
Juego de ojos
Fue el veintiocho
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Un experto historiador mexicano, vecino de San Juan del Río,
Querétaro, nos instruye sobre el aniversario del día de la independencia:
“Estimado amigo:
Hay dos no muy pequeñas imprecisiones (por no llamarles dolosas
mentiras del INEHRM) en tus Nubes de hoy, que acabo de leer porque el
día estuvo tupido.
La fecha formal de la independencia de México es el viernes 28
de septiembre de 1821 cuando fue firmada el acta correspondiente, y
no el jueves 27 cuando hizo su entrada triunfal a la Ciudad de México
el Ejército Trigarante”.
Un día de diferencia, nos explican
Y a propósito del documento, circula en redes sociales un cartel
supuestamente oficial con motivo del Bicentenario, donde aparece
burdamente alterado su nombre, pues dice “Acta de Independencia de
la República Mexicana”, cuando todos sabemos (bueno, así debería
ser) que se llama Acta de Independencia del Imperio Mexicano, como
lo indica la imagen agregada a ese cartel por alguna mano anónima.
El imperio surgió en 1821 y la república después.
Dejemos que un experto nos los explique. Y así lo hace en
Textos enLibertad, el historiador José Antonio Aspiros Villagómez.
Nosotros lo compartimos como un acto meramente educativo.
Ambos acontecimientos son por igual hechos históricos
importantes, y hasta anecdótico el primero porque Agustín de Iturbide,
quien iba a la cabeza del desfile rumbo al Palacio, cambió la ruta para
pasar frente a la casa de María Ignacia ‘La Güera’ Rodríguez,
mecenas de la causa independentista.
El ingreso de los Trigarantes a la capital fue preparado con
anticipación. No se trató de una horda desbocada que tomaba la
plaza, sino de una marcha ordenada para la que hubo tiempo hasta de
preparar un arco triunfal bajo el cual pasaron.
De hecho, un grupo al mando de Vicente Filisola había llegado
pacíficamente a la ciudad el día 24 tras la salida del ejército virreinal la
víspera, y tuvo que desplazarse temprano el 27 para ocupar su lugar
en aquel desfile.
Para que así resultara, el primer comandante Agustín de
Iturbide emitió una orden general con las instrucciones de cómo sería
la entrada desde Chapultepec y cuáles tropas formarían la vanguardia
y la retaguardia, además de la hora en que deberían estar
concentradas: las cinco de la mañana en unos casos, y las siete en
otros.
En apego a las indicaciones, el Ejército Imperial (así está
mencionado en el documento) llevó en la vanguardia a la división
comandada por el coronel Anastasio Bustamante; luego desfilaron una
compañía de cazadores “formada en guerrilla”, la artillería, la infantería
y la caballería.
Bustamante era el segundo comandante y además era
michoacano como Iturbide; ambos eran amigos y habían sido militares
realistas antes de luchar por la independencia.
Tan amigos, que quien posteriormente fue dos veces presidente
de la república pidió que a su muerte su corazón se depositara en la
capilla de San Felipe de Jesús de la Catedral Metropolitana, junto a los
restos del primer emperador.
La Orden que dispone cómo sería la entrada del Ejército a la
Ciudad de México, fue dada el 21 de septiembre de 1821 al Estado
Mayor General con indicaciones de que “este ejército juntará su
cabeza apoyándola por el camino que llaman de la Verónica, a la
puerta del frente de Chapultepec”.
Por su parte la retaguardia -según aquellas instrucciones-
tomaría “parte del camino de los Hospicios, que se dirige hacia
Tacuba” y “para no retardar el movimiento general de todo el ejército,
el señor jefe de la vanguardia procurará dar sus órdenes y emprender
su marcha con la anticipación que sea necesaria”.
Al ya citado napolitano Vicente Filisola, antiguo realista que
apoyó el Plan de Iguala, se le instruyó para que saliera del cuartel
general de México “antes de amanecer, dejando en dicha capital sólo
lo más preciso con los rancheros” y ocupara con su ejército “el punto
que les compete en la división a que pertenecen”.
Tiempo después, tras la abdicación de Iturbide como emperador,
Filisola prestó valiosos servicios a la república.
Todo fue planeado para aquel desfile de hace dos siglos.
Iturbide dispuso que la única entrada a la capital fuera por la garita de
Belén, y que sólo podrían “ir a caballo los señores jefes y ayudantes” y
pie a tierra todos los demás, mientras que el Estado Mayor general iría
“al lado del señor primer jefe (él), para cuanto pudiera mandar”.
Además pidió a los jefes y comandantes procurar “que la tropa
se presente con el mayor aseo posible, atendidas las circunstancias
de falta de vestuario, con el armamento y correaje en el mejor estado
de aseo”, así como guardar “el mayor silencio y moderación, tanto en
la marcha el día de la entrada como en los subsecuentes de la
permanencia”.
También se tomaron medidas para el alojamiento de tanta gente.
Según una infografía de la agencia Notimex que data de 2014 y
cita antiguas fuentes documentales, como los insurgentes al mando de
Vicente Guerrero no tenían uniformes, “utilizaron el atuendo del
Cuerpo Urbano de Comercio de la Ciudad de México”.
Y no solamente fue el tema del buen aspecto; también se pidió
“que todos los individuos del Ejército Trigarante guarden la mayor
armonía con los habitantes, dando con esto más pruebas de su
disciplina, subordinación y buen comportamiento”.
De hecho, la población recibió con júbilo la llegada de los
libertadores.
En el Museo del Caracol, junto al Castillo de Chapultepec, un
diorama muestra el momento en que –dice la cédula que explica la
escena—“Iturbide atraviesa la puerta de acceso a la calle de Plateros,
hoy avenida Madero, que estaba flanqueada por el Palacio de los
Azulejos y la iglesia franciscana de la Tercera Orden, donde ahora se
levanta la Torre Latinoamericana.
Ahí, el presidente del Cabildo de la ciudad le hizo entrega a
Iturbide del bastón de mando”. (Lo que le dio en realidad, fue la llave
simbólica de la ciudad).
Al día siguiente fue firmada el Acta de Independencia y se
nombró a los integrantes de la Junta Provisional Gubernativa y la
Regencia con “miembros de la vieja burocracia virreinal”, dice también
la cédula en el Caracol.
O como lo menciona la obra precursora de la historia
oficial, México a través de los siglos, “ninguno de los esclarecidos
patriotas que sobrevivieron a la larga y heroica lucha por la libertad
mexicana fue llamado a sentarse en dicha junta”.
Pero varios de ellos fueron después presidentes de la República,
como en los casos de Guadalupe Victoria, Vicente Guerrero, Nicolás
Bravo y Antonio López de Santa Anna, además de que en una fuente
consultada dice que Guerrero sí fue convocado a firmar el Acta de
Independencia, pero declinó con el argumento de que había una
previa de la época de Morelos (pero que no tuvo efectos).
Según la infografía ya citada, el Acta habría sido “modificada” en
1823.
Localizamos en Google el cartel con el nombre cambiado, que
nos remitió al Twitter de la Secretaría de la Defensa Nacional y la
respuesta allí fue que “esta página no existe”.
Saque usted sus conclusiones.
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