Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Desatinos públicos, economía débil y un negro panorama
A estas alturas, cuando el escándalo de los videos y la incapacidad política son temas destacados de conversación, mientras la inflación que ya alcanza una tasa de 3.99 por ciento y los ahorros ya no valen nada, hay un indicador que refleja la manera en la que la sociedad trata de impulsar a la economía nacional mientras el gobierno federal dedica su mejor esfuerzo para iniciar una nueva campaña política con vistas a las elecciones de 2021.
Más allá de los beneficios monetarios que disfrutan algunos sectores sociales, no necesariamente los más pobres, la población en su conjunto ha buscado revivir el intercambio de bienes y servicios.
Es por lo que observamos que las ventas al menudeo en todo el país mostraron en junio, con la misma timidez de mayo, un crecimiento de 7.8 por ciento lo que significa una ligera sacudida si consideramos el profundo hoyo que enfrentamos como consecuencia del confinamiento debido la pandemia y al pasmo de las autoridades frente a la emergencia.
Aunque ese aumento no puede llamar al repique festivo de las campanas de nuestra mermada economía, ya que este indicador mantiene un desplome del orden de 17.2 por ciento a tasa anual, esto es junio de este año contra junio de 2019, según informa el INEGI.
Lo grave es que el movimiento positivo en las ventas al menudeo no tiene la consistencia suficiente para pensar en la reanimación económica.
El horizonte plantea que, por falta de estímulos productivos y desempleo en la economía formal, las ventas minoristas permanecerán en terreno negativo durante los próximos meses, aun cuando veamos avances mensuales, pero con caídas anuales porque el confinamiento y la falta de políticas públicas colocaron a este índice en el nivel prevaleciente en 2008-2009, cuando se vivió la crisis financiera mundial debido al colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos que se cruzó con la epidemia de la fiebre porcina AH1N1.
La profundidad de la crisis nacional es de tal magnitud que, aunque las ventas al menudeo mantengan avances marginales, considerando que el desconfinamiento económico empezó en junio, la recuperación será lenta e incierta. El resquebrajamiento del mercado laboral, el desplomen del ingreso de los hogares y las presiones inflacionarias no permiten plantear una perspectiva optimista.
Aunque hay que considerar que las tiendas departamentales ya dieron muestra de incremento en sus ventas, pero no de manera uniforme en todas las regiones.
En junio respecto a mayo, diez de las doce categorías que conforman el indicador mostraron avances. El mayor crecimiento fue el subíndice de bebidas y tabaco con +85.1 por ciento, cuando en mayo fue de -16.5 por ciento; seguido de textiles y ropa, con 67.5 por ciento; tiendas departamentales 34.8 por ciento y artículos de papelería 27.9 por ciento.
Llama la atención que las ventas de productos de salud disminuyeron 0.9 por ciento y que el comercio electrónico se desplomó 7.3 por ciento cuando en mayo creció 12.6 por ciento por el Hot Sale y el Día de las Madres.
A tasa anual, solamente tres de las doce categorías lograron avanzar, en donde el comercio electrónico aumentó 66.5 por ciento e impuso una marca histórica por el confinamiento; seguido de las tiendas de autoservicio, con 3.5 por ciento.
Las caídas anuales más impresionantes en junio se observaron en textiles y ropa -61.5 por ciento; artículos de papelería -51.3 por ciento y las tiendas departamentales con -39.5 por ciento.
Con la mayoría de los indicadores en situaciones similares al que se describe, es inaudito que las autoridades federales prefieran el circo, la maroma y el teatro de la grilla que a reactivar a la economía.
Así que, por el bien de todos, primero los pobres… pero todos y sin distingos.
@lusacevedop