Poder y dinero
Liderazgo presidencial en apuros
Con la sucesión presidencial más que adelantada, la convocatoria para votar por el SÍ o NO a la revocación del mandato del presidente AMLO, programadas para marzo de 2022, sale sobrando, no tiene razón de ser.
En 2018 millones de mexicanos votaron por un gobierno de seis años, ni más ni menos, el cual termina en el año 2024, ni antes ni después.
Una de dos, el referéndum es para dorarle la píldora a ya saben quién, como si se tratara del cuento del espejo mágico y parlanchín, o tiene el propósito de encontrar alguna justificación para extender su mandato, aunque sea por dos años. Esto último es casi imposible, porque las reformas constitucionales necesarias están fuera del alcance de Morena.
Suponiendo como esperamos que AMLO cumpla su palabra, se jubile y se dedique a redactar sus memorias, eso nos lleva a preguntar, ¿sobrevivirán Morena y la 4T sin el liderazgo directo de López Obrador?
Ninguno de los destapados le hace sombra a AMLO, es más, Marcelo, Sheinbaum y Monreal van a la sombra de su jefe, guía y pastor.
Sombras, nada más
En el fondo el problema es que no hay renovación de liderazgos y los que existen son sombras nada más
Echemos un vistazo a lo que ocurre en otras latitudes sobre todo en nuestra querida América Latina, donde los liderazgos que hicieron época han venido colapsando.
Esto lo vemos en las manifestaciones callejeras en la Cuba de Fidel y la represión contra éstas; en la tragedia que enfrentan los venezolanos con la sombra de Chávez y en el extremo, el empecinamiento de un personaje que se parece cada vez más al dictador que combatió, nos referimos a Daniel Ortega.
Pero hay más. Parece que fue ayer cuando Raúl Correa, nativo de Guayaquil, encabezó lo que llamó la “revolución ciudadana”, que le permitió estar en el poder diez años, cuatro meses y nueve días. Para no hacerla larga, Correa perdió la candidatura ante uno de sus más cercanos colaboradores, Lenin Moreno, quien en 2018 echó abajo la reforma para la “reelección indefinida” que aprobó Correa en 2015.
Lenin Moreno anticipó que los viejos liderazgos nunca volverían. A Correa lo condenó un jurado a ocho años de prisión por corrupción y hoy vive en Bélgica. Moreno perdió frente al ex banquero Guillermo Lasso y los ecuatorianos dejaron el socialismo moderno fuera de sus planes.
La mente de los líderes es muy compleja. Con los pies en la tierra, el gran Pepe Mujica, ex presidente uruguayo, define que es muy fácil a quien le toca el liderazgo (poder) caer en la miopía de creerse que el centro de la historia es él.
Quienes llegan al poder no lo quieren soltar y hace difícil que se activen los mecanismos de renovación.
Otros ejemplos. En Chile la crisis sanitaria, económica y de salud hizo una combinación explosiva con reformas de gobierno que empujaron al presidente Sebastián Piñera al abismo, su popularidad se desplomó tanto que según encuestas el 82 por ciento de los chilenos lo reprobó, si leyó bien el 82 por ciento.
Creían que Michelle Bachelet se postularía por tercera ocasión, hasta que anunció su apoyo a Paula Narváez para 2022. En los últimos años Bachelet y Piñera, hacían el uno-dos.
El peor caso es el de Ortega que ha encarcelado a 19 opositores y justifica su miedo a perder el poder diciendo que son los que no quieren que la revolución siga adelante; “estamos juzgando a criminales que conspiran para derrocar al gobierno”. Uhmmm y más uhmmm. Y mire, envió a prisión a cinco precandidatos fuertes, entre ellos a Cristina Chamorro. El 7 de noviembre son las elecciones generales en Nicaragua, ¿será Ortega el candidato único?
La historia de Evo Morales es muy parecida a la de su cuate Ortega, pues quiso gobernar Bolivia por cuatro periodos, 20 años, pero no pudo. A Evo no le alcanzaron los votos en octubre de 2019 y aunque se proclamó ganador, renunció a la presidencia por presiones internas. Un año después Luis Arce, representante del MAS ganó las elecciones y con ello el partido de Evo retomó el poder en Bolivia. Evo sigue gobernando.
El caso de Argentina es clínico, pues la señora Cristina Kirchner, heredera del poder y populismo de Eva Perón, sigue tripulando el poder de una gran nación estancada, suspendida en el tiempo.
Los brasileños tuvieron a Lula, acusado de corrupción, quien fue sustituido por Dilma Rousseff, pero antes de terminar su mandato el Senado la destituyó, entró el controvertido Michel Tremer, quien fue interino dos años y medio. Los electores cambiaron de gustos y le dieron su voto al ultraderechista Jair Bolsonaro, quien dicen sus críticos ahora se parece a Maduro pues quiere anular las elecciones de 2022. Bolsonaro unió a los brasileños pero en su contra, hoy gritan, ”Fuera Bolsonaro”.
Pedro Castillo fue proclamado apenas el 19 de julio presidente indígena del Perú, le ganó a Keiko Fujimori por 0.25 décimas de punto, equivalentes a 44 mil votos 048 votos, la elección más cerrada de la historia. Y cómo se definió Castillo para acabar con la polarización social, gritando ¡No soy chavista… no somos comunistas!
En México faltan tres años para que termine el sexenio y desde Palacio comenzó a prepararse la transición sin sorpresas, sin alternancia.
Columnómetro de Aquiles Baeza
1.- La inflación trae malas noticias. En la primera quincena de julio el índice de precios al consumidor llegó a 5.75 por ciento, la más alta desde 2012.
Los productos que más aumentaron fueron el gas doméstico (lp), las tortillas, la gasolina siguió subiendo y agárrese, los precios de los boletos de avión se fueron literalmente a las nubes aumentaron 56 por ciento.
Se espera que el Banco de México suba las tasas de interés de referencia.
2.- “La economía va mejor que nunca”. Famosas palabras en la mañanera del 22 de julio.