Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
El PCM fue factor decisivo para las libertades que hoy tenemos.
Tres colegas José Antonio Aspiros Villagómez, Jorge Herrera Valenzuela y doña Teresa Gurza –los últimos serán los primeros–nos platican sobre los orígenes del Partido Comunista Mexicano. Y dan nombres, que ahora están de fiesta en la Rotonda de las personas ilustres.
Advierten, porque algunos lo ignoran y otros pretenden olvidarlo, que el PRD debe su registro y gran parte de sus bienes, al esfuerzo de miles de sacrificados comunistas que lucharon por sus ideales sin esperar diputaciones, puestos, poder o dinero, como es la actual tónica.
Este 24 de noviembre se cumplieron cien años de la fundación del Partido Comunista Mexicano, sin cuyas luchas no viviríamos en democracia.
Los bolcheviques fueron perseguidos durante décadas por el gobierno mexicano y relegado por Moscú, China y Cuba por sus posiciones independientes.
Insistimos en que el PCM fue factor decisivo para las libertades que hoy tenemos: Su continua oposición al régimen de partido único. Su perseverancia en buscar cambios sin violencia.
Participó incluso en cinco elecciones presidenciales en desiguales condiciones y en dos de ellas sin registro legal.
Y su constante defensa de la autonomía sindical y los derechos de los que menos tienen, lo hacen referente indispensable en la historia de nuestro país.
Don Valentín Campa es el cuarto mexicano originario de Nuevo León, en esa Rotonda.
También recibieron los honores el educador Moisés Sáenz Garza, el escritor Alfonso Reyes Ochoa y el general Mariano Escobedo, secretario de Guerra y Marina con el presidente Sebastián Lerdo de Tejada, gobernador de Nuevo León y cuatro veces gobernador de San Luis Potosí,
Además el héroe en el Sitio de Querétaro, en el preludio del fusilamiento de Maximiliano, Miramón y Mejía, en el Cerro de Las Campanas.
Campa fue candidato presidencial en 1976 por el Partido Comunista Mexicano, aunque oficialmente no figuró.
El único candidato registrado fue José López Portillo.
Don Valentín a los 23 años de edad, en 1927, se afilió al Partido Comunista, donde dos veces fue expulsado.
En él militaron los principales pintores, artistas, científicos y escritores mexicanos; y ciudadanos incorruptibles y congruentes que, por pertenecer a él, fueron encarcelados.
Compañero de lucha con el ingeniero Heberto Castillo Martínez, quien también está inhumado en la referida Rotonda.
Seguramente nuestras nuevas generaciones, ellas, ellos y los demás, poco o nada han oído o leído de esa agrupación política, la primer de izquierda en México y el nombre de dos mexicanos.
En él militaron los principales pintores, artistas, científicos y escritores mexicanos; y ciudadanos incorruptibles y congruentes que, por pertenecer a él, fueron encarcelados.
Fundó y presidió el Partido Unificado Socialista de México, el PSUM.
Como reconocimiento a sus destacadas aportaciones a la sociedad”, los restos mortales del líder ferrocarrilero Valentín Campa y del principal dirigente de la izquierda mexicana, Arnoldo Martínez Verdugo, reposarán en la Rotonda de las Personas Ilustres.
(Valentín fue trasladado este lunes y Arnoldo lo será el próximo 24 de mayo, fecha de su aniversario luctuoso.)
Nos dice Tere:
“Quiero unirme al homenaje rescatando algo de lo que escribí en mayo de 2013, cuando falleció.
Frente al desprestigio, inconsecuencia, avidez y chabacanería, que son ahora signos de la mayoría de los políticos y de todos los partidos, resalta la personalidad de ese hombre decente, discreto, inteligente y sencillo, que dirigió el PCM de 1963 a 1981 sin caer en el culto a la personalidad, a que tan proclives han sido organizaciones y dirigentes de la izquierda nacional e internacional.
Sin la contribución de Arnoldo, que además de político fue historiador y pintor, no puede entenderse la democratización de México.
Encabezó la lucha porque se reconociera el derecho de los comunistas mexicanos a existir legalmente. Logró en 1979, el registro que transformó a México en un país plural.
Impulsó la formación de la Coalición de Izquierda; cuyos votos en el Distrito Federal, fueron semilla de la que germinaron los gobiernos perredistas y los morenistas.
Característica de su dirigencia, fue la suma y no la división; y de su forma de ser, el no sentirse caudillo y hacerse a un lado en beneficio del conjunto.
Sabía que, con la incorporación de universitarios con más bagaje académico, los antiguos dirigentes quedarían un tanto relegados.
Pero leal a sus principios, les abrió espacios desde los que pudieran aportar conocimientos que hicieran más viable y atractiva, la opción socialista; y ayudaran a fundamentar su convicción, de que la democracia debía abarcar a sacerdotes y militares, sindicatos y mujeres.
Advierten los colegas, porque algunos lo ignoran y otros pretenden olvidarlo, que el PRD debe su registro y gran parte de sus bienes, al esfuerzo de miles de sacrificados comunistas que lucharon por sus ideales sin esperar diputaciones, puestos, poder o dinero, como es la actual tónica.