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Libros de ayer y hoy
Después de días de exabruptos y traspiés, ayer Andrés Manuel
López Obrador y su equipo respondieron con un escopetazo al tiro de
precisión de Latinus y Mexicanos contra la Corrupción que exhibió la vida de
lujo de su hijo de José Ramón López Beltrán y las relaciones de su pareja
Carolyn Adams con la petrolera Baker Hughes que tiene una historia de
crecientes millonarios contratos con el Pemex de la 4T.
Ante esta revelación que hace tambalear el discurso contra la corrupción que
desde hace décadas esgrime el Peje, la Presidencia montó un circo con todo y
patiños para calumniar y denostar a periodistas y críticos con el evidente fin
de sacar del ojo público los cuestionamientos al estilo de vida de su hijo
mayor y que nada tiene que ver con la austeridad que pide al pueblo de México.
La Mañanera de ayer fue diseñada para atacar a los villanos favoritos de AMLO.
Para eso estuvo en primera fila uno de los más visibles propagandistas
digitales de la 4T, Vicente Serrano, que a partir de un estudio publicado hace
un año por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO)
que exhibe cómo operan para amedrentar periodistas críticos del gobierno en las
redes, supuestamente le pidió cuentas al Presidente.
Nomás necesitó López Obrador ese empujoncito con preguntas y afirmaciones
sesgadas de Serrano para validar las injurias de sus AMLOVERS a Carmen
Aristegui, tachar de traidores y conservadores a Carlos Urzúa, ex
secretario de Hacienda; Germán Martínez, exdirector del IMSS, y
Lili Téllez exsenadora del Morena, que le dieron la espalda denunciando los
fallos y excesos de la 4T.
Y se siguió el Peje con un sermón acusando a sus críticos de no amar al prójimo
y ser corruptos para rematar con los supuestos ingresos del periodista Carlos
Loret que o se inventó u obtuvo de manera ilegal de la Secretaría de
Hacienda, aunque se cuidó diciendo que se la habían mandado y, mañoso, afirmó
que haría una solicitud de transparencia al SAT para que verificaran esa información
a sabiendas que no se la pueden dar sin una orden judicial.
Hasta ese extremo llegó López Obrador… el hombre más poderoso de México se
victimizó de nuevo para presentarse como objeto de una campaña de ataques
enfilada por un periodista que en sus discursos gana 15 veces más que él y
además aprovechó para felicitar a sus propagandistas matraquearos disfrazados
de comunicadores por supuestamente hacer periodismo libre frente a los
perversos intereses de la “mafia del poder”.
Todo ese circo armó el Presidente para decir, contra todas las
evidencias públicas, que la petrolera relacionada con su nuera no ha sido
favorecida por su gobierno y tampoco responder a la pregunta que se hacen
todos: ¿Cómo le hace su hijo mayor para vivir como millonario en Houston
mientras él fustiga a los “aspiracionistas” y pregona una vida austera para
todos dentro y fuera del gobierno?
Dijo López Obrador que su hijo José Ramón ya es un adulto
independiente y que será él entonces quien decidirá si responde a estos cuestionamientos.
A ver si de veras sale a dar explicaciones.
Lo que si es cierto es que por más circos que monte, ya quedó claro que el
Presidente no tiene autoridad para hablar de honestidad, decencia y austeridad
a la hora que se ponen en fila los nombres de Felipa, Pío, Martinazo, Bartlett,
Delfina, Salgado Macedonio, Cuitláhuac García, Ovidio, José Ramón y
los que vayan surgiendo, porque esos nombres ya son sinónimo de impunidad o
corrupción por más marometas que dé AMLO y patiños que le aplaudan.
Twitter: @nesojeda
COLUMNA publicada en EL UNIVERSAL