Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Qué más puede pedirse a la vida
Tu obra que incluye luchas y batallas a lo largo de 62 años en el periodismo, de tus ochenta y uno de vida, es la tesis con la que obtienes el máximo galardón académico en la comunicación, que se otorga a nivel mundial.
Hoy le correspondió a la Universidad Internacional el honor de conceder el título de Doctor Honoris Causa a un estupendo reportero llamado Teodoro Rentería Arroyave. Nuestro hermano. Y colega.
Qué más puede pedirse a la vida profesional, cuando se obtiene el máximo galardón que otorgan las universidades del mundo. Preguntamos.
Siempre has tenido un sueño por el que luchar, Un proyecto que realizar. Algo que aprender. Un lugar a donde ir. Pero sobre todo a alguien a quien querer, tu familia, que te apoya. A ella, Silvia, sobre todo.
Se ha especulado mucho sobre si las facultades de un ser humano, proceden desde su misma creación. Pero no bastan para descubrir la vocación.
Tenemos que aceptar la influencia familiar, los estudios desde la primaria, el entorno social, y obvio, la decisión personal de no equivocar el camino, y si caes en él, corregirlo. Como señalas.
Tu obra bibliográfica Nuestra Vida Son Nuestras Batallas. Es la historia de las irrestrictas luchas por las libertades de Prensa y Expresión. En este trabajo bibliográfico, suman 14 obras de temática periodístico. En México y en el mundo. Y el esfuerzo por consolidar instituciones. Que has logrado.
En México eres el fundador del Instituto Mexicano de la Radio. Dos veces presidente del Club “Primera Plana”, una de las asociaciones gremiales más respetadas y respetables e influyentes del país.
Inspirador de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, organismo que aglutina más de 180 colectivos, con cerca de 20 mil representantes.
Creador y Presidente del Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo.
A los que por tu ánimo, con deberes adquiridos, nos dieron nuestro título en periodismo. Sumamos, lo tenemos contabilizado, mil doscientos treinta y siete.
No soslayamos tu tránsito en prensa, Excélsior, treinta y cinco años. En radio otros tantos o más. En televisión un poco menos. Y en cibernética desde su iniciación. En fin, mira a los que has llegado.
Ello te ha dado, coincide con el suscrito nuestro compañero José Antonio Aspiros, amigos inquietos hasta el último aliento. Algunos vanidosos hasta el hartazgo. O inteligentes por su discreción. Envidiablemente cultos. Otros valiosos por su genio. Y humildad, algunos más.
Hemos oído decir que la felicidad de mis amigos, es tu propia felicidad. Porque con sencillez adviertes que aprendes de todos ellos y nos das las gracias.
Como ahora que en tu recepción recordaras al ausente, tu hermano. Que nos hace recordar, a sus casi 90 años, que el pasado ya se fue. El futuro no ha llegado. Y que el hoy, es lo importante.
Haces presente en tu lucha, para no decir batalla, que Dios no castiga ni premia. Da vida y marca senda para llegar a nuestra meta.
Al hablar de gratitud mencionas al Quijote, caballero de la triste figura. Y corriges que sea “Entre los pecados mayores que los hombres cometen, aunque algunos dicen que es la soberbia”.
Porque es el desagradecimiento, insistes don Teodoro, al citarlo.
Añades que de gente bien nacida es agradecer los beneficios que reciben, y uno de los pecados que a Dios más ofende es la ingratitud.
Y así lo ofrendes al rector de la máxima casa de estudios en Morelos, Francisco Javier Espinosa Romero. Al director en la licenciatura de comunicación, José Javier del Castillo Martínez. Y al Claustro Académico, periodistas y amigos, que te acompañaron en la ceremonia.
Sobre todo al colega maestro en periodismo, Arnulfo Domínguez Cordero, que une su criterio al nuestro al aseverar que el periodismo en México es difícil de entender sin la figura de Teodoro Rentería Arróyave.
Has logrado todos, sí todos, lo grados académicos: licenciatura, diplomado, especialidades, maestría y doctorado.
Pero, acaso lo más importante, no te olvidas de tus soportes familiares, al referirte, con devoción a tu amor, Silvia. A tus nietos María Fernanda, María José, Arnau y Gustavo.
Y a quienes, ella y tú, han formado, sus hijos Gustavo y Meritxell. Teodoro y Yenni.
Y a todos los que voluntaria o involuntariamente nos leen, les recordamos que EN LAS NUBES sabemos que nacer no se pide, vivir no se sabe y morir, como nosotros, no se quiere.
Enhorabuena amigo querido.