Teléfono rojo/José Ureña
Sin periodismo, no hay democracia.
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Nuestro colega, el licenciado en periodismo, maestria en literatura y buen amigo, don Mario A. Díaz, director del Diario de Matamoros, y autor de la columna “Desde el Balcón” acaba de recibir el título de Doctor Honoris Causa.
Tras evaluar talento, capacidad y contribución a la sociedad en materia de comunicación, periodismo y actividad gremial, en ceremonia solemne, en el Campus Nuevo León, la Facultad de Comunicación y Periodismo de la UDS Global University otorgó el reconocimiento.
Al asumir el honor, expresó:
“Honrosa distinción que a partir de este momento formará parte importante de mi vida profesional y se convertirá en legado que seguramente habrán de recordar futuras generaciones”.
Reconocimiento que comparto con dos invaluables pilares en mi trayectoria profesional: mi amada esposa Arlete y mi hermana Lupita, aquí presentes.
“Soy un convencido de que sin periodistas no hay periodismo y sin periodismo no hay democracia.
“Son precisamente las nuevas generaciones las que decidirán el rumbo político, social y económico de nuestro país”.
“Justamente, el estado de Nuevo León es un ejemplo claro de la importancia que reviste el relevo generacional que garantiza el progreso de la entidad y el bienestar de los neoleoneses”.
El gobernador de esa norteña entidad federativa, Samuel García Sepúlveda apadrinó esta generación que involucra a periodistas, comunicadores, abogados e ingenieros.
La rectora del Campus Nuevo León es doña Amyleth Palacios Medina.
La felicitación es implícita para el Club Primera Plana, al que pertenece y la nuestra con la intervención del también colega y maestro Roberto López Moreno, con su prosa doctoral:
“Con murmullos de lápiz y alaridos de tinta al través de estos cantos quisiera encender tales imágenes que mereciese cada una todo un libro, un libro donde quepa el extenso grito de éste grito con su abecedario a deletrearlo a delatarlo abriéndole las entrañas tras las páginas.
E. G. R. A. Enrique González Rojo
Estamos, pues, en movimiento, braceando en las ondas monóxidas del viento, para no ahogarnos en oleajes del vociferomanoteo acumulado.
Coatlicue se redunda Xochipilli en el Tlatoani (desde mí Zdravitza (irreverencia humilde) mínima, por los pueblos) para que la piedra hable por sus hijos, esos, caminando en la galaxia sin tener conocimiento en su de su peso, de sus pétreos litorales lermando de sus propias lágrimas.
Vendrá -ya está aquí- el que siguió (de) (a) Tecayehuatzin con la oferta verbal como cosecha.
En quince cantos pedernal al pulso nos abriremos el pecho hasta el salto felino del todo astro.
Hay que deletrear el infinito y hay ya para ello; el poeta de pie en su ábrara magnífico.
Los advierte primero, no se sueñe que una gota más que iracundia es lágrima, luego el verbo se encamina y acomoda en el pistón quemante.
El motor de las neuronas empieza a otear el cosmos, el otro acunamiento que nos fluye, que nos materializa desde las obscuras espirales, desde su pupila de siglos sin siglos, sólo esto multiplicado por el número que proyectil se incrusta.
En las lúminas vertientes vertiginias del polvo.
Una suerte de ocasos ha tejido esta trama de carne tiritando, a ella hay que volver a que tracemos la necesaria ortografía de las auroras.
El poeta en uno de sus rapsos nos dibuja cómo le infiere punta a su grafito.
Armado esta desde antes caballero del verbo, latido principal de la hermandad andante, transitando la vastedad de sombras de aquella inmensidad que los demás ignoran, que sólo le imaginan con arrobo en la ésta muy tan plena orfandad de las metáforas.
Los átomos se crispan frente a la aguda lente ¿desde qué estrella -preguntaré al poeta-vienen rodando los átomos que constituyen las consideraciones de su lectura? peso sobre peso, liviandad sobre liviandadas poleas.
Ábrara: raíz cuadrada de la luz multiplicada por el segundo anterior al primer segundo.
Polvo de estrellas somos, un fragmentito, Menos, de la enorme curva que luego nos enmarca.
Así como lo de adentro es lo de afuera, así como lo de arriba es lo de abajo, la lectura del poeta, su inquisición que está dentro de la bóveda nos deviene directamente de la entraña y la llamamos atmósfera para ganar lo externo y la llamamos externo para ganar la atmósfera.
Coordenadas y paralelos sinfonizan el oído abierto éste hacia los especulados tetra cantos del cenzontle.
Los cuatro y el mismo. Cuatrocientos hacia lo eternizado.
La bestia de sus sentidos aúlla adentro del poeta.
Dice que a la casa de la fiera va a adentro de Sí mismo.
Y un eje de asombros que nos cimbran.
La treziéme reviant c´est encore la premiere.
Y Nerval se cuelga de una galaxia para alumbrar una obscura callejuela de París, el mundo.
El poeta Enrique observa el cosmos.
Contempla en noventa no venta novela no vela, hoguera requiere la elevada potencia.
Lo registra la memoria de elefante
emefante
enefante
erefante
esefante
Noventa, no venta, novela, no vela, hoguera requiere la elevada potencia.
Rizna carniuta rizna liumpacerto.
Quince cantos y poeta.
Poeta González Rojo, nos deletreaste el infinito y lo volviste a escribir para nosotros en el 13.1416 de tu poema. Roberto López Moreno. Ciudad de México, América.