Historias Surrealistas
La transición chilanga; ilusión y desencanto
La tradición política universal, pero especialmente la chilanga, nos enseña qué subirse a un ladrillo marea y hasta puede hacernos perder el equilibrio.
Y en un abrir y cerrar de ojos, casi sin darnos cuenta, podemos pasar del estadio maravilloso de la transición y el cambio, a la penumbra y el desencanto.
En tiempos muy recientes la capital Chilanga -dicho en los mejores términos de identidad cultural- ha experimentado cambios políticos de gran trascendencia histórica para la Ciudad misma y nosotros sus habitantes, los chilangos.
Pues además de la instalación del Primer Congreso de la Ciudad de México, la Ciudad de México estrenó su propia Constitución con lo que dejó de ser Distrito Federal para asumirse como el resto de los estados del país, y alcanzar la categoría del mítico estado 32. Se dice fácil, pero fueron procesos intensos de madurez política.
Y antes hubo un gran esfuerzo de ciudadanos que formaron parte del Constituyente para elaborar la Carta Magna chilanga.
Pero en año y medio, los resultados de esta etapa de transición no han sido los mejores ni siquiera los anhelados.
En el balance de la actividad legislativa y de otros rubros los resultados pueden equipararse a un desastre.
Un botón de muestra. De las 889 iniciativas presentadas ante el flamante Congreso de la CDMX, en el último año y medio, sólo 93 fueron aprobadas, lo cual representó un rezago escandaloso del 89.5 por ciento (La Razón 30-12-2019).
Y no sólo eso, según al Índice de Cumplimiento de las Obligaciones de Transparencia del IMCO, el Congreso de la Ciudad de México resultó la institución obligada peor evaluada, o sea, la mas opaca de todas, por debajo de partidos y municipios.
Otros datos del penoso boceto general de lo que tenemos como gobierno lo reflejan los conflictos y la polarización interna en Morena, el grupo con mayoría absoluta en ese Congreso, y que durante cinco semanas no tuvo coordinador.
A esto podría añadirse otro dato que también va en sentido inverso a la cantidad de votos que obtuvieron en las elecciones de julio de 2018; que la jefa de Gobierno de la CDMX llegó a su primer informe con una aceptación del 42.3 por ciento, de acuerdo a una encuesta de (El Universal 12-12-2019).
Los responsables de darle lustre a la transición chilanga, podrán tener sus justificaciones, pero ninguna ha logrado revertir la percepción de que las cosas no marchan tan bien como esperábamos.
Alas y logotipos
Los expertos en puntos de vista de El Rincón del Chamán coinciden en que sin importan los signos partidistas e ideológicos, los chilangos tienen confianza en que sus representantes superen a los que les precedieron para hacer un mejor gobierno que beneficie en el amplio sentido a todos.
¿Qué tanto hemos cambiado?, preguntan los tenaces chilangos que se la juegan todos los días en las saturados pasillos del metro que parece un viaje a lo desconocido o jugándose la ruleta del asalto en las combis o taxis, a ver si toca uno que no sea inseguro, todo para llegar al trabajo. ¿Qué tanto confías en la autoridad?, es pregunta.
Además de los problemas de la movilidad, porque cada a vez somos muchos y seremos mas -somos la cuarta o quinta ciudad más poblada del mundo-, el principal problema que sigue agobiando a los capitalinos es el de la inseguridad.
Como cada quién trae sus propios datos no extraña que la jefa de Gobierno presentara como balance de primer año que los crímenes dolosos disminuyeron 27 por ciento, contra los de otras fuentes que estimaron un incremento del 4 por ciento en los crímenes dolosos. Oficialmente se sigue negando que el crimen organizado opera en la Ciudad de México, pero la percepción del chilango de a pie es otra.
El discurso es bueno, las prioridades de combatir la corrupción nadie las puede objetar, pero en el terreno de la inseguridad un espaldarazo de #YaSabenQuién sirvió para defender a la jefa de Gobierno de sus críticos, aunque los índices de inseguridad no han disminuido.
Aunque no se quiera pensar mal, la gestión de Claudia Sheinbaum se ha destacado por los evidentes esfuerzos para borrar todo lo que recuerde a Miguel Ángel Mancera.
El logotipo de la administración de Sheinbaum, controvertido porque no se trata de un diseño original, fue el primer paso para borrar la cromática rosa de Mancera, por tonos verdes y amarillos. Como si el color hiciera realmente la diferencia. Lo mismo ocurrió con los vehículos públicos, la papelería y la cromática de los barrenderos.
En el Zócalo las cuatro letras gigantes que marcan la identidad chilanga, ce-de-eme-equis, es una abreviatura que fue diseñada en alguna oficina en 2013 y que se hizo oficial apenas en 2016, todo para sustituir el ya viejo y hasta aburrido nombre administrativo Distrito Federal (DF).
Pues los colores negro y rosa de la abreviatura de la CDMX rápidamente fueron repintados con verde. ¿Y…?
Otro cambio sustancial fue la decisión de retirar las “Las Alas de México”, escultura de Jorge Marín de su lugar en Paseo de la Reforma, frente al Museo Nacional de Antropología (MNA) y trasladarlas a la calle de Varsovia, luego de una manita de gato. Lo bueno fue que a nadie se le ocurrió pintar las alas de verde. La justificación fue buena, liberar espacio al paseo ciclista de Reforma, pues como todo mundo sabe la señora Sheinbaum es experta en este opción de movilidad.
Los memes de la jefa de gobierno con dobladillos en el pantalón sujetos con clips y los cascos ciclistas al revés, son mera coincidencia.
Y los que tampoco ayudan mucho son los alcaldes, principalmente los del mismo color partidista de la jefa de Gobierno. Una reciente encuesta de la firma Enkoll reveló que los alcaldes capitalinos de Morena son los peor evaluados, encabezados por los titulares de Xochimilco, Álvaro Obregón y Magdalena Contreras.
Y para entripado de algunos los mejor evaluados son los alcaldes de Venustiano Carranza (PRD), Benito Juárez (PAN), Cuajimalpa (PRI) y Azcapotzalco (Morena), en ese orden.
Mientras tanto, en el flamante Congreso Chilango, lejos de estar enfocados al cien por ciento en el análisis y debate de las tareas legislativas para mejorar la vida de los capitalinos, la mayoría parlamentaria ha perdido el tiempo en la rebatinga por el poder.
Después de cinco semanas de incertidumbre en la que les renunció el coordinador por grillas internas, finalmente se impuso por acuerdo a la pedagoga Martha Soledad Ávila Ventura como coordinadora de Morena en el Congreso de la CDMX y como vicecoordinador a José Luis Rodríguez Días de León.
Y decimos que la fórmula se impuso por acuerdo de las tribus morenistas, porque ninguno alcanzó los votos necesarios para llegar a esa posición. Dicen los chinchorreros que se impuso el grupo de Lenia Batres. Eso dicen. El caso es que ya se pongan a trabajar.
La propia jefa de Gobierno reconoce que el Congreso tiene muchos pendientes. Muchos, muchos.
Los temas de la reordenación del comercio ambulante, la movilidad en la CDMX, el combate a la inseguridad, el desempleo y otros muchos preocupan a los ciudadanos, son los que deben ocupar a los gobernantes. ¿Qué no?
Eso es lo que hay.