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CIUDAD DE MÉXICO, 28 de mayo de 2017.- El lugar común sobre la brillante escritora mexicana Elena Garro es que estaba loca, que era una mitómana, que fue una delatora de los intelectuales del 68, lo que ha opacado su obra y aporte dentro de la literatura mexicana, afirma el periodista Rafael Cabrera.
El reportero aborda en su nuevo libro Debo olvidar que existí, editada por Debate, la vida de Garro, autora de Recuerdos del Porvenir. Entrevistado por Quadratín, considera que su nuevo material periodístico muestra que detrás de la autora de obras de teatro había muchos matices más interesantes de su personalidad.
La obra aborda distintos momentos de la literata de quien se dice fue la creadora del realismo mágico, etiqueta de la que ella se desmarcaba y calificaba de “pendejadas; asimismo, uno de los periodos incluidos en el libro es cuando su prestigio se hizo añicos luego de ser acusada de entregar a escritores como instigadores del movimiento estudiantil del 68.
En cambio, de manera intencional, aclara el autor, Debo olvidar que existí no se detiene en la relación entre Garro y Octavio Paz; Cabrera explica que no quiso hacer un chisme de alcoba y considera que aún se puede hacer un libro sobre la relación creativa entre dos de los más grandes escritores del siglo XX mexicano.
También comprobó que detrás de los dichos que había contra ella, había una dosis de misoginia.
“Sí hay misoginia en torno a su figura, lo vemos en artículos o gente que escribe sobre ella la ponen como loca o mentirosa. La forma más simplona y reduccionista es verla como mujer loca. Sobre ella pesa el matrimonio con Paz”.
SE BURLABA DE LOS INTELECTUALES
La relación de Garro con los intelectuales mexicanos fue tensa. La autora de la novela Rencuentro de personajes, quien nunca trabajó como profesora o empleada de alguna dependencia gubernamental, siempre los catalogó de gritones bien pagados, críticos pero que le pedían chamba al gobierno y que adoraban el hueso. Las críticas alcanzaron incluso a Paz, a quien pintaba a través de sus personajes como un burócrata que anhela la libertad pero también el poder, recuerda Cabrera.
La relación con los intelectuales explotó en 1968, a causa del movimiento estudiantil que cambió la historia de México, añade.
“Cuando ocurre el 2 de octubre ella y Carlos Madrazo [ex dirigente nacional del PRI y quien falleció en un avionazo] son acusados de estar detrás del movimiento del 68. No era así, estaban formando un frente opositor al gobierno hacia la elección del 70, formar un partido que se iba a llamar Patria Nueva y son acusados de estar tras el movimiento. Madrazo negó tener algo que ver. Pero la reacción de Elena Garro fue más polémica porque reacciona diciendo ‘no fui yo, fueron los intelectuales, ellos eran quienes marchaban, quienes firmaban manifiestos, vayan y pregúntenles a ellos porque son unos cobardes’”, expresa el autor.
Cabrera pone el antecedente que en agosto del 68, cuando las movilizaciones de estudiantes ya inundaban las calles, Garro publicó el artículo El complot de los cobardes, donde responsabilizaba a intelectuales y profesores de la UNAM de estar detrás del movimiento.
Pero después de la matanza del 2 de octubre, cuando ella realizó las acusaciones a la prensa, los intelectuales se le fueron encima.
“Al día siguiente es muy curioso si uno revisa la hemerografía de ese día todos los periódicos reproducen de manera similar las palabras de Elena,’ fueron los intelectuales’, ella se deslinda pero El Universal publica ‘Acusa Elena Garro a los intelectuales’ y pone muchísimos nombres como si ella los hubiera puesto y ella dijo que nunca los había dicho”.
Posteriormente fue detenida por la temible Dirección Federal de Seguridad (DFS) de Fernando Gutiérrez Barrios, quien ordenó encerrarla a ella y a su hija Helena Paz Garro en el Hotel Casablanca, ubicado por el Monumento a la Revolución, donde fueron interrogadas.
“La narración de Elena y su hija en diversas ocasiones es que las tenían encerradas, no había teléfono ni comunicación, había dos agentes cuidándolas y que sufrían ataques de terror y alucinaciones. Siempre estuvieron convencidas de que las drogaron y usaron una droga, Pentotal que se conoce como droga de la verdad, que hipnotiza y respondes y está documentado que se usó en la época de la Guerra Sucia. Esa fue su versión”, prosigue el reportero.
El fuego de la polémica se atizó cuando durante esa estancia prolongada durante dos meses, la hija de Paz redactó una carta a su ya afamado padre –quien renunció a la embajada de la India como protesta por la masacre contra los estudiantes-, un documento arrasador, pero de carácter privado.
“Es polémica [la misiva] porque la hija desdeña la renuncia cuando en ese momento el escritor se encumbra por oponerse al régimen después de la matanza de Tlatelolco y la hija arrasa contra su papá y los intelectuales y la carta es usada por el gobierno, porque si bien la escribe y se responsabilizó, la carta fue entregada no queda claro si a Luis Echeverría o a Fernando Gutiérrez Barrios y se publica otra vez en El Universal. Un documento privado que se vuelve público y que sirve para atacar a Paz y a todos los intelectuales.
“Paz Garro siempre se responsabilizó. En un momento dijo que llegó a ver a Gustavo Díaz Ordaz [quien era presidente de México en 1968] y este le dijo ‘si no fuera por esa carta yo le daba 30 años de cárcel a su mamá’. De algún modo sirve para salvarla de la cárcel la carta pero por otro las desprestigia públicamente. Entonces sí es una autora que cometió errores políticos, ella siempre admitió que no debió meterse en política porque fue error tras error y fue la paradoja de Elena Garro, una autora monumental, la gloria literaria y la ruina personal y política y es un personaje que resulta fascinante. No es solo triunfo, de algún modo nos gustan los personajes blancos y negros puros o sumamente muy villanos y Elena garro tiene todos los matices”.
Fue algo que no le perdonaron a Garro, menos los allegados a Paz; mientras ella se hundía, el poeta dominaba más la escena intelectual. Se le puso la etiqueta de traidora, delatora, loca, mitómana, y se le desacreditó como persona.
“No era tan mitómana como creía, hay responsabilidad de quienes decían eso, ellos mentían”, precisa Cabrera.
-¿Le cobró factura que haya sido esposa de Paz ?
-No lo sé, habría que ver la relación de círculos intelectuales, él era una figura que pesaba, ella no tenía capital político y él era el rey -plantea.
SOBRE PERIODISMO
Cabrera es coautor del reportaje de la Casa Blanca que cimbró a Los Pinos. Cuestionado sobre la situación del periodismo, consideró que los medios tradicionales han comenzado a rezagarse y ve que los de corte digital son los que dan más la batalla.
Al preguntarle sobre el mensaje que el presidente Enrique Peña Nieto dio después de la muerte del querido y admirado reportero Javier Valdez Cárdenas, ironizó.
“Lamentable anuncio, llamas a incrementar el presupuesto de la Fiscalía Especializada de Atención a la Libertad de Expresión [Feadle] cuando en su gobierno ellos se han encargado de reducir el presupuesto, está documentado, entonces no me vengas a decir eso cuando eres quien manda el presupuesto y año con año ha recortado y ahora lo vamos a aumentar, es responsable; y que estén [en el mensaje] los gobernadores pero no haya gente de la sociedad civil ni reporteros, ¿le preguntaron a los periodistas o solo son cosas para quedar bien?», concluye.