Teléfono rojo/José Ureña
Encuestas copeteadas y aún faltan tres semanas
Momento, momento, como dice el filósofo de mi colonia, no te calientes granizo, esto no acaba todavía.
Las votaciones son en tres semanas y todavía tenemos que ver el desenlace del tercer debate entre los aspirantes presidenciales. Será un debate palomero. Eso es lo que esperamos.
Cualquiera que se declare vencedor desde ahora o es un fiel vasallo de la propaganda y sus estrategas o espera un milagro.
Ya lo decía Santo Tomás (que no es el De Aquino), hasta no ver, no creer.
El juego de las adivinanzas puede llevar a más de uno a equivocarse. Desde ahora podemos anticipar cómo las empresas encuestadoras se dedicarán después del 1 de julio a justificarse y explicar por qué fallaron en sus predicciones.
“La política es culpar al de enfrente de los errores propios”, diría el gurú de política para dummies de Indicador Político.
Vaya que esos diferenciales de 20 a 30 por ciento entre el primero y segundo lugares, ni Trump los tuvo.
Lo malo para las empresas demoscópicas serias es que el “cuchareo” seguirá como una maldición oscura que no ha desaparecido. Durante buena parte de las campañas la expectativa era de una competencia cerrada, pero las encuestadoras ven otro mundo.
El sospechosismo se regodea. Vea usted como dicen que Televisa ya tiene candidato por rentarle las instalaciones del estadio Azteca a ya saben quién. ¿Asistirán como invitados VIP los integrantes de la CNTE?
También hay quien dice que la presencia de la CNTE en la CDMX es como enseñar la cola del tigre. Eso dicen.
En la otra esquina, ya se reservó el Zócalo chilango para Ricardo Anaya con un espectáculo que ya lo hubiera querido Juan Gabriel.
Pero tampoco dejen de lado a José Antonio Meade quien puede dar un triple salto y colocarse donde ninguno de los medios de comunicación neo-chairos se la esperaban.
De Jaime Rodríguez, el Bronco, lo más que se espera es que tenga un mega cierre en redes sociales donde habrá lugar reservado para sus seguidores virtuales. A menos que le presten la macroplaza de Nuevo León para el cierre.
En tres semanas todo puede ocurrir.
Propaganda que aturde
La propaganda aturdidora de las encuestadoras ha dado paso a los escenarios más contradictorios en la historia moderna de las campañas políticas.
Uno de los más extraños es que ya saben quién recibiría la banda presidencial precisamente de manos de uno de uno de sus archienemigos, el representante en turno de la mafia del poder.
Lo que nadie se explica es cómo le hacen las encuestadoras para llegar a las cifras estratosféricas que colocan al puntero de la competencia en niveles de hasta 60 por ciento de preferencias.
Hace unos días ya saben quién declaró con modestia: “No me gusta presumir… pero llevo… 60 por ciento… de las preferencias…”
Puede que sí, puede que no, pero ni siquiera los influencers de moda lo presumen.
Déjenme darles un dato. Cristiano Ronaldo, tiene nada más y nada menos que 297 millones de seguidores en Twitter, Instagram y facebook. Justin Bieber anda por los 237 millones y ni gestos hace. En México Luisito Rey y Chummel Torres tienen más seguidores que los políticos.
Los seguidores de los influencers tienen como valor agregado un compromiso (engagement) con su estrella, relación que no siempre ocurre o no se ha demostrado en México a nivel de votos.
Encuestas copeteadas
Un buen ejercicio para los expertos en puntos de vista sobre el comportamiento de las encuestadoras es el trabajo documental que realiza Oraculus.Mx, pues el registro de los resultados de las principales empresas reflejan un interesante contraste. Primero andaban muy modositas y hoy de plano se soltaron el pelo.
Hasta febrero, por ejemplo, Reforma, El Financiero y Parametria conservaban diferenciales de entre 10 y 13 por ciento entre el primero y segundo lugares, alto pero razonable.
Pero algo ocurrió en la competencia entre encuestadoras porque a partir de marzo Parametria, Varela e Ipsos se dispararon a diferenciales de 11 hasta 19 puntos porcentuales.
Esto llevó a considerar que o bien las encuestadoras comenzaron a volar en escuadrón o de plano los negativos del primer lugar se convirtieron en virtudes.
Parametria y Mercaei cerraron marzo con rangos del 21 por ciento, pero en abril (el día 15) Reforma se fue al infinito, cuando publicó que entre el primero y segundo lugares la diferencia era de 22 por ciento. Y los demás lo siguieron. Reforma se moderó al finalizar abril con un diferencial de 18 por ciento, pero luego se fue como la espuma.
A partir de la primera quincena de mayo ya nadie los paró. Ipsos se fue al 22 por ciento; Reforma y El Financiero al 26 por ciento y Parametria hasta 30 por ciento. Aunque usted y muchos no lo crean.
Por supuesto que ha habido encuestadoras que se mantienen con diferenciales por debajo de los 10 puntos como GEA-ISA, pero desentonan.
Si fuera por las encuestadoras, hace rato que esperaríamos la renuncia o declinación de los candidatos que no tendrían nada que hacer frente al primer lugar.
Registro para la historia. Según estos resultados el primer lugar de las encuestas rompió en mayo la barrera del 50 por ciento de las preferencias electorales: Ipsos, 50 por ciento; Reforma 52 por ciento; El Financiero 50 por ciento; Parametría 54 por ciento, Varela 51 por ciento y hasta BGC se atrevió a llegar al 47 por ciento.
Lo curioso es que 1) en México las encuestadoras están muy cuestionadas; 2) La mayoría de las respuestas son de militantes y 3) Más del 40 por ciento de las personas se guardan sus opiniones hasta estar frente a la urna.
Si como dijeron en un foro del INE, las encuestas no pronostican resultados electorales, lo cierto es que meten mucho ruido.
Nota discordante
Luis Costa Bonino, director de LCB-Marketing, es un personaje cuestionado incluso por quienes lo han contratado en México, pero algo sabe al etiquetar abiertamente el manejo de las encuestas como parte de una estrategia de propaganda que aturde y apabulla.
“Las encuestas en México tienen una inmensa tasa de rechazo y no respuesta”, tuiteó Acosta Bonino. También advirtió que alrededor del 40 por ciento de los electores deciden su voto en el último mes de las campañas y un 25 por ciento en la última semana. Una conclusión, es que la elección aún no está decidida.