Visión financiera/Georgina Howard
Nos piden más de lo mismo.
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Y nosotros encantados de servir al lector amigo.
Ni el grupo Frena ni la Cnte detienen al presidente, afirma Amlo en Chiapas
El gobierno no tiene pendientes con el magisterio, sostiene.
Y seguimos con la polémica que ganó Jorge Alberto Manrique y nos refiere el ilustre historiador José Antonio Aspiros Villagómez.
En la charla preparada para alumnos de un diplomado universitario de investigación sobre robos de arte en México, que aquí se sintetiza, el tecleador se refirió ampliamente al Templo Mayor de los mexicas y, así, siempre en primera persona, expuso otras informaciones:
“Después de que el entonces presidente José López Portillo declaró que había usado su poder para ordenar las excavaciones del Templo Mayor y que así aflorara el pasado histórico de México, la directora de Planeación del Departamento del Distrito Federal, arquitecta Ángela Alessio Robles, anunció que para ello serían expropiados inmuebles en 40 mil metros cuadrados del Primer Cuadro o Centro Histórico.
Y como eso alarmó a los posibles afectados, el propio director del INAH, Gastón García Cantú, desmintió la noticia, pero no evitó las críticas de un influyente experto en arte, Jorge Alberto Manrique, quien entonces era director de Investigaciones Estéticas en la UNAM.
“Este crítico e historiador del arte, fue un convencido defensor de las construcciones coloniales en el Centro Histórico, y cuando se enteró que habría excavaciones arqueológicas allí, hizo críticas agudas que le merecieron una réplica de García Cantú, quien rechazó que en esos trabajos cuando mucho se encontrarían los huesos de un perro, como lo dijo Manrique en referencia al predio de la librería Robredo, el primer inmueble en ser demolido.
“Por lo que he sabido desde entonces, se le hizo caso a Manrique, quien al ser entrevistado en 1983 por la revista Entorno, especializada en arquitectura y diseño urbano, recordó que, desde el primer momento, él y otros integrantes de la Comisión de Monumentos del INAH dijeron que la solución adecuada era excavar por debajo de los edificios existentes, como en Roma y Barcelona, pero le habían contestado que eso resultaba muy caro.
“De paso, criticó a López Portillo por su expresión -que llamó “despótica”- de que tenía el poder de decidir que se hicieran las excavaciones.
Dijo con ironía que el presidente no era técnico en restauración y en monumentos, y aun así quería “rehacer” el Templo Mayor, lo cual -a su juicio – nos haría “el hazmerreír del mundo”.
“Y cuando fue entrevistado años después por la revista Proceso (23-06-1990), lamentó que “ante el poder todo el mundo se dobla”, y nadie fue capaz de decirle al presidente lo que podría pasar con los trabajos del Templo Mayor, ya que la Catedral, el Palacio Nacional y el Palacio Arzobispal, habían pasado por etapas de riesgo de venirse abajo, y que ese peligro aumentaría con las excavaciones, ya que ‘el suelo de la Ciudad de México es muy delicado’.
“También reprobó la construcción del museo de sitio del Templo Mayor, algo que es una práctica normal donde hay zonas arqueológicas, pero, para él, eso fue absurdo en una ciudad con tantos museos ‘que podrían albergar las piezas encontradas’, y porque además daba un ‘aspecto de contaminación y prostitución visual’.
“Si ustedes han ido al Museo del Templo Mayor, tendrán ya su opinión sobre si la monumental Coyolxauhqui y todo lo que con ella se exhumó, podría estar mejor en otra parte.
El Museo Nacional de Antropología sería la alternativa, pero ya está lleno, y originalmente se pensó en crear el Museo de Tenochtitlan en el edificio que fue de la Preparatoria 2, adyacente a la zona excavada (Guatemala y Licenciado Verdad), pero se descartó para hacer algo mejor acondicionado.
“Algunas casas coloniales fueron ‘desmontadas’ desde que iniciaron las excavaciones de 1978, es decir, sus tabiques y demás componentes fueron numerados, catalogados y guardados para su reposición en otro lugar, pero nunca se supo si se hizo así, ni dónde. Y como aseguró Manrique, ‘pasarán cinco generaciones sin que eso suceda’.
“El 22 de junio de 2016, el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información (INAI) ordenó al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) buscar y entregar información sobre cuántos edificios coloniales fueron “desmantelados” debido a las excavaciones del Proyecto Templo Mayor, dónde se encuentran ahora sus fragmentos, cómo se les protege y quiénes son los responsables de su cuidado.
“El INAI pidió lo anterior, porque dos dependencias del INAH dieron información contradictoria, pues una dijo que eran tres y otra que nueve, los edificios desmontados, y al parecer fueron cometidas otras transgresiones a la ley, de las cuales no tengo información.
Pero es importante recordar que, desde 1987, el Centro Histórico es patrimonio cultural de la humanidad por disposición de la Unesco.
“A principios de 2016 asistí a una conferencia de Matos Moctezuma, quien nos dijo que el Proyecto Templo Mayor sigue adelante, pero a partir de 1991, cuando se creó un Programa de Arqueología Urbana, se excava (como propuso Manrique) por debajo de los edificios coloniales del Centro, e inclusive de la catedral metropolitana, y se han respetado los inmuebles existentes.
“Matos explicó, como un caso especial, que el inmueble del Centro Cultural de España en México -Donceles 97- ahora tiene dos subsuelos: el primero con un museo de sitio y restos del colegio azteca llamado Calmécac, así como figuras de personajes importantes, y el segundo con el estacionamiento que se iba a construir arriba y fue suspendido debido a esos hallazgos.
“Los españoles dueños del inmueble sufragaron algunos gastos del rescate arqueológico, por lo cual Matos llamó al hecho ‘la venganza de los mexicas’.
“’No hemos parado de excavar’, nos dijo el arqueólogo, para que la gente conozca que debajo de esta ciudad, la que le gustó a Manrique, está otra, que es la que les gusta a los arqueólogos y le gustó a López Portillo.
“Cuando fui a las excavaciones del Templo Mayor, prácticamente tuve a la Coyolxauhqui al alcance de la mano. Luego vinieron más exploraciones y pude ver cómo los objetos que eran encontrados se protegían en cámaras de humedad y con tratamientos químicos, para evitar su desintegración al contacto con el medio ambiente después de siglos bajo tierra.”
Y seguimos como aula magna, con inaudita arrogancia.