Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Atornillado a la máquina
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Los atornillados a la máquina debemos tomar en cuenta lo que escriben los maestros.
Copiar sus textos para enriquecer los nuestros, de ninguna manera es “fusilamiento”, como algunos acusan.
Qué haríamos los incultos sin leer a los clásicos. Y qué pecado es repetir y asimilar sus creatividades,
Tomémoslo en cuenta. Porque ya estamos atornillados a la máquina. No hay nada como un sueño para crear el futuro.
Porque soñar con él, es mucho mejor que lamentarse por el pasado. Y que decisiones tomadas en pocos segundos, definen futuros enteros
Como hacemos también, todos, sin excepción, en ilustrarnos.
Compartimos, con el crédito debido, lo que a nuestro juicio redactan apreciables colegas.
O tomar frases de lo que hemos leído de escritores, genios, sabios del pasado y el presente.
La incertidumbre del futuro es algo que nos ha intrigado como especie humana.
Realmente no sabemos qué es lo que nos traerá el futuro y lograr enfrentarnos a él exitosamente a veces puede resultarnos complicado, y lo único que nos queda es prepararnos con nuestros pensamientos y nuestras actitudes.
Ellos nos hacen recordar que la mejor manera de predecir el futuro es creándolo. Porque el futuro comienza hoy, no mañana.
El futuro está oculto detrás de los hombres que lo hacen.
No puedes escapar de la responsabilidad del mañana evadiéndola hoy. Ni que los sueños de tu pasado sean la realidad de tu futuro.
Y que cada vez que tomas una decisión, cambias el futuro. Cambia tu vida hoy. No te juegues el futuro. Actúa ya sin demora.
Creo que el futuro de la humanidad está en el progreso de la razón a través de la ciencia.
Por cierto, acabamos de recibir el texto de su nuevo libro, 317 páginas, que se llamará “Palabras de ocasión” del maestro, colega y gran amigo, don José Antonio Aspiros Villagómez.
Nos hace saber que el propósito es rescatar y agrupar por materias, información duradera que puede ser de utilidad general.
Charlas, ponencias, talleres, docencia.
Así como dejar constancia del trabajo desarrollado por los autores -su esposa Norma Vázquez Alanís y José Antonio Aspiros- durante el eficiente desempeño profesional.
Contiene principalmente datos para el conocimiento y la consulta
presentados con un tratamiento periodístico, es decir, con el estilo, técnica y extensión de los géneros correspondientes, según hayan sido escritos para una revista, un periódico, una página digital o una agencia de noticias.
Es un orgullo platicarles algo del contenido.
Un aspecto complementario del trabajo periodístico, consiste en
compartir ideas, experiencias y conocimientos con públicos idóneos. En mi caso fueron muy pocas las ocasiones presentadas, por buena suerte dada mi mayor preferencia por aprender, que por enseñar.
Este volumen de la serie Textos reunidos contiene la mayor parte de esa actividad: algunas clases, charlas, talleres, ponencias y un pequeño ensayo sobre la censura, expuestos en un lapso de 45 años y en su mayoría sobre temas de mi profesión: el periodismo.
Destaco en su contenido dos tópicos, aunque no son los únicos que abordo: el trabajo en las agencias de noticias, que fueron los medios donde pasé la mayor parte de mi vida laboral, y el buen uso del idioma español en la labor periodística, que para mí es la principal herramienta antes que un teclado, una cámara o un micrófono.
Fueron diversos los escenarios -incluida el aula- donde tomé la tribuna y los motivos que me llevaron a hacerlo. Tal vez en algunos casos se trató de un impulso voluntario para probarme en este tipo de actividad, pero la mayoría fue por invitaciones prácticamente insoslayables.
Siempre hubo aplausos -también algunos cuestionamientos- y las constancias impresas recibidas y que conservo como pequeños trofeos, ya forman parte de mi currículum.
La primera de mis charlas, en 1975, fue más de tipo laboral que gremial, pues asistió todo el personal -no solamente periodistas- de la Editorial Mex-abril donde trabajaba para la revista Automundo, y no recuerdo cuáles fueron las motivaciones que tuve, porque el ambiente en la empresa era bastante pesado y renuncié al año siguiente.
Lo único que mantengo en la memoria es que, cuando fue promovido como director de la citada publicación, el compañero Luis Arenas Rosas -hijo del historiador y periodista Diego Arenas Guzmán- dijo que “yo me caso con mi máquina de escribir”, y eso inspiró el título de mi exposición.
Pasaron casi seis años para volver a presentarme ante un auditorio, ahora con las trabajadoras sociales de una clínica-hospital del Seguro Social donde me conocía la jefa de ese servicio, María Antonieta Escobar, quien también tenía estudios de periodismo y por un tiempo laboró en la agencia Notimex.
Cuando José Antonio Calcáneo Collado fue presidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos (Fapermex, 2005-2007) me distinguió con invitaciones para dar una charla en Irapuato, Guanajuato, y un taller tanto en Playas de Rosarito, Baja California, como en Villahermosa, Tabasco.
Los detalles están aquí, junto con los respectivos textos.
Pero antes, cuando se creó la Fapermex en Ixtapan de la Sal, Estado de México (2002), presenté una ponencia sobre ética, cuyos comentarios por parte de algunos asistentes me dejaron gratificado, lo mismo que cuando el entonces presidente el Club Primera Plana (2002-2005), Julio Pomar, me invitó a participar con él en un seminario en Taxco, para los colegas de Guerrero.
