Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Hay que trabajar en el empleo formal
El panorama socioeconómico de México es más complejo de lo imaginado y pasa necesariamente por desarrollar programas urgentes para asegurar que, en su desesperación por generar ingresos familiares, los ciudadanos se protejan para evitar rebrotes de la pandemia.
Pero también requiere que las autoridades ofrezcan planes para distribuir en el tiempo la mayor parte de los compromisos fiscales, para que los negocios pequeños y medianos formalmente establecidos no se sigan desmantelados porque de ellos dependen las fuentes de trabajo, el consumo y el pago de los impuestos; sin ellos, la federación no podrá distribuir más ayudas a una población cada vez más amplia y vulnerable.
Este proceso es urgente, dado el deterioro de los sectores industrial y de servicios, especialmente el turismo, y deberá ser contemplado también como parte esencial del proyecto económico gubernamental para 2021.
Hoy, la presión sobre empleo y el empobrecimiento de la población están desbordados.
Datos del INEGI indican que en este momento 34.3 millones de mexicanos necesitan un empleo, pero para las finanzas públicas la promoción de las fuentes de ingresos debe ser dentro de la economía formal para poder reactivar el consumo interno y generar contribuciones tributarias.
En los últimos días se informó que, por efecto de la pandemia del coronavirus entre abril y mayo, se cancelaron 12.2 millones de empleos, de los cuales 3.7 millones formaban parte de la economía formal, que gozaban de prestaciones sociales, mientras que 8.4 millones correspondían a la informalidad y no solo no tenían prestaciones, sino que tampoco tributaban regularmente.
La enfermedad del Covid-19 agravó las deficiencias económicas del país y, con ello, las finanzas públicas, al igual que la incapacidad de satisfacer la demanda social de fuentes de ingreso seguras, bien remuneradas, estables y con prestaciones sociales.
Además, se amplificó el nivel de pobreza, que en 2019 permanecía todavía por debajo del 50 por ciento de la población total del país.
Debido a la inacción gubernamental para conservar las fuentes de empleo, la pobreza actual ya no solo lo es en términos monetarios sino alimentarios, y la perspectiva para revertirlos no es sencilla debido a que la comunidad internacional también enfrenta graves problemas debido a la pandemia.
En el mundo, cuando menos se observan los siguientes problemas que, aún con el T-MEC y la supuesta amistad de Donald Trump, México no podrá desligarse: en primer lugar, el comercio global se ha desplomado y hay una tendencia hacia el proteccionismo; muchos de los precios de los productos básicos de exportación han mostrado fuertes variaciones, generalmente a la baja.
Por efecto del confinamiento sanitario, en el mundo se interrumpieron los procesos productivos y la salida de la cuarentena ha sido desigual, además de que muchos compradores han sufrido rebrotes sanitarios con la consiguiente suspensión de compras.
Más grave todavía es el derrumbe de los servicios turísticos con graves afectaciones al sector restaurantero que, en el caso de México, es fuente de ingresos informales para muchos hogares, sin que, se pueda asegurar una reactivación en este verano ni en la primera mitad del año próximo.
Y, por si fuera poco, se espera que hacia adelante se observe una disminución de las remesas.
Eso, sin descartar que se pueda presentar algún desastre natural de carácter hidroclimático, además de que el servicio de la deuda pública mexicana será más costoso por efecto de la devaluación del peso y la caída del PIB.
De tal manera, es inminente el deterioro de las condiciones de vida de la población. Que puede ser peor si no se respalda la viabilidad de las empresas micro, pequeñas y medianas dentro del sector formal, no precisamente con créditos sino con la posibilidad de ampliar plazos para el pago de las contribuciones, junto con la exención de multas y recargos en periodos determinados.
Este segmento económico es esencial para garantizar empleos que, a su vez generen consumo e impuestos.
Veamos los datos que proporciona el IMSS que son los que expresan la realidad de la economía formal: el desempleo más amplio en los meses pasados ha sido entre ciudadanos que ganan uno a dos salarios mínimos, que representan unos 945 mil puestos de trabajo. En seguida se observa el desmantelamiento de 90 mil empleos con salarios de más de 4 salarios mínimos.
Por tamaño de empresa, la mayor cantidad de despidos se dio en establecimientos con 51 a 250 asegurados, donde se perdieron 325 mil puestos que afectaron a un número muy similar de hogares.
Bajo las condiciones actuales, la pobreza generalizada es una ruta asegurada, por eso, urge un golpe de timón con acciones fiscales en favor de la economía formal y no solo en busca de votos.
@lusacevedop