Observar a la abogacía/ José Antonio Bretón
Como en la historia, en este mundo hay dos tipos de personas: las que buscan la felicidad y las que eligen ser felices.
Esto, que puede parecer simple, produce el mayor contraste en la existencia. Si bien no es lo mismo no sufrir que ser felices, la cuestión más importante que considerar e “¿Qué es ser feliz?”. La respuesta influye en todas las decisiones de la vida.
¿Cómo defines la felicidad, querido lector, la vives? A esta pregunta vital le dedicamos menos tiempo que a contestar un chat. ¿Se la has hecho a tu pareja, a tus hijos y amigos? ¿Haces de ser feliz una intención en tu día o consideras que es parte del propósito en la vida?
Claro que todos deseamos, en menor o mayor grado, ser felices. El hecho es que quizás “esperamos” que la felicidad llegue a nuestra puerta o la buscamos en el lugar equivocado. ¿Será que le tememos y renunciamos a ella por anticipado?
La vida nos devuelve lo que corresponde con nuestro estado interno. Una persona feliz puede ser más auténtica, mejor compañera de vida y más productiva que una enojada y resentida. Pero olvidamos que ese estado de gracia, además de producir placer, es terapéutico y nos sana y es también un camino espiritual.
Rumiar la pregunta “¿qué es ser feliz?” conduce a la reflexión sobre la vida; ¿se requiere honestidad y valor para responderla? Sí, cualidades que en ocasiones es difícil desarrollar y mantener, más los beneficios son enormes.
Pensemos en el pasado y honremos los momentos de eternidad en los que nos hemos sentimos felices. ¿Qué nos dejaron, qué nos pide la vida asimilar de ellos? Ahora pensemos en el presente, ¿qué desea la existencia que aprendamos y aprovechemos de ellos para las relaciones, el trabajo y nuestro entorno? Por último, imaginemos nuestro futuro, ¿hay alguna lección de la felicidad que todavía debamos comprender?
Y a doña Teresa Gurza. En memoria de su querido hermano Manuel, recién fallecido.
Nadie hubiera imaginado hace pocos años que se convertirían en derechos, entre muchos otros, las decisiones personales para contraer matrimonio, las opciones sexuales y matrimonios igualitarios, las aspiraciones de mujeres y niños a no ser violados ni golpeados, de trabajadores a 8 horas de trabajo, de padres ancianos a recibir pensión de sus hijos y de los animales a no ser maltratados.
Pienso por eso, que tal vez algún día será derecho universal la asistencia para que puedan morir con dignidad y sin dolor, quienes sufren padecimientos físicos o síquicos sin solución.
Es triste que ayudemos a nuestras mascotas a irse de esta vida cuando por edad o enfermedad es necesario y no seamos igual de misericordiosos con seres humanos que padecen sufrimientos inaguantables y sin perspectiva de mejora.
Todos hemos visto personas amadas sufrir indeciblemente al final de sus vidas, sin que haya forma de cambiar su situación clínica; y eso podría haberse evitado con decisiones adecuadas.
Siendo un tema muy polémico por todo lo que implica, creo que la “muerte digna” es la solución para no morir entre desconocidos, llenos de cables y en carísimas unidades de última tecnología, que solo alargan la agonía, retardando el fallecimiento y dejando endeudada y agotada a la familia.
Cuando hace 4 años, precisamente otro noviembre, murió de cáncer mi hermana Beatriz, escribí que antes se temía que la muerte llegara demasiado pronto; pero con los adelantos médicos, el miedo es a que sea demasiado tarde.
Y ahora que murió Manuel por EPOC y tras pasarlo muy mal por una caída que complicó su estado, quiero destacar la necesidad de prepararnos para que al momento de enfrentar esa inevitable experiencia suprema que es la muerte, conozcamos opciones que nos permitan elegir el mejor final de vida posible.
Hasta el momento la Iglesia Católica no aprueba la eutanasia, pero es ya legal en ocho países; algunos de ellos de fuerte tradición religiosa.
Holanda fue el primero en legalizarla en 2002; Bélgica meses después, Luxemburgo en 2007 siguieron Canadá y Colombia, con algunas restricciones y desde 2011 la Corte Europea de Derechos Humanos concluyó que las personas tienen derecho a decidir la forma de su muerte.
En marzo de este 2021, España legalizó el derecho de los enfermos terminales a una «muerte digna».
La Cámara de Diputados de Chile aprobó este año un proyecto de eutanasia, que no contempla a menores de edad y excluye la causal de dolencias psíquicas.
Italia, Irlanda y Uruguay, están en ese camino y el parlamento portugués lo está analizando.
Mientras que Suiza y el estado australiano de Victoria, permiten el suicidio asistido; cuya diferencia con la eutanasia es que, en ésta, un profesional de salud administra alguna sustancia letal, y el suicidio asistido consiste en ayudar a que se realice en las mejores condiciones.
Este lunes 22, Italia aprobó el primer caso en beneficio de un tetrapléjico de 43 años y los 70 millones de habitantes de 10 estados gringos, pueden solicitarlo legalmente.
En México solo hay eutanasia pasiva, que “permite” que el enfermo grave rechace alimentos y procedimientos médicos; también puede firmarse estando sano, el documento de “Voluntad Anticipada”.
Los cambios mundiales han ido ocurriendo principalmente porque hijos médicos que han visto el sufrimiento de sus padres, han pugnado por modificar la forma como la gente ve el morir, en contraste con lo que pasaba hace pocas décadas cuando incluso pensar en eso se consideraba crimen y pecado.
Otro reciente adelanto en el tema de derechos, pero de animales, lo protagonizó este jueves 18 el congreso de Francia; que argumentando que perros y gatos son seres vivos y sensibles y no juguetes, prohibió su venta en tiendas a partir de 2024 y la exhibición de animales en circos y delfinarios y se penará el abandono de mascotas.
España presentó recientemente una ley para regular la tuición de animales caseros cuando las parejas se separen y diputados de Ohio, EU, aprobaron otra que los reconoce como “gente”.
Y legisladores de Colombia prohibieron matar a los hipopótamos que, buscando comida, salieron del zoológico del narcotraficante Pablo Escobar muerto por la policía en 1993, y se han reproducido hasta convertirse en plaga.
Uno de los primeros avances en derechos animales, fue el apoyo que una jueza argentina dio en 2014 a la orangutana Sandra; cuyo caso les platiqué aquí y culminó en reconocerla como “persona no humana”, para poder sacarla de su jaula en el zoológico de Buenos Aires y llevarla a un santuario en Florida”.
Disfrutar del sentir, pensar y expresarse de estas escritoras, Rosa María Campos, Gaby Vargas y Tere Gurza, no solo alienta, sino estimula.