Esas experiencias me dieron a conocer entre los compañeros de la Fapermex y se tradujo en invitaciones para ser dos veces (2007 y 2008) jurado del Premio al Mérito Periodístico ‘José Pagés Llergo’ organizado por la Universidad Quetzalcóatl de Irapuato, Guanajuato, y la Asociación de Comunicadores Profesionales de Irapuato, AC, encabezada por Irma Hernández, y para dar una conferencia a reporteros locales que a última hora fue cancelada y se convirtió en una plática de desayuno, pero aquí está inédita y completa.
Ya estaba yo fuera de esa agencia de noticias cuando, a finales de 2008, me buscó quien había sido mi jefe, Jacobo Vega Méndez, para invitarme a colaborar con él en la agencia Amex de la Asociación Mexicana de Editores (AME).
Él era entonces el director de ese medio y lo apoyé con algunos trabajos de organización, entre ellos el de la primera reunión nacional de corresponsales de Amex, que tuvo lugar a comienzos del año siguiente.
En la misma, y a propuesta suya, presenté tanto una plática sobre el papel de las agencias de noticias en general, como otra para dar a conocer -ya más concretamente- una guía editorial que preparé para ellos a manera de manual de estilo.
El mismo tema de las agencias informativas sirvió en 2017 para mi exposición de ingreso a la Academia Nacional de Historia y Geografía (ANHG) y un poco -enfocado a manuales de estilo- cuando la presidenta de la Asociación Mexicana de Profesionales de la Edición (PEAC), Ana Lilia Arias, me invitó en 2018 a exponer durante el Día Internacional de la Corrección de Estilo.
Rompen estas temáticas dos casos: cuando mi amigo y colega Octavio Raziel García Ábrego (1942-2019) me pidió hacer la presentación de su novela México 8.5 Richter (2008) en un círculo literario de empelados de Pemex, y cuando alumnos de la Universidad Iberoamericana se interesaron en conocer mis experiencias como reportero de temas arqueológicos (2016).
Esta segunda invitación no se consolidó porque quien la hizo ya no volvió a buscarme, pero entre tanto preparé la charla y aquí se
encuentra.
Mi incursión como docente fue también escasa. Es un trabajo que exige dedicarle más tiempo del posible cuando no es la actividad principal, y en el cual hay que recurrir mucho a la exposición multimedia en la que nunca adquirí experiencia.
En cuatro ocasiones fui invitado a dar clases a estudiantes de
licenciatura en la Escuela de Periodismo ‘Carlos Septién García’, y en
cuatro más por PEAC para exponer sobre corrección periodística durante el Día Internacional de la Corrección de Estilo de 2010, y en los tres años siguientes en el diplomado que sobre esa materia imparte la Academia de las Artes de la Escritura.
En la Escuela ‘Septién García’ impartí dos veces la materia Agencias de noticias y oficinas de prensa (1979-1980 y -seminario- en 1990), después Noticia en prensa (2001) y finalmente Gestación y edición de información periodística (2005).
Esta última la interrumpí a un mes de iniciada, por el trato hostil y estresante que daban entonces los alumnos a los profesores, y que yo no tenía necesidad de soportar, y además me regresó la colitis.
En la última parte de estos Textos reunidos están los datos y planes de estudios de las materias que impartí.
Dar cátedra -y más al nivel de licenciatura que me tocó- es una labor delicada que demanda preparación, tiempo y resistencia. Nunca tuve duda de mis conocimientos y recursos sobre los temas a exponer, pero fui inconstante seguramente por falta de vocación real -aunque lo hice con gusto y entrega las más de las veces- y por lo absorbente que me resultó: no era sólo impartir la clase; atrás de esos 50 minutos por sesión (y sólo pagaban la hora de clase impartida) estaban muchas horas de preparación del tema y de los exámenes, revisión de estos y de las tareas, asistencia a reuniones del claustro académico, entrega de informes y hasta los desplazamientos al plantel dos veces al día porque había turnos matutino y vespertino. Y nunca fue esa mi ocupación principal, sino ocasional o accesoria, pero me dejó una inmensa experiencia.
Mis respetos a los profesores que permanecen por años, lustros y décadas en esa labor, con una disposición inmensa no obstante que, además, por el monto de sus salarios, suelen autodefinirse como “pobresores”.
Una invitación más tuvo lugar en 2013 para tomar parte en el diplomado Los desafíos actuales del periodismo en México, organizado por la Universidad Nova Spania en Morelia, Michoacán. Esta vez la propia institución fue la que canceló todo, debido a la creciente inseguridad que había en la entidad.
El tema de mi módulo, que ya ni tiempo hubo de preparar, iba a ser -adivinó usted- El buen uso del idioma español, un desafío actual y de siempre para los periodistas.
Casi lo olvido: cuando por la conversión tecnológica se acabó en la agencia Notimex el trabajo para los capturistas o teletipistas, se me pidió impartirles un “curso básico de redacción” para que, en lugar de ser despedidos, optaran por una plaza como redactores.
Inclusive llegaron a acusarme con el sindicato de que les enseñaba temas propios de una licenciatura, cuando mi programa consistía en recordarles lo que de ortografía y sintaxis supuse que habían aprendido en la escuela primaria, y cómo aplicarlo al trabajo en una mesa de redacción.
Recomienda a quienes lean los materiales aquí reunidos casi todos en orden cronológico -y presentados entre 1975 y 2020-, tomar en cuenta las fechas en que fueron expuestos y los contextos correspondientes a esos tiempos. Porque muchos cambios, sobre todo en lo tecnológico, han ocurrido después de cada caso, aun cuando considera que siguen vigentes los aspectos conceptuales.
El periodismo actual es en esencia el mismo de siempre, sólo que con otras herramientas. José Antonio Aspiros Villagómez. San Juan del Río, Querétaro, enero de 2021”.
Qué orgullo ser su amigo. Y poder compartir su saber.