Tarjetazos de Melita Peláez (Mela para sus detractores).
Pues ese arroz si se coció.
La votación de Andrés Manuel López Obrador rompió todos los pronósticos, pues de acuerdo a los datos preliminares del INE casi 27 millones de mexicanos cruzaron la boleta electoral a su favor.
Es decir, más de 7 millones los que obtuvo hace 6 años Enrique Peña Nieto.
Y no está demás decir que este resultado se descansa sobre un andamio de muy altas expectativas de quienes le otorgaron ese voto, casi el 54 por ciento de la votación total.
Además, debe reconocerse la actitud madura y generosa de José Antonio Meade, Ricardo Anaya y hasta de Jaime Rodríguez, quienes cinco minutos después de los resultados reconocieron su derrota.
Pero más allá de la fiesta democrática que implica para los millones de votantes, con un nivel de legitimación sin precedentes, existen aspectos que generan preocupaciones. Enunciamos algunos.
El cumplimiento de las promesas que motivó la cohesión de las masas y cuya lista es larga, muy larga.
Que bueno que hay compromiso de respeto a la libertad de expresión. Eso se aprecia.
La mayoría sobrada en el Congreso, con y sin alianzas de Morena, le quitarán la posibilidad a ya saben quién de echarle la culpa a otros de que no lo dejan actuar, especialmente al Poder Legislativo.
Figuras muy controvertidas que se cobijaron con la sombra del próximo Presidente, podrían convertirse en la antítesis de la lucha contra la impunidad. ¿Qué no?
Después de la fiesta viene la etapa en la que se revisará el alcance real de lo ofrecido. ¿Un sexenio será suficiente para la Cuarta Transformación de México?
¿A cargo de quién estará la redacción de la Constitución moral?
Son 50 millones de mexicanos los que subsisten en condiciones de pobreza. El punto es saber si estamos ante el fin de la pobreza o sólo se le dará mantenimiento con nuevos discursos.
El problema de enunciar “primero los pobres” es el populismo, película en la que los pobres son personajes centrales y nunca desaparecen.
El llamado a la reconciliación es importante, pero lo que no se alcanza a ver es qué será de quienes en su equipo busquen cobrarse cuentas pendientes, alentadas por odios y resentimientos.
De la nada, Morena amaneció hoy como el partido que venció al PRI, apabulló al PAN y pulverizó al PRD. Y le dio alas a los partidos satélite.
Por lo que anticipó el Instituto Electoral de la Ciudad de México (IECM) la joya de la corona, o sea la jefatura del Gobierno de la CDMX, será parte del carro completo de Morena. ¿Se repetirán episodios como el de la Línea Dorada de Marcelo?
Qué harán para no parecer que es la vuelta del viejo PRI.
¿La CNTE se empoderará de la educación pública?
¿De qué tamaño es la escoba anti corrupción de AMLO?
Otra pregunta, ¿el triunfo de AMLO es un rayito de esperanza para el gobierno de Venezuela?
El tema de la inseguridad sigue vigente. Los asesinatos contra candidatos y aspirantes a candidaturas ligados al crimen es un tema pendiente que no se puede soslayar. ¿Habrá perdón y olvido?
Se reconoce como auténtica la disposición del presidente a la reconciliación, lo que no se sabe es si estarán en esa misma sintonía sus colaboradores más cercanos.
Existe un rango del 46 o 47 por ciento de mexicanos que votaron por otra opción y que se comportaron con altura democrática reconociendo los resultados, y ese segmento social no puede soslayarse.
¿Acabará ya saben quién con la mafia del poder o se creará una sucursal?
Estas y otras preocupaciones están sobre la mesa del nuevo Presidente de la República.
¿Se cumplirán tantas expectativas? Esperemos que sí.