenguaje ambiguo y esotérico. En 1555 decidió sacarlas a la luz pública y el éxito de esos crípticos cuartetos fue inmediato.
En la corte, el rey y su esposa quedaron maravillados. Nostradamus fue reclamado en París, donde Enrique II lo colmó de regalos y su impresionante figura barbada hechizó a los cortesanos.
Su fama a traspasado las fronteras del tiempo y espacio, y a más de cuatro siglos de su muerte, registrada el 2 de julio de 1566, sus aportaciones continúan vigentes.
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