Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Literatura es cultura
Cierto. Faltó.
La crónica es un género tanto literario como periodístico cuyo valor testimonial la convierte en fuente informativa de primera mano para los investigadores.
Les guste o no a quienes la cuestionaron por su trabajo, a juicio de la doctora Sara Sefchovich la crónica es “lo mejor de la literatura mexicana” y se le encuentra “de manera ininterrumpida” desde la época prehispánica con el Chilam Balam y el Popol Vuh, hasta el trabajo actual de Hermann Bellinghausen y otros contemporáneos.
Pero la escritora, socióloga, historiadora, investigadora y profesora de la Universidad Nacional Autónoma de México, al parecer recibió críticas en su medio intelectual, donde por una supuesta falta de rigor académico no habría sido bien recibido por la élite académica su estupendo libro Vida y milagros de la crónica en México (Océano, 2017), donde expone esos y otros conceptos, entre ellos que la crónica es democrática -horizontal y accesible-, al contrario del “autoritarismo” de la novela, la poesía o el ensayo, que “no dejan entrar al lector”.
El lingüista José Antonio Aspiros Villagómez también nos explica que la crónica, según escribió el periodista Vicente Leñero, “es género puntual del periodismo, del quehacer de la historia, de la literatura misma”.
En todos los rincones de México existen cronistas locales. Trabajan puntillosamente en su misión de consignar cuanto ocurre en sus ámbitos para reunir así la información, los testimonios y las vicisitudes de un momento dado de la sociedad.
Desde su lugar de residencia, San Juan del Río, Querétaro, nos informa don José Antonio, que el cronista es José G. Velázquez Quintanar, y han sido cronistas de la Ciudad de México de mucho renombre, Salvador Novo, Artemio de Valle Arizpe, Carlos Monsiváis, Guillermo Tovar y de Teresa y -sin nombramiento oficial, pero con pleno dominio del oficio- lo es aún Alberto Barranco Chavarría.
El cronista de Taxco, Javier Ruiz Ocampo, fue una vez nuestro anfitrión en un recorrido por museos y otros lugares de esa bella ciudad y nos ofreció valiosas informaciones.
Lo mismo la cronista del municipio Miguel Hidalgo, María Bustamante Harfush, quien nos llevó a un recorrido histórico por la colonia San Miguel Chapultepec.
En la actualidad hay un cronista para cada uno de los 16 municipios de la capital del país, porque la ciudad es inmensa y ya no se limita al Centro Histórico como en el pasado, sino que abarca todo lo que se llamó hasta 2017 Distrito Federal.
Dice un texto sin firma que los cronistas “reinventan (la ciudad), la mantienen a base de contar su historia, de desentrañar los sucesos que la caracterizan desde su fundación, pasando por sus diversas transformaciones, hasta lo que es hoy y lo que se espera de ella en el futuro”..
Además, a juicio de la doctora Sefchovich la crónica es “lo mejor de la literatura mexicana” y se le encuentra “de manera ininterrumpida” desde la época prehispánica con el Chilam Balam y el Popol Vuh, hasta el trabajo actual de Hermann Bellinghausen y otros contemporáneos.
Pero la escritora, socióloga, historiadora, investigadora y profesora de la Universidad Nacional Autónoma de México, reitera en esas páginas que la crónica es “el gran género de la literatura mexicana” y a la vez el menos estudiado, lo cual se debe a que se le tomó como un “género menor” pues se publica también en diarios y revistas, como si muchos de éstos (no todos, claro) no tuvieran gran valor documental e informativo, o no fueran verosímiles y bien trabajados. De ahí tal vez que a “la academia” (a la cual la académica Sefchovich no identifica) no le guste.
Ella, doña Sara Sefchovich en una entrevista que publicó el pasado 20 de noviembre el diario El Universal, del que es colaboradora habitual, ella habló de lo anterior y lo repitió esa misma noche cuando recibió el premio ‘Clementina Díaz y de Ovando’ del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) por su labor en torno a la historia social, cultural y de género.
En sus palabras cuando aceptó el premio, comentó que a “la academia” no le había parecido su trabajo sobre la Vida y milagros de la crónica en México, obra que a nuestro juicio es un valioso libro en cuyas 270 páginas sostiene la tesis de que toda la literatura mexicana, incluida la poesía, funciona como crónica.
“Llevo, dijo, 40 años…de pelear para que tenga reconocimiento un tipo de trabajo que no se va por una sola línea” ni “cabe en un solo agujerito (el académico)”, y en cambio “mezcla (géneros) y aprovecha lo que enseña la historia”.
Ella no lo dijo, pero es innegable la importancia de una labor así, para poner al alcance de todo tipo de lectores los trabajos serios en un lenguaje comprensible. Y nos parecería soberbio rechazar el valor de las fuentes hemerográficas para documentar investigaciones, aunque al parecer las descarta por definición la élite erudita.
Ah, que “la academia”.