Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
El sentido común, la ciencia y la filosofía nos dan información de la verdad de las cosas.
Es el instinto de sobrevivencia, y muchas enseñanzas como saber que el fuego quema, si no sabes nadar te ahogas, si tienes sexo puedes resultar embarazada.
Sin sentido común perderíamos la manera de sobrevivencia, como los que padecen discapacidad intelectual y los que sufren Alzheimer.
En la actualidad vivimos una desorientación y fatalidad que se agrava por el ritmo tan acelerado al que nos lleva la tecnología
El sentido común es el conocimiento ordinario, la sabiduría de la cultura, el conocimiento y las creencias que se transmiten a través del inconsciente colectivo.
Dejemos mejor a la doctora homeópata, sicóloga y escritora, doña Rosa Chávez Cárdenas, nos amplíe, con conocimiento, el tema.
En la era industrial el sistema avanzaba al ritmo de los barcos de vapor y los televisores de bulbos, hoy vamos de manera acelerada en el mundo de la información y la biotecnología.
Los adultos apenas comprenden las nuevas tecnologías y sus hijos tienen mucha información, pero han perdido empatía y la sabiduría ancestral llamada intuición.
El médico ya no tiene el ojo clínico.
Desde 1990 internet cambió el mundo.
Ni cuenta nos dimos como nos atrapó la web.
Parecía el sistema más democrático. Sin embargo, los poderosos lo utilizan para imbuírmos en ideologías y en sus negocios a través de las redes sociales. Más peligroso que los medios de comunicación tradicionales.
Pero nos falta ver, los trastornos que se avecinan con la Inteligencia artificial y la revolución de la cadena de bloques y criptomonedas como el bitcoin.
Nos adoctrinaron en materias como: historia, religión y nos mostraron el mundo en un mapamundi.
Pocas veces nos mostraron donde nace un río y como llega al mar y a una vaca pariendo a un becerro.
A los ingenieros los enseñaron a construir edificios, carreteras, puentes y presas sin pensar en las consecuencias que tendría el sistema ecológico de la región.
En cuanto a la medicina, a ingerir fármacos para paliar el dolor, alargar y crear vida, un bebé in vitro, a diagnosticar entre tanta tecnología, pero, eso no evita que, hasta el hombre más rico del mundo pueda impedir que sus hijos hayan heredado una enfermedad genética que afecta sus riñones y que posiblemente continué con sus nietos. Ya hasta perdimos la capacidad de asombro con tantos inventos.
Qué difícil es controlar el mundo interior, los que tienen problemas para dormir, saben lo difícil que es bajar la velocidad a un cerebro acelerado, las preocupaciones, los pensamientos pesimistas que dan vueltas y los mantiene en alerta, una lucha con una mente revolucionada.
Hoy en día, es uno de los grandes problemas, a los niños los mantiene distraídos, hiperactivos, los adultos tratan de parar el pensamiento obsesivo y se atrapan en compulsiones como: el orden y la limpieza, la ludopatía, las compras, incluso en conductas autodestructivas como morderse las uñas, cortarse; arrancarse el cabello, quemarse la piel, en fin.
Nos enfrentamos a un colapso ecológico y mental, los cambios tan vertiginosos alteran el sistema mental.
Los empresarios están al tanto de las necesidades para vender medicinas milagro, comparten mercadotecnia fabulosa, para convencer que un científico que trabaja en la NASA, descubrió un secreto que tenían guardado.
Estamos atrapados en algoritmos que se encuentran en los autos y las redes sociales. Con operaciones que se realizan con corrientes eléctricas en las computadoras.
Nos estamos algoritmizando. Dónde quedó el sentido común. ¿Dejaremos de ser humanos?