Obispos de México: Un nuevo horizonte/Felipe de J. Monroy*
Nuestros bolsillos tienen otros datos
En un entorno económico adverso, no es fácil entender lo que le pasa a nuestra economía.
Se ha tratado de trasladar un ambiente triunfal frente a la adversidad sanitaria por el hecho de que la cotización del peso frente al dólar, a pesar de los errores y omisiones en el manejo de la pandemia o los desfiguros gubernamentales en cualquier segmento que se piense, nuestra moneda no solamente no se ha devaluado, sino que aparece más fuerte que la de Estados Unidos.
Con esa imagen se trata de transmitir al pueblo que “vamos bien” y que estamos “de buenas” aunque se eviten otros datos, como el hecho de que el consumo privado no alcanza a recuperar el mínimo de su dinamismo por efecto de preferir la inversión pública en obras suntuarias y los apoyos asistencialistas con efectos de muy corto plazo a fin de omitir que la “fortaleza del peso” se sustenta, en buena medida, en los ingresos históricos de remesas.
Para dimensionar la importancia de los envíos de divisas que hacen los mexicanos que viven en el extranjero, principalmente en Estados Unidos, entre enero y septiembre sumaron 29 mil 964 millones de dólares, cantidad que representa un incremento del orden de 10 por ciento por arriba de lo que recibió el país en el mismo periodo del año pasado, de acuerdo con información oficial del Banco de México.
Ahí está en buena medida el respaldo. Eso y la inercia, porque el plan que anunciara en abril el presidente López Obrador para contrarrestar a la emergencia económica provocada por el coronavirus ha sido ineficaz, como lo muestra el hecho de que Indicador Mensual de la Actividad Industrial (IMAI) no registró variación real en el pasado mes septiembre respecto de agosto.
Y lo peor es que, si lo comparamos con el desempeño observado en septiembre de 2019, descendió (-) 7.5 por ciento. No solo eso, de los 29 subsectores de la actividad industrial que reporta INEGI, 27 registran caídas para todo el periodo enero-septiembre de 2020, con relación al mismo lapso periodo del año anterior.
Para no dejar a un lado el desánimo de la falta de voluntad política para promover la producción y el bienestar, en el tema del valor de las mercancías en general, que tienen una fuerza muy importante para nuestros los bolsillos y para lo que se puede llevar hasta las mesas de la mayoría de las familias, no se ve la luz al final de la pandemia ni las bondades económicas de las que se hablan en las mañaneras.
En octubre, para contar con el dato más reciente, el Índice Nacional de este referente esencial registró un crecimiento mensual de 0.61 por ciento, con lo que la inflación anual ya es de 4.09 por ciento, un punto porcentual por arriba del objetivo y si confrontamos estos datos con los del mismo periodo de 2019 los resultados nos entristecen porque fueron de 0.54 por ciento mensual y de 3.02 por ciento anual.
Por esa razón, la junta de Gobierno del Banco de México decidió por unanimidad mantener en 4.25 por ciento la Tasa de Interés Interbancaria a un día. Esto se debe a que la trayectoria esperada para la inflación es incierta y, según se nos informa, “los riesgos a los que están sujetos tanto la inflación, como la actividad económica y los mercados financieros, que plantean retos importantes para la política monetaria y para la economía en general”.
Así las cosas, si no es cinismo, resulta ingenuo que el gobierno federal se vanaglorie de que la calificadora internacional Fitch Ratings informe que la calidad crediticia de México en el mundo seguirá en la clasificación” BBB negativa con una perspectiva estable”, que es el preámbulo de ser considerado un país de alto riesgo para la inversión.
Con el tañer de las campanas al vuelo, las autoridades del país (que seguramente no ven las estadísticas ni entienden las explicaciones del Banco de México) aseguraron que la exhibición de cómo se ve en el extranjero el pésimo desempeño de la economía nacional, en realidad es el “reconocimiento por el manejo responsable de las finanzas públicas, por su política macroeconómica consistente y finanzas externas robustas”.
En fin, cada quien ve lo que le conviene aunque el deterioro y el desánimo crecen. Total que para cambiar la percepción está la propaganda aunque nuestros bolsillos nos indiquen tener otros datos.
@lusacevedop