Juego de ojos
El robo de joyas
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Que no se entienda mal. Son joyas del pasado. No del presente.
Nada tienen que ver, se piensa, con los que cenan en fatuos bares. O los que liquidan la cuenta.
A propósito, acabamos de leerlo:
“Don Carlos Buenas tardes
La cena de Lozoya si constituye un delito.
El le declaro a un juez civil, en una demanda de daño moral, que no podía acudir a una audiencia que se le había notificado debido a, dijo Lozoya al juez ,reitero, que no podía salir de su casa por un mandamiento judicial y días después cena fuera de su casa en un restaurante de las lomas de Chapultepec.
Aunado a ello la FGR declaró que si podía deambular por la ciudad de México. Lozoya sí podía acudir a la audiencia y que no estaba impedido.
Luego entonces faltó a la verdad al juez que lo requirió e incurrió en un delito de falsedad de declaraciones debido a que lo declaro bajo palabra al juez civil”.
Nosotros subrayamos:
“La autoridad es una ayuda, pero si está mal ejercida, se convierte en opresiva, no deja crecer a las personas y crea un clima de desconfianza y de hostilidad, y lleva también a la corrupción”.
Y sobre el robo de joyas para que nos lo aclare y platique acudimos a experto en la historia de México.
Quienes están interesados en el robo y venta de obras de arte en México y los demás países de América Latina, y no sólo de bienes arqueológicos, les conviene conocer una base de datos de reciente creación, titulada Memoria robada, patrocinada por el medio digital peruano Ojo Público (memoriarobada.ojo-publico.com).
“Allí se encuentran más de 50 mil fichas de hurtos, repatriaciones y subastas de bienes culturales, diversos tipos de documentos para seguir la pista de los robos de arte en el mundo, información periodística sobre casos concretos, las 39 mil obras de arte saqueadas de 132 países y reportadas a la Interpol en los últimos cien años, las casas de subastas de 14 naciones que vendieron piezas robadas en Latinoamérica, etcétera.
“Lo que existe en Memoria robada -dos millones de datos-, es material de primera mano obtenido en buena medida gracias a que los periodistas que participan, pidieron información a las autoridades judiciales de Perú, Guatemala, Costa Rica, Argentina y México, con apoyo en las leyes de transparencia que obligan a los gobiernos a dar la información que solicitan los ciudadanos en general.”
Estos datos los sacamos, sin permiso del escritor, simplemente del cajón. Esos, no muy viejos recuerdos, datan de finales de 2016.
Utilizamos antecedentes de una charla preparada para alumnos del diplomado universitario de investigación sobre robos de arte en México.
Platica José Antonio el esposo de la también escritora doña Norma Vázquez Alanís de Aspiros que del robo se enteró por las noticias, pero le ocupó un tiempo escribir algunos comentarios.
“Me refiero al robo del códice Tonalámatl de Aubin a la Biblioteca Nacional de París, en junio de 1982. Meses antes había visitado una exposición sobre códices en el Museo Nacional de Antropología, y luego, motivado por ese audaz hurto, escribí una nota sobre códices para la agencia Notimex, y un reportaje para la revista En Todamérica, por el cual en 1984 recibí del presidente Miguel de la Madrid una mención honorífica durante la entrega de premios del certamen nacional a que convocó el Club de Periodistas de México.
“Hasta donde sé, porque así me lo dijeron en el INAH cuando lo pregunté, el códice se encuentra guardado en la biblioteca del Museo Nacional de Antropología.
“En síntesis, la historia es que un abogado de Quintana Roo llamado José Luis Castañeda del Valle, fue a esa biblioteca parisina, pidió el códice y se lo prestaron un poco a regañadientes, y él devolvió a la empleada el estuche vacío. Lo trajo a México, lo ocultó, y cuando Francia se lo reclamó a nuestro gobierno, Castañeda lo entregó a la policía.
“La pieza no fue devuelta a Francia, sino que hubo un acuerdo para que se quedara en custodia de México. Toda la información que recabé, aunque el caso no se había cerrado, está resumida en el primer capítulo de mi libro Los dioses secuestrados. Estos son los primeros párrafos:
‘El 19 de junio de 1982, un joven abogado mexicano llegó a la Biblioteca Nacional de París y solicitó a la encargada, Monique Cohen, el original del códice Tonalámatl-Aubin, con más de un siglo guardado en esa institución. La empleada, quizás sorprendida por tal audacia, le dijo que “esto no lo entienden los mexicanos y lo único que hacen es no tomarlos en cuenta”.
‘Según la versión del propio afectado, en forma grosera le quisieron negar el documento prehispánico, pero finalmente se lo facilitaron y surgió en él la idea de “recuperarlo” para México. Guardó el códice bajo su ropa, devolvió vacía la caja que lo contenía, recogió su “carta de lector” y salió del lugar.
‘Cuando el director de esa Biblioteca se enteró del hurto, dio aviso a las autoridades de su país, que a su vez lo comunicaron a las de México, y solicitaron tanto la captura del responsable como la devolución del códice. El 17 de agosto siguiente -casi dos meses después- los diarios mexicanos publicaron la noticia de que Interpol había detenido en Cancún al licenciado Castañeda del Valle en posesión del valioso documento, y estaba a disposición del Ministerio Público Federal.
‘A través del agregado de prensa de su embajada en México, Pierre-Henri Guinard, Francia manifestó su “satisfacción” por la captura del “ladrón” e insistió en que recurriría a los canales diplomáticos y oficiales necesarios para recuperar lo que “es nuestro”, según el francés. Guinard dijo que seguramente su país no solicitaría la extradición de Castañeda, pero a cambio esperaba que la justicia mexicana ejerciera la acción penal procedente contra el acusado, pues de lo contrario se estaría violando el Derecho Internacional.
‘Pero la historia terminó totalmente distinta de los deseos franceses. Castañeda del Valle quedó en libertad condicional por falta de documentos probatorios para su consignación dentro del término constitucional, y el Tonalámatl-Aubin no fue devuelto… ni se sabe hasta la fecha nada de su paradero. Supuestamente lo tiene la Biblioteca del Museo Nacional de Antropología.’ (Fin de la transcripción).