Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Los bandoleros sociales (Uno de dos)
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
No queremos hablar mal de nadie. Y menos de un pedazo de México. Pero si es importante dar a conocer a los plateados de tierra caliente, inmersos en la violencia del Siglo XIX.
Sí, del siglo violento en el mundo, en el que México no podía sustraerse a los acontecimientos y sobre todo en el estado de Morelos tierra fértil en donde se cultiva un arroz excelente al igual que naranjos, limoneros y la insustituible caña de azúcar que surte a la patria de ese vital producto.
Charlar con el traumatólogo y escritor don Fernando Calderón Ramírez de Aguilar es traer reminiscencias del pasado.
Nos explica a pregunta nuestra de ese sitio paradisiaco en donde se presentan con el gobernador electo, Cuahutémoc Blanco, nuevos acontecimientos.
Por su interés vamos a narrar ya que interesan en esa época a todo México y sobre todo a ese estado de la republica mexicana en el año del señor de 1860.
Los plateados se convirtieron en una leyenda de personajes peculiares e influyentes regionalmente, con historias de guerrilleros nacionales y defensas de causas igualmente republicanas y reaccionarias, pero con una larga lista de crímenes basados en una agrupación numerosa y eficiente recordada por su estrafalaria opulencia
Alan Knigt los clasifica como bandoleros sociales según concepto de la sociedad mexicana de la época lo que ayuda al estudio regional de ese fenómeno de bandolerismo.
La celebre banda de los plateados era considerada como el máximo auge de ese bandolerismo en el estado de la republica mexicana que nos ocupa y que su conocimiento ha persistido por la tradición oral de los pueblos morelenses.
Pero sobre todo por su trascendencia en la literatura mexicana en la pluma de Ignacio Manuel Altamirano y de Don Jacobo Dalevuelta pseudónimo del ilustre periodista Fernando Ramírez de Aguilar. (Entre paréntesis abuelo del doctor Fernando Calderón Ramírez de Aguilar)
Los plateados tuvieron un papel determinante en la formación misma del estado de Morelos y en todos los ámbitos de la sociedad que vivía amedrentada ante una posible incursión de este grupo bandolero en sus comunidades.
El bandolerismo que desde la época colonial había aparecido de manera importante pero marginal, durante el estallido armado independentista encontró un campo fecundo para irse desarrollando en tiempos de crisis aguda y constante.
La Guerra de Independencia en el actual estado de Morelos permitió aglutinar esquemas de participación de actores por demás disímbolos: sacerdotes, costeños guerrerenses, rebeldes profesionales de la zona de Chalco, militares de paga cuya percepción era el producto de la misma revolución.
Y por supuesto de ex reos convertidos en bandidos algunos oriundos y otros provenientes de distinto lugares.
Para los años siguientes en consecuencia, de la mano de frecuentes revoluciones surgieron actividades que en paralelo generaron zozobra permanente de las comunidades morelenses.
La conclusión de la Guerra de Independencia, encontró continuidad durante los años inmediatos posteriores con los simpatizantes del traidor poseedor de la hacienda de manga de clavo Antonio López de Santana.
Estos agitados en la región encontraron continuidad con los combatientes de la Intervención Norteamericana, y ellos a su vez con los participantes de la Revolucion de Ayutla al mando de Juan Alvarez para complementar el panorama con los combatientes de la Guerra de Reforma y La intervención Francesa.
El inmenso estado de México, al que hasta 1869 perteneció Morelos, se encontró persistentemente en medio de un escenario de violencia que mostraba un espectro social amplio.
Los simpatizantes de alguna causa o de ninguna, aprovechaban el entorno social para practicar el bandidaje
Generó, entre otras cosas, que las autoridades del naciente país independiente se sobrepusieran al temor de armar a la ciudadanía formándose en distintas poblaciones guardia cívicas y, posteriormente la llamada Guardia Nacional.
El escenario de urgencia resulto de tal gravedad, que los españoles que habían gozado aun el privilegio de mantenerse exentos de participar en las milicias cívicas, se vieron obligados a integrarse a ellas.
Por ello levantaron quejas de haber sido obligados a formar parte del Ejercito Mexicano de Cuernavaca.