Escenario político
Inmensa Alegría
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Sí, con inmensa alegría lo compartimos.
Empezaba la noche cuando sonó el teléfono. Escuchamos la voz de nuestra nieta Ximena Guadalupe Ravelo Barba:
“Abo, quiero que sea el primero en saberlo. Rafael Jesús acaba de pedirme sea su esposa.
“Y mañana llegan sus padres de Mérida a solicitar la anuencia de los míos, para contraer matrimonio”.
Enmudecimos de felicidad.
“Abo, esta noche frente a mis papás, a los que invitó a cenar para entregarme el anillo de compromiso, informaremos de nuestra decisión, que ya la intuyen”.
Cierto, pensamos, ya sus papás, nuestro hijo el abogado Jorge Alberto Ravelo Reyes y la arquitecto y pedagoga Marta Alicia Barba de Ravelo, lo sospechaban.
No olvidamos cuando nuestro nieto su único hermano, el médico Jorge Alberto Ravelo Barba y Mariana, desde Barcelona donde viven y trabajan, anunciaron su boda, en México, en octubre, comentamos con su padre: Y seguro sigue Xi.
Recobramos la calma. “Qué te parece”, inquirió ella.
Sensacional, hija. Bety y yo estamos felices, ya me lo susurró al oído.
Pero te pregunto, ingenuamente, te refieres al licenciado en mercadotecnia y maestría en desarrollo de capital humano, el yucateco Rafael Jesús Puertas Reyes, quien nos ha tomado fotos en la casa.
“Claro. El único. En la Universidad Anáhuac de México trabaja.
“Sus papás, también yucatecos son los médicos cirujanos Rafael Puertos Mocoroa y Guadalupe del Socorro Reyes Ramírez. Trabajan y viven en Mérida, Yucatán.
“Mañana durante una cena, en familia –vienen acompañados de sus hijos—pedirán a mis papás, como se dice, mi mano”
(Una ceremonia similar en la que casi cuarenta años participamos para pedir la mano de Mercedes, para el primogénito Carlos Fernando)
E insistí: Xi, y en dónde han pensado casarse. Rápido respondió: En Mérida, por supuesto. Están invitados.
De y cuándo. Presuntamente en octubre. Mismo mes que Jorge Alberto, nos enteró.
“Pero no te preocupes. No será el mismo día. Mis papás, nos dice la pedagoga con maestría –ella disfruta su trabajo en la Universidad Iberoamericana—no tienen, hasta ahora el don de la ubicuidad”
Soltó una sonora risa, que no carcajada, para amenazarnos.
“El próximo domingo te informaremos, Rafel y yo, en detalle. Te mando un beso. Y duerme tranquilo, como acostumbras”.
Y, complacido, desconecté el auricular telefónico.
Y soñamos:
Mía: rosas, llamas.
Mía: así te llamas.
¿Qué más harmonía?
Mía: luz del día;
¡Qué aroma derramas
en el alma mía
si sé que me amas!
¡Oh Mía! ¡Oh Mía!
Tu vida fundiste
Y con mi vida fuerte,
fundimos dos bronces.
Yo triste, tú triste…
¿No has de ser entonces
mía hasta la muerte?
De Rubén Darío, poeta nicaragüense, el poema.
A nuestros amigos y lectores mil gracias por leernos, comprendernos y compartir la alegría y felicidad que nos invade.