Teléfono rojo/José Ureña
La guerra cristera (dos y fin)
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Un año de plazo –dirán y ¿quién eres tú en fijar tiempo?– para comenzar a redimirnos. No es mucho lapso. Pero sí el preámbulo de tanto ofrecimiento. Que no dudamos nos cumpla
No hablamos de partido político alguno. Sino de un hombre al que le dimos la confianza. Y casi todos aplauden.
No debemos distraer la atención. Mejor volvemos con la otra batalla cuyo tema principal fue cuando las fuerzas cristeras en 1929, ya eran en el norte, centro y sur del país, algo más de 50 mil.
Muchos de ellos de la Asociación Católica de Jóvenes Mexicanos, ACJM, que aún existe.
Las causas, su crecimiento, tuvieron sus razones, explicamos, que nos confirma, claro, nuestro amigo Calderón Ramírez de Aguilar.
En primer lugar, coincidimos, en que los obispos mexicanos, con muy contadas excepciones se distanciaron rápidamente del movimiento armado. Desconocieron a La Liga y trataron de negociar la paz con el gobierno de Plutarco Elías Calles y la mediación del gobierno de los Estados Unidos.
En segundo lugar porque México recién había superado un prolongado y muy costoso conflicto armado que ensangrentó durante poco mas de siete años buena parte del país. Y los Cristeros eran un ejercito irregular (a pesar de que contaron con algunos militares de carrera en sus filas), que no esperaban recibir pago y sin mecanismos formales de aprisionamiento, reclutamiento, entrenamiento, atención a sus heridos o cuidado de los deudos.
A diferencia de otros grupos armados en la historia de México, no practicaron la leva (una práctica por la que se obliga a las personas a sumarse a un ejército.
Personas que vivieron en carne propia la guerra, cuentan que se quemaron muchos documentos de la iglesia, incluidas fe de bautizo de todas las personas.
En 1928, luego de una reforma de la Constitución de 1917 y a pesar de que la revolución había lanzado el grito de “Sufragio efectivo, no reelección” el ex presidente y caudillo Álvaro Obregón contendió como candidato virtualmente único en las elecciones presidenciales.
El Grupo Sonora se pensaba entonces repetiría la formula seguida 40 años antes por el grupo Oaxaca, encabezado por Porfirio Díaz Mori para reformar paulatinamente la Constitución. Se decía sin embargo, que el caudillo – a diferencia de Calles- no tenía interés en continuar con el conflicto, por lo que llegaría a un acuerdo para acabar con la guerra fratricida y religiosa.
Obregón si embargo fue asesinado por el católico José de León Toral en la bombilla, un restaurante por el rumbo de San Ángel, al cual había acudido para participar de un desayuno ofrecido por los legisladores del bloque parlamentario que le apoyaba.
En la planeación del asesinato participo una monja la madre conchita. Apresada y confinada en Lecumberri, en donde permaneció buen tiempo.
EL Ejercito Cristero, estuvo compuesto primordialmente por algunos sacerdotes, peones y aparceros rurales, dirigidos por algunos veteranos revolucionarios, ex partidarios de Emiliano Zapata y del centauro del norte, el valiente General Francisco Villa. Este, famoso por sus cargas de caballería y por la toma de ciudades importante como zacatecas.
Combatían la política laica del presidente Plutarco Elías Calles y su sucesor, Emilio Portes Gil.
En enero de 1927 comenzó el alzamiento civil y días después apareció un referéndum que, a partir de aquel momento, no les dejo mas remedio que la guerra.
Dicho ejercito tenia por bandera la del estado Mexicano, pero en lugar del águila parada sobre un nopal y la serpiente, venía un pedestal de la Virgen de Guadalupe.
Las mujeres como siempre tan aguerridas jugaron un papel muy importante dentro del ejército cristero. 25,000 se calcula formaron las llamadas Brigadas Femeninas dedicadas a apoyar la rebelión de muy diversas formas al igual que la Revolucion Mexicana como soldaderas.
El levantamiento de los Cristeros no dependió solamente de condiciones geográficas, históricas y sociales. También tuvieron su papel las circunstancias psicológicas.
El fanatismo jugo un papel preponderante e hizo que los levantamientos tuvieran diferentes características, sin confundir la fe religiosa con la vocación militar que pueda tener una persona.
Los destacamentos se ubicaban alrededor del país con miles de combatientes. Basten tres ejemplos para ejemplificar: 5 regimientos de la Brigada Quintanar. 5,400 combatientes, Morelos y México.
Distrito Federal la Brigada Mendoza con mil combatientes y Oaxaca 1,500 combatientes.
Todo esto sumaba alrededor de 50,000 combatientes. Los jefes eran alrededor de unos 200 con grado que iba desde mayor hasta el general y estos eran elegidos por sus propios soldados.
Al llegar a la presidencia de la Republica don Emilio Portes Gil, comenzó una larga negociación en la que participo como mediador el embajador estadounidense Dwight Morrow.
La Santa Sede nombró al todavía obispo de Tabasco, Pascual Díaz Barreto del Comité Episcopal “intermediario oficial” para solucionar el conflicto Iglesia-Estado.
Con el delegado apostólico señor Leopoldo Ruiz y Flores se entrevistaron con Portes Gil el 21 de junio de 1929 para llegar a un acuerdo sobre la cuestión religiosa.
Se logro un acuerdo de amnistía general para todos los levantados en armas que quisieran rendirse. Se acordó permitir las casas de curas y episcopales para evitar mayores confrontaciones en lo sucesivo.
Sin embargo, para ese entonces existía una profunda división en el seno de la iglesia en México. La fractura afectaba desde la cúpula episcopal hasta los laicos. Entre los obispos, la mayoría estaba a favor de un acuerdo con el gobierno, pero había tres muy combativos, y opuestos al acuerdo.
El mas decidido de los obispos en contra del acuerdo fue monseñor Leopoldo Lara y Torres obispo de Tacámbaro Michoacán. En el otro extremo para que se lograra un acuerdo se encontraban los obispos de la Ciudad de México, José Mora y del Rio y de Tabasco Pascual Díaz Barreto, jesuita.
La mayoría de los ejércitos cristeros no aceptaron el acuerdo. De 50,000 personas solo 14,000 depusieron las armas.
El fin del conflicto fue aceptado por Calles y la rebelión fue desapareciendo poco a poco hasta quedar mitigada
Los combatientes regresaron a sus casas pero al parecer no fueron aceptados por sus comunidades por no aceptar los mandatos de los obispos eso causo gran consternación en las familias ya que habían dado su sangre en defensa de la religión.
Toda la guerra cristera dejo profunda huella en la vida pública mexicana. Abrieron templos y ya no hubo necesidad de que los sacerdotes ocurrieran a casa de las familias pudientes y fieles y servidumbre oyera misa y comulgaran clandestinamente.
En el conflicto Cristero, el cántico religioso era así:
“Reine Jesús por siempre, reine su corazón
Que es nuestra patria, es nuestro suelo
Que es de María la Nación”
En los textos educativos oficiales, no figura esta historia de México.