Escenario político
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Todos los días coincidía un borrachín en la iglesia con la cofradía. Y se acercaba al Altar a comulgar.
Una dama le llamó la atención al cura, quien evocó: “El Cuerpo de Cristo, no se le niega a nadie”.
No obstante, el sacerdote tuvo certera idea: En lugar de la Hostia, al borrachín le puso en la boca una goma de borrar.
Y el hombre arrodillado junto a la feligresa, comenzó a masticar. A lo que ella, ofendida, le explicó: “El Cuerpo de Cristo no se mastica”.
De inmediato el beodo le dijo:
“Es que me tocó “ñervio”
Por supuesto, me indican, mejor esto que hablar de la perversidad de la política. En donde todos o casi todos los que escriben presumen de su ferocidad. En su beneficio, como dice y dice bien Epigmenio Ibarra.
Mejor la prosa como los poemas o poesías nos hacen recordar que vivir no es solo existir.
Que lo importante, ya sabemos, no es llenar la vida de años. Sino llenar los años de vida.
Y nos permite su invisible presencia afirmar que, como ellos, el que cultiva el silencio se hace más humano y pacífico. Mas consciente y responsable. Más auténtico y alegre.
Vaya, para entenderlo, hagamos silencio y dejemos hablar al corazón.
Primero, para agradecer. Al repasar la historia, la cantidad favores recibidos.
Tenemos a tres bardos.
Uno de ellos, además fue médico cirujano, don Fortino Rentería Meneses. Y progenitor de los Rentería Arroyave. Uno de ellos Teodoro.
“¡A ti, Madre mía, tierna y abnegada!
la del alma virgen, la del alma amada,
te vengo a cantar: no tiene mi lira un dulce sonido,
pues son sus acordes un hondo gemido,
pero que interpretan el inmenso amor tenido
Yo quiero ofrecerte de las bellas flores
sus lindos colores, sus suaves olores,
su santa pureza…Yo quiero ofrecerte los alegres sones,
de mustios zenzontles y alegres gorriones,
que con sus preludios calman la tristeza.
¡En ti, madre mía! Yo veo reflejado
los dulces recuerdos de mi padre amado
que se haya en el cielo.
Y por eso hoy tus hijos te ofrecen la palma,
símbolo de amores, símbolo del alma…
¡Oh Madre bendita! Eres de tus hijos sublime consuelo.
¡Madre idolatrada! ¡Madre bendecida!
A quien dulcemente debemos la vida: veme con pasión;
deja que en tu frente imprima yo un beso
que os doy con el alma, y lleva en exceso
vehementes latidos ¡de mi corazón!
Y también un breve poema de Fernando Celada Miranda, “El Cantor de los Obreros” “El cantor del Amor”, “El Cantor de Xochimilco”, cuya obra manumisora es excelsa.
“Madre: tu santo querer
que me da ventura y calma,
es caricia para mi alma,
Y latido para mi ser.
Eres la noble mujer
por cuidarme envejecida
eres la segura égida
que me sirve de consuelo
eres el sol de mi cielo
y el áncora de mi vida”.
Para Amado Nervo ser poeta era su vida. Fue su intimidad más profunda y expuesta. Escribir poesía le era indispensable.
Se recuerda a los cien años.
Mejor será leerlo y continuar el camino con:
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.
Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡más tú no me dijiste que mayo fuese eterno! …
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas…
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
Nada mejor que olvidarnos del cruel presente.