
Cierra Permanente con trifulca entre Alito y Fernández Noroña
“No he sido instrumento del señor general Plutarco Elías Calles; es inexacto que yo, como Presidente de la República, haya sido dominado por nadie. Sin embargo, reconociendo una vasta experiencia en el señor general Calles, no tuve empacho en consultarlo cada vez que estimaba conveniente hacerlo, posponiendo así mi amor propio a los intereses de la Nación”.
¡Nada de zigzaguear! Dijo Obrador en marzo de 2024; era el aniversario de la expropiación petrolera y preparaba la sucesión presidencial. En la parábola de aquel día, el Mesías recordó a Cárdenas y la decisión de entregar el poder a Manuel Ávila Camacho y no al radical Mujica. Ocho décadas después, el tabasqueño afirmó que su apoyo sería para el que mejor encarnara la supuesta transformación. La intención era distinta.
A la muerte de Obregón, y para evitar otra matazón, Calles se diseñó un partido (PNR). Con ello cambió el rumbo de México e inauguró el período llamado Maximato. En la presidencia se sucedieron tres mandatarios y ninguno de ellos gobernó más de dos años. Con Ortiz Rubio quedó claro que el PNR era el instrumento de Plutarco para ejercer el poder.
Consciente de la importancia que el partido tenía en el nuevo orden político, Ortiz Rubio colocó en su dirección a Basilio Vadillo. Sin embargo, en dos meses lo pusieron de patitas en la calle y Portes Gil lo sustituyó. El tamaulipeco demostró lealtad a Calles y no tardó en limpiar el partido de todo lo que oliera al presidente de la República. Dos años después, al día siguiente de su segundo informe, Pascual renunció a la “silla” y seguro le mentó la madre al turco.
Abelardo L. Rodríguez, sonorense, general, secretario de Guerra y dueño de Baja California, quien fue designado para terminar el mandato presidencial, es el autor del sugestivo párrafo con el cual inicia la columna.
No obstante, aunque era una figura menor en la revolución, tenía una larga carrera en el bando sonorense y se había dado la oportunidad de “ganar mundo”. Era un hombre moderno para los parámetros de los personajes de la revolución. Tenía en su haber viajes al extranjero, múltiples cargos de gobierno, jugosos negocios, la experiencia de gobernar un territorio y hasta una batalla que le permitía llamarse revolucionario.
Calles, que planeó la llegada de Cárdenas a la presidencia, nunca pensó en ceder el control sobre el país. Su expulsión y exilio en 1936 es la mejor prueba de que tenía hasta la coronilla al michoacano. El triunfo del presidente en funciones sobre quien se hacía llamar “jefe máximo” es un hecho fundacional para el sistema político mexicano y comprueba que el presidencialismo eficaz es incompatible con un poder transexenal.
En suma: Obrador hará lo posible para seguir en el control de Morena. La razón es clara: tratar de instaurar su maximato.