Teléfono rojo/José Ureña
Serénense. Tranquilícense
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
En la sala de espera del aeropuerto previenen sobre los robos a los pasajeros:
¡Les pedimos cuiden sus pertenencias, para que no vuelen antes que ustedes!
El ya casi Jefe del Ejecutivo destacó que a pesar de la bulla, escándalo y ruido, la campaña no logró su objetivo de generar inestabilidad tras la consulta, al señalar que los mercados actuaron con inteligencia y responsabilidad.
El tabasqueño sostuvo que se ganó muchísimo con la decisión de construir dos pistas en Santa Lucía, porque se evitará la corrupción, que es el principal problema de México.
“¡Cuánto ruido! Es una campaña orquestada por quien se siente afectado. Hemos dicho que vamos a garantizar las inversiones, los contratos y que no hay nada que temer.
“Va más allá de un negocio o que se respete el Estado de derecho.
“Serénense, tranquilícense, se dio un cambio en el país, hay que notificarles, informarles a algunos que ya es otro México y que no voy a ser florero, no estoy de adorno”. La sencillez con la que habla el ungido, nos recuerda la ironía de otras frases.
Vemos así, nos dice la sicóloga y escritora Rosa Chávez Cárdenas, cómo el lenguaje se convierte en un juego simbólico que nos permite estar adentro o afuera de la realidad en un grupo social o incluso cuando tenemos un diálogo interno. Como, por ejemplo: Lloras cuando me voy, pero te alegras cuando me dilato (Jiménez, 1991). Si estudiar da frutos, que estudien los árboles.
La vida es un camote, agarre su derecha (Jiménez, 1991). Como dice el jardinero, seamos felices mientras podamos. Abuelito te doy tu lechita, no hijita, mejor sácame un rato al sol (Ruiz, 2014). Es cierto, añadimos: ¡La confusión es muy clara!
Dichoso Adán que no tuvo suegra.
¡Cuídate de los albureros, porque sin que te des cuenta, te hablan de agujeros!
Conceptualmente las palabras ingeniosas como se puede leer en estos ejemplos, son cosas diferentes, pero para el cerebro es lo mismo. Necesitan recorrer las mismas rutas neuronales para encontrarle sentido y provocar la risa como sostiene la siquiatra Rosa Chávez Cárdenas, periodista jalisciense.
Bien Decía el escritor mexicano Carlos Monsiváis que “para conocer la cultura mexicana tienes que empezar a conocer los albures, que son parte de ella. Todos hablamos, bueno casi todos, en doble sentido. Es conectarse con la cultura, la ideología, la memoria (individual y social), las experiencias personales. Los códigos de pertenencia a una nación, la política, la vida social, el placer, el aprendizaje, el sexo, la inteligencia.
Para que se entienda, es flexibilidad, agilidad mental, y mucho más. Sin embargo, en el otro lado de la moneda, el lenguaje es confusión, es engaño, es sacar ventaja de los demás. Es distorsionar la realidad, es desconfianza. E incluso encriptar o encubrir un mensaje cuando en realidad se quiere decir otro: “se lo digo a Juan, para que lo entienda Pedro”. O decimos “entre broma y broma, la verdad se asoma”.
El juego de palabras es muy distinto a ser ofensivo, grosero e irrespetuoso.
Debemos acostumbrarnos a ello. No suframos calenturas ajenas, sostenemos nosotros.