Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Corren el lápiz
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Así decíamos en los periódicos a quienes corregían nuestras notas, para no decir escritos. Y que ya no se hace.
Leemos y escuchamos errores garrafales, ya no en la prosa, sino en la gramática elemental. Pero nadie, se da por aludido.
“Escribo como quiero. Bien o mal. Pero es mi estilo”, arguyen.
Pero, con razón, nos dicen los amigos “No es HAZ sido, sino HAS sido. Y no es Al limón, sino al alimón. Que agradecemos.
El corrector no puede modificar el sentido de lo que quiso decir el autor.
Y después de esta digresión, al tema:
Estructuralismo, una manera de despolitizar a la gente nos dice doña Norma L. Vázquez Alanís al hablar de su colega Carmen Galindo que Participó con otros periodistas en el Día Internacional de la corrección de estilo. Explicó que sus inicios en el periodismo fueron precisamente en Ciencias Políticas de la UNAM a través de periódicos murales, donde se encargó de la redacción y corrección para la revista ‘Críticas de la economía política’.
Recordó también que a finales de los años 50 una oleada de sindicalismo y la Revolución Cubana cambiaron un poco la circunstancia de una prensa controlada por el gobierno, pero el 68 trajo un cambio radical de la participación de la juventud en la vida política de México. Al segundo conversatorio, que tuvo como tema ‘El pretexto. La evolución del trabajo de corrección’, concurrieron Carmen Galindo, periodista y profesora en el Colegio de Letras Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
José Antonio Aspiros, licenciado en periodismo por la SEP y egresado de la Escuela ‘Carlos Septién García’, con experiencia laboral en cuatro agencias de noticias.
Y Felipe Gálvez Cancino, licenciado en periodismo por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y doctorado en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Para Carmen Galindo es indispensable la corrección de textos, el problema es que la gramática estructural impuesta en la educación básica después del 68 no es normativa, sino descriptiva; casi todo está permitido y esa amplitud de criterio provoca muchos errores en los libros. “Ya no hay normas gramaticales en la redacción del texto, porque la gramática estructural es propositiva y además no hace división en sílabas, así que acabó por arruinar la gramática constructiva (regulatoria) y la ortografía en todo México.
“De suerte que si antes en el Fondo de Cultura Económica había correctores como Juan Rulfo y Juan José Arreola.
“Ahora ese trabajo lo hacen jóvenes que no saben hacer división silábica, además de que nadie lee o revisa los textos antes de que se impriman.
“Y han sido publicados originales con todo y anotaciones internas como la de que “falta ficha bibliográfica”. El estructuralismo, señaló, es una manera de despolitizar a la gente, pues separa el texto social para centrarse solamente en las palabras y dar al lector un argumento sin contenido político.
Las conclusiones de los conversatorios fueron presentadas por la maestra Ana Lilia Arias, quien dijo que el corrector no puede modificar el sentido de lo que quiso decir el autor.
Los manuales establecen reglas para unificar la corrección de estilo.
Para el trabajo de corrección se deben consultar los diccionarios de las Academias de cada país, en este caso la mexicana.
Y que quien participa en las tareas con los textos que se van a publicar, tiene obligación de hacer presencia social para no seguir con el trabajo solitario de los antiguos copistas en los monasterios.